Una vez estuve con alguien que era una fantasía para mí y fue mágico. Eso de besar a una fantasía es maravilloso. Colin Clark lo hizo mientras trabajó con Laurence Olivier en el rodaje de El Príncipe y la corista con Marilyn Monroe.
Michelle Williams es una Marilyn perfecta, logra dar con el tono de niña insegura y sexy estrella de la gran pantalla, que se nos presenta en el film, Kenneth Brannagh es Laurence Olivier y Eddie Redmayne encarna a Clark quien tuvo la suerte de besar a la muy hermosa Monroe, en la aventura de su juventud realizando su primer trabajo.
Hay una leyenda sobre Marilyn que la muestra como una niña insegura, por ahí escuché una entrevista donde ella misma se define como “una huérfana”, este film respalda esa teoría y nos muestra a la actriz como una persona nerviosa y enamoradiza, con ansias de protección y desconocimiento de su propio talento.
De las cosas más importantes que podemos descubrir en la cinta, de los elementos destacados por el director (Simon Curtis) es la gran diferencia que existía entre Marilyn la persona y el personaje que representaba para Hollywood, ese que escondía su timidez y su tristeza, ese que la hizo famosa, pero a la vez misteriosa con una vida llena de interrogantes para su público.
Un relato en primera persona, una experiencia de la juventud, el entusiasmo del primer amor y la perfecta realización de una fantasía son algunos elementos que nos atraparan del film cargado de escenas hermosas, y muy buenas actuaciones, el tiempo transcurre demasiado de prisa frente a la pantalla. Lástima que todo termine muy pronto, eso de besar a las fantasías, eso de correr tras ellas, eso de desear quedárselas y la visión de Marilyn en este film que deja un aroma de nostalgia saludable.
Luisa Ugueto