Tenía más de quince minutos parado en la esquina del Centro Comercial Los Molinos en la Avenida San Martín de Caracas esperando a Rafa Galindo. Estaba impaciente, caminaba de un lado a otro de la calle. Cuando pensaba que ya no vendría, veo a lo lejos a un señor bajito, de lentes, con el paso apurado hacia donde me encontraba. Rafa saludaba con entusiasmo a las personas que pasaban a su lado, unos le pedían que les recomendara números de lotería y otros simplemente le daban la mano como queriendo atrapar un poco de la historia que representaba. Sus ojos eran una ventana al pasado y su voz el testimonio de una Venezuela que ya no existe, de la que quedan pocas huellas.
A sus ochenta y tantos años, Rafa Galindo hablaba con fluidez y exactitud de su carrera artística, no se le escapaba ningún detalle, solo era sensible a tocar el tema de su reclusión a comienzos de los sesenta en Bárbula, un hospital para enfermos mentales, donde paso algún tiempo producto de unas extrañas crisis nerviosas que lo retiraron temporalmente de la música. Ya en esa época Galindo era una leyenda, mas de dos décadas de trayectoria lo hacían uno de los cantantes de orquesta más experimentados del país. Con apenas 19 años de edad en 1940 debutó con La Billo´s Caracas Boys y comenzó a interpretar piezas que sin saberlo se convertirían en clásicos del bolero en Venezuela. Temas como Noche de Mar, Paraíso Soñado, El ruiseñor y Un sueño, son Standards, sucesos de la radio difusión nacional que actualmente se reeditan en Cd con muy buenas ventas.
En los años cuarenta el negocio del disco estaba en pañales y la radio y los bailes eran todo lo que tenía un cantante para ganar popularidad. Los Crooners como Rafa, debían amar de verdad la música para soportar una rutina de treinta o mas presentaciones mensuales, una realidad muy distinta a la de hoy en día cuando artistas como Luis Miguel solo trabajan en ciertas épocas del año y fabrican uno que otro escándalo para traer más gente a sus Shows.
Los cantantes de la época de Galindo no se desvelaban por un corte de cabello o por ropas de diseñador, les preocupaba cantar afinado, no descuadrarse y quedar bien ante el público y su director musical. La falta de herramientas técnicas de sonido los obligaba a ser más cautelosos y efectivos, por ello Rafa atendía a los consejos para el cuidado de la voz que le daban figuras consagradas como Pedro Vargas y Alfonzo Ortiz Tirado, quien una vez le recomendó no hacer el amor antes de una actuación, pues no llegaría nunca a las notas altas.
Rafa vivió los grandes cambios políticos y culturales del continente, conoció a Gardel al General Gómez, le canto a políticos y personalidades, a Fidel Castro y Marcos Pérez Jiménez, alternó con Lorenzo Herrera y Miguelito Valdés, vio la construcción del puente sobre el lago de Maracaibo, del teleférico de Caracas, de la autopista a La Guaira; era parte de la historia de este país, un pedazo de la ciudad. Al despedirnos luego de la entrevista, me dió un par de números de lotería, creo que no los jugué, pero conservo los datos, quizás lo haga mañana.
Luis Ugueto