Volvemos a encontrarnos
en este extraño recorrido
de adaptación y rechazo
buscando un nicho
al menos tú estabas en esa
yo siempre fui
el que huyó a los nichos
de manera… ¿sabia? ¿Ingenua? ¿Infantil?
Poco importa.
Porque ése día que dos niños volvieron a encontrarse
había un precipicio entre nosotros
vi tus ojos del otro lado
pero mi sonrisa cálida no pudo construir puente alguno.
“Hemos cambiado” –dijiste, resaltando lo obvio,
yo encogí los hombros,
qué más podía hacer; me volteé
y fui al bar por una cerveza
mientras tú volvías
a tu oficina, tu computadora y tu vida.