Para quienes tenemos una cédula que empieza con 13, los 90’s son nostalgia; los años donde empezamos a afinar algunos aspectos de nuestros gustos y personalidad. El «coming of age» como mientan en inglés. Por suerte fue una década movida en cuanto a sucesos relevantes a nivel cultural y teníamos, tanto la edad suficiente para entenderlos, como la edad insuficiente para ser más impresionables. Por eso para quienes entrábamos en los teens desarrollando una peligrosa dependencia musical, cualquier tendencia que viniera de la «contracultura» era más que bienvenida. Es lo que pasó, por ejemplo, con el Grunge; de repente en nuestras casas el champú duraba más y ahora, sorprendentemente, nos gustaba usar camisas -sólo de cuadros, duh… obvio.
Pasamos un susto cuando Cobain fue atendido de emergencia en Roma por ingerir accidentalmente sus antipresivos con champán. Un par de meses más tarde, nos desolamos cuando también accidentalmente se disparó en la cara. Como siempre, salieron los paranóicos para quienes todo es una conspiración y decían que Courtney lo había mandado a matar, etc, etc. Por eso Hole siempre fue mal visto por muchos pelo-sucio/camisa de cuadros. Y aunque mi higiene capilar para ese momento también era escasa, el Live Through This fue un disco que rodó en cualquier CD player que tuviera cerca. Me daba igual la tipa, ni la admiraba, ni la odiaba, pero la música que hacía me gustaba. Recuerdo que también me gustaba el estilo inexpresivo y tieso de la baterista, que resulta ser la protagonista de este documental : Hit So Hard.
Aunque el estreno oficial va a ser a mediados de abril, ya se proyectó el año pasado en el marco de festivales como el SxSW de Austin, Cannes y el International LGBT Film Festival de San Francisco, que era donde yo estaba en ese momento. Otra que quería ir a ver a ese festival era L.A. Zombie, de Bruce La Bruce, un director del que he leído mas no visto sus películas, así que pensé que podría ver ésta, todo por amor al arte… transgresor. Sin embargo leí un par de sinopsis antes y me di cuenta que mi cacareado gusto por el cine de transgresión tiene sus límites. Disculpen mi mente cerrada y pacata, pero se me iba a hacer un poco incómodo presenciar imágenes gore mezcladas con porno gay y eyaculaciones sangrientas en pantalla gigante dentro de una sala donde yo sería la verdadera «minoría». «Ehmmm… mejor voy el día que pasen el documental de la baterista ex-junkie.»
La tarde de la proyección había movimiento en los alrededores del Castro Theatre, gente con pintas estándar, vari@s con pintas bastante producidas y otros con pintas nada producidas -sin ropa- que suelen pulular por esa calle. Poco antes que me acercara a la taquilla para entregar los $9, me abordó una chica -del grupo «pintas bastante producidas»- cuya barbilla lucía orgullosamente una chiva teñida de verde que estaba debajo de una boca sonriente que me dijo «take it, it’s for free, enjoy the movie!». Así traspasé el umbral hacia la gran sala victoriana del Castro para ocupar el asiento respectivo, que para mi sorpresa, era detrás de la fila donde estaba sentada Patty Schemel -la baterista ex-junkie.
Originalmente no se había planeado hacer ningún documental, lo que ocurrió fue que hace un par de años, Patty le pidió a P. David Ebersole que editara todo el material que ella había filmado con Super 8 mientras estuvo tocando con Hole en los 90’s. Ebersole, al ver todas esas imágenes y conociendo la vida loca loca que había llevado la baterista en las últimas 2 décadas, sólo pudo decir: «Hay que hacer un documental con esto». Voilá: Hit So Hard.
Para un C.I. N° 13.XXX.XXX, ver ese material audiovisual es una terapia en nostalgia que vale la pena experimentar. Con testimonios actuales de vari@s amig@s de Patty, entre los que vemos a Nina Gordon- Veruca Salt, Kate Schellenbach –Luscious Jackson, Roddy Bottum –Faith No More, o Courtney Love, que sigue intepretando su papel de mira-que-loca-estoy, nos vamos involucrando con la protagonista; la niña de pueblo que un día descubrió que era lesbiana y rockera. Si a esto le añadimos filmaciones caseras inéditas de Frances Bean, Kurt Cobain y Love, el ejercicio en nostalgia y vouyerismo farandulero está satisfecho. Además de eso está la narrativa que Patty hace de su «vida y casi muerte», con un humor denso pero efectivo que nos hace reír en momentos, por ejemplo, en los que recuerda cuando luego que la botaran de Hole quedó viviendo en la calle, teniendo que prostituirse con hombres para pagar su next shot. Obviamente la intención de su humor no es banalizar las circunstancias sino auto-flagelarse y demostrar su arrepentimiento ante aquella vida de sex, drugs & drugs. Aunque eso no le quita la gracia que tiene para contar cosas por el estilo -lo que nos hace sentir menos culpables por reaccionar con, cuando mínimo, sonrisas ante situaciones tan dark como esas.
Al final de la película hubo una sesión de preguntas y respuestas con Ebersole, Patty y la audiencia, donde le preguntaron por ejemplo a qué venía la inclusión del material inédito de los Cobain, a lo que la batera contestó que se trataba de una contextualización de cada momento por el que ella pasaba y puesto que fue una de las amigas más cercanas de Kurt, su muerte fue un punto clave. Y es que en ningún momento uno puede sentir una intención de «explotación» hacia la figura del suicida, así que: a lugar con esa pregunta malintencionada, amiguita, ¿No te diste cuenta que ella también aparece en ese material?. Otra preguntó la opinión de Patty con respecto a lo teatral de los testimonios de Courtney -que siempre que aparece en cámara está comiendo y hablando con la boca llena, «The Courtney Love Show» le llamó- y si ésta le había pedido disculpas por haberla botado del grupo, otra respuesta comedida de Patty y gracias por haber venido.
A pesar de seguir el patrón «»adicción = todo mal / rehabilitación = todo bien», Hit So Hard se salva de caer en el pipote de panfletos tipo «las drogas son malas» porque no se esfuerza en dejar un mensaje políticamente correcto -que al final termina dejándolo, claro está- sino que es sencillamente una especie de «diario» audiovisual cuyas entradas cuentan, casi a modo de road movie, cómo fue el trayecto del pueblo a la ciudad, de la ciudad al submundo y del submundo a la sobriedad.