Después de mantener una discreta relación por aproximadamente un año, nos hemos separado abruptamente, porque alguien descubrió nuestro pequeño secreto. Aunque hicimos todo lo posible para no ser capturados in fraganti, el plan falló. Las continuas miradas sobre ambos, socavaron el misterio de una limpia y apasionada relación que en una cierta forma de exilio habíamos formalizado.
No bastaron las planificaciones que cuidadosamente estudiamos para evitar que las acciones se convirtieran en rumores. No pudimos mantener alejados a los buitres que buscan noticias frescas para sacarles provecho.
Durante las celebraciones de fin de año no pude dejar de pensar en ti, inclusive durante el brindis de la medianoche. Sentía una total confusión al recordar todas las aventuras que juntos hemos disfrutado. Todos los lugares prohibidos que visitamos para intimar, los peligros que afrontamos, escondiéndonos de los conocidos, amigos y extraños.
Hoy, 3 de enero del 2011, me vestí con mis mejores galas y al llegar al trabajo, lo primero que hice fue llamar para preguntar por ti, pero me dijeron que no habías llegado, que no estabas lista, que nada sabían de tu paradero, aunque insistí e incluso me enfade por no oír la respuesta esperada. Al sentir mis manos atadas, silenciosamente lloré por tu ausencia.
Recuerdo los primeros meses de nuestra relación, cuando me olvidaba constantemente del número clave que me permitía obtener el placer que solo tu has sabido darme. Recuerdo cuando nos conocimos profundamente y nuestros pensamientos nos mantenían unidos sin necesidad de tener contacto físico. Recuerdo la intensa y detallada exploración de todo tu cuerpo, hecho que produjo satisfacciones orgásmicas.
Pero repentinamente, todo desapareció. Nuestras escapadas nocturnas, los regocijos temporales en el trabajo, los descansos después de ser bañado por tu néctar tan particular, los colores que definen tu personalidad, etc. El descubridor de nuestra infidelidad la utilizó para extorsionarte a fin de obtener provecho. Un perfecto desconocido, por lo menos para mi persona, descifró la realidad, y se involucró en esta relación sin ser invitado.
En principio creí que tú habías sido infiel, lo que podría catalogarse como una doble traición, pero después de analizar las circunstancias y tu forma de actuar, entendí que no tenías culpa alguna, ya que te manipularon sin tu consentimiento y el mío; entendí que como yo, fuiste una espectadora inocente que se pervirtió bajo amenaza.
Aunque lo entiendo y respeto tu decisión, no puedo evitar sentir ira, celos y dolor, ya que me pertenecías y no deseaba compartirte con nadie. Alguien penetró sin permiso la esencia que solo yo podía saborear y ahora a nadie perteneces, por haberse perdido la ilusión que te mantenía feliz y activa.
A pesar de denunciar la violación de tu intimidad, vil acción que trataron de remediar físicamente bloqueando tus movimientos, las marcas psicológicas generadas, no podrán ser borradas.
Me he resignado, ahora solo quedan los recuerdos, debo empezar de nuevo, pero no será igual, porque tú resides en mi memoria como la mejor experiencia vivida en muchos años. Después de llamar, me dijeron que debía cambiarte por otra y con estoicismo, he de acostumbrarme a las nuevas sensaciones que siempre me llevarán a ti. Estoy seguro que no te olvidaré y no me importa lo que otros digan; no me importa que nos hayan descubierto, no me importa retar al mundo y gritarle a todos que no me arrepiento. Siempre estarás conmigo, por lo menos en forma virtual, porque los grandes amores fuera del matrimonio, son como volcanes que nunca pierden su ardiente corazón. En mi espació controlado, eras mía y no estaba obligado a compartirte.
Ahora solo resta cultivar la paciencia y esperar por la respuesta del banco, para saber concretamente cuando me darán la nueva tarjeta de débito que te sustituirá. Tu clonación ocurrió el 30 de diciembre del 2010 y aún no termino de aceptarla. Espero que toda la plata que me hurtaron a través de ti, sea retornada a mis cuentas lo más pronto posible. Espero que la sustituta sea tan eficiente como tú y que obtenga por lo menos, las mismas emociones y beneficios que contigo logré.
Pompeo Paolo Zotti Forgione