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SECRETOS PUBLICOS. VERDADES OCULTAS. DECISIONES. CAPITULO 3 – EL AEROPUERTO INTERNACIONAL . Por Alfonso Carril.

Por donde entraban muchos de los visitantes que a diario tenían como destino Venezuela, siendo que fueran hacía Caracas, La Guaira, Margarita, Falcón, Zulia, Mérida, Carabobo, Anzoátegui o cualquiera de sus otros estados, todos con su encanto propio, todos con su atracción definitiva, al igual que Javier atraía a la mayoría, por una u otra razón, igualmente salían todos los que entraban sumado a los venezolanos que gustaban de conocer otras culturas, para luego llegar, más encantados con el reencuentro de sus destinos.

El Aeropuerto Internacional seguía estando en La Guaira, pero ahora era uno de los más modernos y mejor dotados del mundo, habían tomado ideas del de Schiphol, del de Frankfurt, del de New York y las habían combinado con ideas propias, para dar con un aeropuerto moderno y modelo, donde el pasajero era la razón de ser, todo estaba ideado para confortar al viajante, para hacer de su paso por el aeropuerto una experiencia en sí, una anécdota extra, un recuerdo más, una bienvenida y una despedida tan gentil y grata que lograba reconfortar en el alma a cada viajero, como cuando vuelas por primera vez sobre las nubes, como cuando hueles el delicioso aroma del café recién hecho, como cuando te acercas a una flor que te regala su perfume, como cuando ves a tu alrededor y te sientes complacido, como cuando al hacer retrospectiva de nuestras vidas sentimos que lo hemos hecho bien.

El aeropuerto tenía diferentes accesos, como cuando al subir al Metro los pasajeros tienen varias puertas para entrar o salir, pero una vez adentro pueden recorrer todos los vagones para apreciar toda su magnitud interna, cada acceso en el aeropuerto ubicaba al pasajero en un ala específica dependiendo del destino que este tuviera, Latinoamérica, Norteamérica, Europa, Asia, África, pero una vez habiendo accesado al ala dependiendo de su destino y habiendo completado sus pasos para poder abordar su vuelo, los pasajeros podían recorrer internamente y sin problemas toda la enorme área total del Aeropuerto Internacional. Una novedad que se había aplicado en este aeropuerto, era el “InfoBra”, que era un brazalete electrónico de diferentes colores que se le colocaba a todos los pasajeros, visitantes o acompañantes dentro del aeropuerto, el mismo informaba al pasajero sobre aspectos como hora de su vuelo, puerta, ubicación, mejor ruta para llegar a la sala de espera, así como tips y recordatorios relacionados con su viaje, promociones en tiendas, como ubicar tiendas de su preferencia, y otros datos, y a su vez daba al personal de seguridad información sobre el pasajero y su ubicación, también habían áreas de descanso profundo, donde el pasajero podía tomar una pequeña siesta o un descanso profundo, dependiendo de su tiempo de espera en el aeropuerto, y el brazalete servía como reloj despertador. A todos encantaba su InfoBra.

Una buena idea había sido llegar el Metro hasta el aeropuerto, con lo que los pasajeros con destino a Caracas encontraban ahora una más fácil, cómoda y económica manera de llegar a la Ciudad, eran unos vagones especiales adecuados para los turistas, con espacio para las maletas, cómodos asientos e incluso bares dispuestos para un aperitivo o una bebida durante el viaje, para llegar a la estación Gato Blanco, que hacía una transferencia a la estación Gato Negro, para quienes convenía seguir usando el Metro, pero también en Gato Blanco habían dispuestas unidades de Metro Bus especiales para turistas que los distribuían hacia paradas específicas hacia el Centro, el Norte, el Sur y el Oeste y una única parada hacía el Este, una nueva cultura en atención al turista era de suma importancia, pues representaban un importante número de personas llegando a la ciudad todos los días y representaba también un importante ingreso por concepto de turismo. El Metro estaba adecuado para atender de manera eficiente a un público nacional y a uno extranjero, habiéndose convertido en un paradigma de excelente sistema subterráneo.

Javier trabajaba en el área de atención al turista, en el aeropuerto, su manejo de los idiomas, su manejo de la diplomacia, su correcto uso del lenguaje y su atractiva apariencia, le habían permitido hacerse de muchos contactos y algunos amigos extranjeros, otros también nacionales, Javier era a su vez una muestra estupenda y una buena referencia de la gentileza nacional y de lo que buscaban algunos turistas que traían en mente además de conocer lugares y culturas, conocer otros placeres de la ciudad. Muchos de los turistas preguntaban si prestaba servicios como guía, como intérprete, como acompañante o como algo más, Javier siempre había tratado de aplicar la educación que Enrique y Enriqueta le habían inculcado, su padre y su madre curiosamente llevaban el mismo nombre, solo que con una variante en el género, a Javier le parecía algo más que curioso algo gracioso y solía hacerles bromas con eso.

El horario de Javier en el aeropuerto era variable y no era tan rígido o agotador, lo cual le dejaba suficiente tiempo libre para otras muchas actividades, Javier pensaba que habían muchos tipos de relaciones, las relaciones convenientes, que eran las que se aceptaban por implicar ventajas, las relaciones naturales, así llamaba a las que lo relacionaban a gente por parentescos, las casuales, que podían ser con gente de la que sabía muy poco y que se daban por coincidencias y podían ser impredecibles, las relaciones de superficie, llamaba así a las relaciones con colegas de menesteres laborales, las relaciones impuras, a las que no le daba descripción, pues eran como secretas, las relaciones sin relación, que eran con gente que conocía con las que se daba alguna relación extra que significaban alguna entrada extra, las relaciones extremas, donde se encontraban sus experiencias con personas que podían quedar entre sus verdades ocultas y las relaciones sinceras, donde se hallaban las relaciones que quizá más atesoraba, dependiendo de esta clasificación las personas que conocía se iban posicionando dentro de un grupo u otro, y dependiendo de eso habían pensamientos, sentimientos, deseos, secretos o verdades que pertenecían a cada uno, a cada uno iba otorgando una especie de objeto imaginario, un objeto metafórico que cada persona en su vida tendría que usar en un momento muy determinado para determinar que había sido él para ellos y que había sido él para todos, en resumen, algo que determinaría que había sido él en este plano de motivos, que llamamos vida, en este plano de existencia en el que tomamos decisiones, en este plano de vivencias, en el que vamos determinando nuestro próximo plano…

En fin, el Aeropuerto Internacional que fungía como puerta de entrada a un país llamado Venezuela y que daba la bienvenida y la primera impresión a visitantes de todo el resto del mundo, era el lugar en el que Javier invertía su tiempo de actividades laborales formales, su lugar de trabajo, el modo en que de manera honesta ganaba su salario como trabajador, un lugar que además le encantaba, por el trabajo en sí, por el ambiente, por el contacto con la gente de todas partes, por las anécdotas de cada día, por las relaciones que podía ir desarrollando y por el prestigio de ser un empleado del Aeropuerto Internacional de Venezuela.

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