Lo mejor de Marvel hasta la fecha sin llegar a ser una obra maestra. En realidad, es una película desigual donde las concesiones formales y argumentales son compensadas con dosis de incorrección política. Al final, la propia película libra una batalla en lo interno entre sus visiones y enfoques encontrados. Difícil poner de acuerdo a tanta gente diferente con sus respectivos conflictos de intereses. De hecho, la puesta en escena de la pieza es una representación alegórica del choque de titanes alrededor de la producción del blockbuster.
Cada una de las fichas convocadas quiere jalar para su lado y hacer amenazar la estabilidad de la empresa. Reflejo cínico de las pugnas intestinas del Hollywood posmoderno al estilo de un sugerente cuadro de apocalípticos versus integrados.
El del parche intenta acomodar y enderezar los entuertos del Pentágono en el país de los ciegos. Los señores de las sombras lanzan la bomba atómica, como en “Teléfono Rojo”, ante la amenaza extranjera. En cuestión de minutos, “Los Vengadores” se las arreglan para armar y desarmar la infraestructura del cine de la seguridad nacional en el mismo epicentro de su nacimiento, la ciudad emblema de Nueva York, destruida a placer como en un parque temático de Universal Studios.
Pero tampoco aguarden por el triunfo del caos o por una solución distinta a la tradicional. A último minuto, Mickey garantiza el rescate de la aventura y la resurrección del paraíso en ruinas gracias al esfuerzo del “Team America”, en una especie de conclusión replicante y clonada. La salida burocrática del viejo Stan Lee para mantenerse en paz con Disney.
Ya lo vimos en la tópica clausura de “Hombre Araña”, “Los Cuatro Fantásticos” y las demás sagas de la compañía.
Ahora la fórmula se repite aunque multiplicada a la enésima potencia. Así, del período del renacimiento derivamos hacia los linderos estéticos del barroco, el manierismo y el kistch. Empaquetamiento cultural, de raigambre clásica, dosificado con cuotas de humor negro, en busca del mercado de lo cool. Es una operación ganar-ganar.
La mayoría de los críticos la alaban por romper con el molde. Con todo, se trata de una fractura apenas perceptible, superficial. Es decir, no supondrá la definitiva autodestrucción de la mitología. Al contrario, “Avengers” se estrenó para perpetuar y legitimar una voluntad de poder. Es la doble moral de la franquicia.
Por encima, ella se identifica con los valores nobles, costumbristas, campechanos, folklóricos y sociales de la pandilla de “Hombre de Acero”. Humanizan al conjunto por vía de la exacerbación de sus defectos. Viejo truco de la demagogia.
Por debajo, “Los Vengadores” oculta la agenda hegemónica y neocolonial de Loki. A la postre, el villano pierde la guerra y la saga conquista la taquilla mundial. Ahí es cuando saca sus cachos, nos embiste y devuelve la imagen maléfica del “Big Brother” negado a la libertad de expresión.
Mutatis mutandis, “Avengers” narra la historia de un montaje fallido de “Aló Presidente” a escala global, desde la señal de la torre de “Iron Man”. Apreciable metáfora de las mutaciones y cambios de rostro en las alturas de la pirámide corporativa.
Con todo, el plan del tirano se cae por la impronta de los héroes de acción. La cadena del dictador se suspende y los protagonistas de la trama redimen al planeta tierra. Es un misterio si Venezuela tendrá un epílogo similar para su confrontación bipolar.
Por lo pronto, no recomiendo ir a ver a “Los Vengadores” con demasiadas expectativas. Yo las llevaba por los cielos y acabé por enterrarlas en el prólogo.
Por supuesto, la función divierte al personal y aporta innumerables pasajes para el recuerdo. Los chistes alivian y neutralizan el menor asomo de solemnidad, gravedad e impostura. El grado de conciencia es bárbaro y permite despertar el vuelo de la interpretación. Downey Junior se roba el show junto con sus “Súper Amigos” de la liga de la justicia. Encima, descubrimos una notable referencia al concepto de la caída, del crepúsculo de los dioses.
De la fachada del edificio Stark, solo queda en pie la letra “A”. El mensaje del guión aboga por la sustitución del patrón individualista en aras de sustentar y cimentar la reconstrucción del país en colectivo. Es la tesis de “Los Vengadores”, hermana anabolizada de «El Artista».
¿Es una parábola original? No. También la detectamos en el famoso cine del “New Deal”, formateado como consecuencia de la crisis de los treinta.
El de hoy es una secuela de la depresión económica, de los escombros de Bush en el medio oriente y de las aspiraciones de Obama.
Un paquete medio demócrata y conservador.
El resultado de la mezcla del aire nacionalista de “Capitán América”, los problemas de identidad de “Hulk”, los complejos edípicos de “Thor” y los rollos filantrópicos de “Iron Man” con su dilema de la energía limpia.
Mercenarios, soldados al servicio de la bandera, de la defensa de la soberanía.
Ni hablar de los robos a “Superman” al inicio y de los plagios del trillado esquema del secuestro de “Batman”.
“El Guasón” se deja atrapar.
Vaya sorpresa.
En síntesis, explicación infantil y maniquea de la debacle en ciernes. Los otros son los culpables de la erosión del estado. En ausencia de instituciones y ciudadanos, pues debemos llamar a “Los Vengadores”. Un determinismo como de élite ilustrada. Sectarismo discutible.
Yo prefiero a los indignados de a pie.
No vale la pena esperar por la llegada de cinco tipos especiales para resolver los problemas del mundo.
A ver, ¿qué esperabas tu?
Quiero que te des cuenta que tu crítica es tan maniquea y cliché como la película en sí. Es más se podría escribir una crítica a tu crítica con precisamente las mismas palabras, innecesariamente rebuscadas en muchos casos, que usaste. Para que quede claro, fuiste al cine a ver una película de superhéroes, fantasía o ciencia ficción que busca entretener y no cambiar la percepción estructural que tienen los espectadores de la sociedad.
Además, el primer vengador, capitán de Los Vengadores, se llama «Capitán América» viste un traje azul y un escudo con rayas rojas y blancas y una estrella. Si tú me lees diciendo: «ridículas las alusiones frontales del traje del Capitán América con la bandera del salvador de los pueblos, la solución a todos nuestros males o Los Estados Unidos», entonces ahí tú me pudieras contestar «mi pana fuiste a ver los vengadores a descubrir el agua tibia». Pero en este caso soy yo el que te dirá a ti por tu crítica esperada y sin ninguna novedad más allá de darse cuenta de lo evidente: «mi pana fuiste a ver los vengadores a descubrir el agua tibia»
No me dignaria a ir a ver esa pelicula, es demasiado fantasiosa, mi problema es la masa de hulk, podemos cambiar eel tamaño, si alguien se estira sera mas alto pero la masa permanece constante. Si hulk mide unos 250cm y cuando es un hombre normal mide 180 cm, eso significa que hulk tiene menor densidad que un hombre normal, quizas su densidad sea como la del corcho, quizas eso le permita saltar tan alto, el problema es que como repele las balas eso significa que su densidad es mayor que la del plomo o el uranio. y por lo tanto pesa mas.
¿de donde sale toda esa masa?
La masa no aparece de la nada.
Y los pantalones? supuesta mente el compra los pantalones en cualquier tienda ¿donde venden esos pantalones que se pueden estirar tanto sin romperse?
Puede que crea lo demas y que existe una fuente de enrgia como la de iron man, , es posible, pero no probable. Pero lo que si no me creo es que la masa aparece de la nada ¿que pasa con el boson de higg? no eso es demasiado