SECRETOS PUBLICOS. VERDADES OCULTAS. DECISIONES. CARACAS 2025. CAPITULO 4 – ¿LA SRA. BERTA O LA SRA. LUISA? Por Alfonso Carril.

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No recordaba en verdad su nombre, pero representaba para Javier como un capitulo en su vida, un capitulo que sentía que había sido importante para él, casi que clave, pero a su vez no terminaba de definir que objeto metafórico entregaría a Berta, el hecho de recordarla tan claramente y con tanto cariño, tampoco le permitía ubicarla definitivamente en un grupo de relaciones, Berta era como una pieza de un rompecabezas de madera de figuras que deben entrar en una base con una determinada forma, pero que pareciera no encajar de ninguna manera, la pieza que no encaja; Berta había sido una compañera de trabajo, sin embargo, no lograba ubicarla en sus relaciones de superficie, pues sentía que había sido más que eso pero tampoco era ubicable en ninguna otra de sus categorías de relaciones.

Berta o Luisa, era una mujer de baja estatura, con cabellos amarillos o teñidos de amarillo, blanca, con los dientes un poco torcidos al reír, siempre reía, de piel blanca y con edad para ser su madre en el momento que la conoció, la recordaba siempre vistiendo un conjunto de pantalón y bléiser del mismo color, como si tuviera de todos los colores, una para cada día de la semana, había sido ya hace varios años, Javier tenía en el aeropuerto ya unos 10 y Luisa o Berta y él se encontraron en esos años en los que Javier se insertaba en el mercado laboral; Luisa era una mujer muy alegre y optimista, cálida, con ese aura que trasmite confianza y seguridad de inmediato en los demás, era como otra madre en el trabajo, pero sin esa cosa que tienen las madres que hacen que en vez de querer decirles la verdad, prefiramos ocultársela, quizá porque la crianza que dan es basada en lo correcto y lo moral, tanto que fuera de eso Javier sentía que lo demás era perverso, razón por la que en Berta veía una madre a la que quizá podía contar sus perversiones y recibir a cambio una opinión basada no en lo correcto ni en lo moral, sino en lo humano, en lo que sentimos, en lo que somos, pero la cosa con Berta es que así como se conocieron y tuvieron una relación tan cercana, una vez que Berta fue despedida del aeropuerto, nunca más supieron el uno del otro, pero Javier, luego de tanto tiempo, seguía recordándola con la sensación intacta de que fue una persona importante para él, casi un ángel que estuvo cuando lo necesito y que fue determinante para que pudiera seguir el camino que le correspondía recorrer.

Pero a pesar de todo ese sentimiento y esa sensación que Javier tenía acerca de Berta de ser un ser de paz y salvación, más nunca se había ocupado de buscarla o contactarla, era como si la misión de Luisa había sido cumplida y eso era todo lo que necesitaba de ella en este plano, el objeto que Javier le asignaría sería entonces, quizá un corazón con una pequeña grieta, que no tenía que ver con Berta, sino más bien de donde lo habría rescatado a él. Poco probable que la viera de nuevo, pensaba, al parecer no había salido nunca por el aeropuerto, sino al menos hubiera tenido noticias de ella, pero de todos modos, Berta nunca supo nada de todo lo que Javier pensaba que significaba ella para él, lo más probable de hecho, es que a estas alturas Berta ni lo recordaría, ni lo reconocería, eso, si Berta seguía con vida, pero muy al contrario, luego de tantos años y de una relación tan pasajera en el lugar de trabajo exclusivamente, Javier, por alguna razón seguía recordándola, tanto, que la consideraba una persona importante en su vida.

Javier pensaba que -Las personas, cuando sientes que significaron algo para ti, sea que éstas hayan pasado fugazmente o hayan permanecido durante todo el camino, es porque algo te dejaron y es porque algo todavía tienen que ver contigo- era como si Javier sintiera que Berta era alguien que tenía que estar a la hora de tomar una decisión, una decisión que tendría que tomar a futuro, que tendría que tomar en algún momento y que Berta tendría que estar allí, algo que Javier por supuesto no lograba explicarse y entender, pero era algo en lo que pensaba, no era un pensamiento recurrente, era más bien un raro pensamiento, pero todo esto lo llevaba a pensar aún más en el por qué de esos pensamientos, de esas ideas, de esas sensaciones, de esas indeterminadas y raras relaciones. Javier preguntaba a sus otros compañeros de trabajo si recordaban a la Sra. Berta, pero nadie parecía recordarla con claridad, lo cual le hacía pensar a Javier que Luisa tenía que ver con él y no con el resto, pensaba que de tanta gente que vemos a diario, solo recordamos a quienes debemos recordar, a quienes tendrán que aportar algo a lo que debemos hacer, a quienes tendremos que asignar un objeto metafórico para a su vez este lo use en el momento determinado. Era un extraño juego que hacía su cerebro a partir de un sueño que tuvo.

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