El camino

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      El sacerdote caminaba por la vía empedrada profiriendo salmos, si sentía la mirada de alguien sonreía e impartía bondad y buenos deseos.

      Al llegar al templo cerró la puerta tras de si y se dispuso a verificar que todos los paquetes de alimento estuviesen enumerados y a punto.

      Cuando terminó su tarea un aldeano con la cabeza gacha y mirada avergonzada se acercó a él;

     _Señor, estoy asustado, he perdido la fe, necesito ayuda.

      El sacerdote perplejo tomó un libro que tenía cerca y empezó a golpearlo;

     _Como te atreves, después de lo que hemos hecho por ti, malagradecido, tu falta de fe no es otra cosa que codicia, el mal siempre busca a los débiles.

      _Perdóneme, agradezco todo lo que han hecho por mi, pero eso no soluciona mis problemas, lo que me dicen suena bien, pero yo tengo ideas para salir adelante y cuando trato de expresarlas me meten un pan en la boca, usted es nuestro guía y le estoy pidiendo ayuda.

     _Alabado sea nuestro amo, solo a ti se te ocurre que yo te voy a ayudar, en nuestro pueblo tienes libertad, techo y comida, lo único que se te pide es que no pienses, fuera de mi templo.

      Corrió el sacerdote hasta su oficina y escribió un documento que después de sellarlo y firmarlo, colocó en la puerta de entrada.

      La gente se acercó a leer la hoja, un escrito tedioso que se resumía en el castigo otorgado a la población a causa del aldeano hereje, nadie recibiría comida ese día.

      El temor se apoderó de todas las almas del lugar y de forma instintiva fueron a la casa del causante de sus desgracias, recogiendo por el camino piedras y palos, al llegar lo instaron a salir de su morada.

      Cuando el hombre se acerco a la muchedumbre recibió tremenda golpiza, al calmarse los ánimos adolorido el hereje les habló;

     _Mis dudas se han disipado, tal vez la fe no regrese a mi, pero de ahora en adelante mantendré mi boca callada y tomaré lo que me den sin protestar.

      A la mañana siguiente todo volvió a la normalidad y vivieron felices sin pensamientos creativos, claro no todos, el sacerdote cuando cumplió con su cometido se retiró a otro país y el aldeano escapó del lugar pudiendo conocer otras formas de vida.

      Un día se encontró el hereje con el sacerdote y después de un saludo efusivo fueron a la casa del último a comer y recordar viejos tiempos;

     _Me alegra que hallas decidido marcharte del pueblo, era un lugar muy estrecho para tu mente.

     _Pensé que usted creía en el amo.

     _Al principio trabajé para que funcionara, pero como tú dijiste no solucioné los problemas, en honor a la verdad los postergué, traté de sondear a la gente y me di cuenta que ante el «regalado», las ideas se iban muriendo, por lo que planifiqué mi retiro y ahora vivo tranquilo lejos de la desidia.

     _Y nosotros,  ¿por qué no nos ayudó?, yo lo busqué, nunca habló con la verdad.

     _Cuando castigué al pueblo, nadie subió a un árbol y bajó un fruto para alimentarse, pero todos fueron a lincharte, si hubiesen usado su criterio, tratarían de convencerte y en el camino hubiesen aprendido de ti, en todo caso si hubiesen tenido iniciativa o motivación no serían dependientes de lo que recibían, después del hecho, lejos de poner en duda la organización de sus vidas por un tercero, se volvieron mas sumisos,  lo siento, somos lo que somos.

     El amo esclaviza, pero quien no quiere cadenas las rompe, lucha por su libertad, el error de todos los amos es querer que las personas se arrodillen ante él, pero la esclavitud existe a partir de que el miedo cobra mas valor que el derecho, lo irónico es que los que ordenan son menos que los que obedecen, seguro hay un destino y todos ayudamos a construirlo, al final tú decides si piensas o esperas que piensen por ti, a ti te di el mismo trato que a los demás, pero tú encontraste el camino en medio de la oscuridad, por eso estás aquí, yo no te ayudé y tú tampoco lo hiciste con ninguno de tus vecinos, ayudar implica riesgos, antes de ver mi defecto debieras corregir  el tuyo,  ¿sentarte a juzgar es mas fácil que dar la cara?

     _No tengo respuesta, se por que lo critico, pero no me asocio a ser victimario.

     _Lo entiendo, te recuerdo que somos animales sociales, nuestra humanidad nos da parámetros, pero seguimos siendo animales, el instinto de preservación nos silencia, nos hace huir o como en mi caso engañar.

     _  ¿Y quién es el que habla?

    -En algunos casos un mártir vivo o muerto, en otros un simple muerto, sin embargo también son ecos de conciencia y probablemente los nuevos líderes.

     _  ¿A eso nos reducimos?

     _No, estoy generalizando, es una buena opción, cuando actuamos individualmente buscamos excusas en compañía.

     Al finalizar la visita el aldeano sintió toda la carga de la conversación sobre sus hombros, se preguntaba si su camino era el retorno o el avance.

     Por otro lado el sacerdote libaba el dulce néctar de la uva y celebraba por cada día de su vida, total no sabía si había otra, de momento esta era la que quería disfrutar.

      Toda decisión está vinculada con nuestro entorno y como vivimos, pero también con lo que somos.

 

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