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Critiquemos… como es debido.

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Entiendo la indignación que muchos sentirán con artículos como el de Yon Goicochea, pero en lugar de construir una conciencia en medio de los que nos rodean, volvemos a sacar ese bully interno, que sólo desea salir a destrozar y humillar a quién use ese precioso derecho de libertad de expresión (que tanto hemos pisoteado últimamente) de forma errónea. En este artículo no quiero apuntar mi dedo sobre la opinión de Yon, sino sobre la actitud que tomamos ante circunstancias similares, y la imagen que deja eso de nosotros como venezolanos, pero ya que me metí en este rollo supongo que debería opinar algo, ¿no? Pues a mi parecer le aplaudo su forma de pararse firme ante el país y dejar plasmada su indignación ante algo que a él no parece (y sobre lo que no puedo decir nada porque nunca me he tomado la labor de investigar tales cifras), y si los números que da son correctos, le aplaudo al cuadrado por haber hecho algo que muy poco hacemos: Investigar e informarse antes de comenzar a lanzar pistoladas, razón por la que tantas vergüenzas hemos pasado en clase. Sin embargo, no es adecuado ser tan tajante con respecto a algo que es razón de unión y alegría en un país que ha estado tan dividido a causa de las contiendas electorales y la mentalidad que hemos sembrado en nosotros mismos con respecto a la política durante los últimos años, como tampoco considero profesional tildar de imbécil a toda una colectividad.

Volviendo al tema principal, se nos caracteriza por buscar aquello mal hablado, o aquello con lo que no estemos de acuerdo para destrozarlo y hacerlo quedar como la peor basura, y lo peor es que criticamos el aspecto equivocado de la vaina, por ejemplo, ¿aún se acuerdan del videíto de Caracas Ciudad de Despedidas?, ¿verdad que causó conmoción?, pero ¿por qué?; no fue por la falta de criterio u opinión certera plasmada en los desperdiciados diecisiete minutos de vida que el país entero lanzó al Guaire simultáneamente, sino porque «este es mi país, tu país, mi país  porque no me voy de Venezuela, porque yo soy optimista, o porque si un día tengo que naufragar… enterrad mi cuerpo cerca del mar en Venezuela» o cualquier otra letra nacionalista que se les ocurra, y todos lanzamos aquella rumba de insultos y juicios hipócritas contra los pobres muchachitos, que solo querían que nos sintiéramos identificados con sus inconformidades, y que cometieron el simple errorcito de no escribir con anticipación un buen libretico con opiniones maduras acerca de un tema tan delicado como la emigración, y se cometen esos horrores ante sus cámaras de alta definición (una imagen arrechísima por cierto).

Mientras ignoramos a los grandes críticos de nuestro país, cuyos artículos son la manifestación pura y nítida de la argumentación, buscamos a los jovencitos, a los que no conocen bien las reglas del juego para hacerles conocer la parte más oscura y engorrosa de nuestro vocabulario. Si estas actitudes no cambian, ¿qué nación queremos dejarle a nuestras futuras generaciones?, ¿una donde la ley sea: o te callas o te mato?, ¿por qué no mejor enseñar a nuestros muchachos a expresarse antes de nosotros expresarnos con tal barbarie?

 

Pedro José Herrera. @SgtoEddieAspero

Caracas, 15 de Mayo de 2012.

 

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