En la escena de mi muerte, hijo
están los secretos de la naturaleza.
Sacude tus cadenas
incitando al caos en las demás celdas,
alza la camisa ensangrentada.
Golpeen las tablas de los féretros del mundo
extrañas esencias,
que el ángel despierte
junto a los jóvenes hermanos marcados por las pestes.
No olviden el compromiso de la naturaleza lúgubre
con la libertad de la conciencia humana, al animal en el sendero.
No vengan por mi cuerpo,
no vengan jamás por mi liviano cuerpo…