Debo confesar que cuando me entregaron el libro «Lucía: la pelota que quería llegar al salón de la fama» me llevé una gran decepción. No lo pude ir a comprar yo por cuestiones de tiempo y una amiga me hizo el favor de traérmelo. Ansioso saqué el delgado libro de la bolsa con el logo de la librería Tecniciencia y ¡el alma se me vino al suelo!
Hacía varios meses había conversado vía Twitter con @porlagoma como se conoce en la red social del microblogging a Mari Montes, la autora del cuento, sobre la publicación de la historia con ilustraciones de EDO y unas líneas finales a cargo de Omar Vizquel y, desde entonces, mantenía una gran expectativa al respecto, deseando poder tener en mis manos esa edición que, por lo hablado con la autora, me prometía una particular experiencia sobre el béisbol, deporte que, como todos los demás, nunca me ha interesado pero sobre el que he aprendido a leer y disfrutar de esas lecturas gracias a la fluida y rítmica pluma de Mari en su columna especializada de Runrunes Web.
Extraje el libro de la bolsa y me desilusionó la edición a primera vista por lo austero de la publicación. Pasta de cartulina y hojas del papel más económico que hay en el mercado. Yo esperaba una pasta dura, con hojas con el brillo del satén que haría ver las excelentes y divertidas ilustraciones de EDO aún más atractivas.
No obstante mi desencanto, tomé el delgado libro, lo hojeé y ojeé y me dispuse a
Empecé a leer y ya no pude parar hasta terminarlo, hasta la última línea escrita en el epílogo a cargo de Omar Vizquel.
La historia de la pequeña pelota desde su nacimiento en las manos de Alvaro en Costa Rica hasta ver cumplido su ciclo de vida me atrapó como sólo la pluma de la Montes sabe hacerlo sobre temas tan ajenos y distantes a mis intereses como el béisbol.
Y es que el cuento de Lucía posee ese ritmo especial que Mari le imprime a sus crónicas de béisbol y está impregnado de la pasión que en ella despierta ese deporte y del amor profesado a sus hijos.
«Lucía: la pelota que quería llegar al salón de la fama» es una historia de aspiraciones y sueños, como los que deben tener todos los niños que alguna vez agarran un palo y unas tapas de refresco para jugar en sus barrios o los de los jóvenes que se inician en el deporte con la expectativa de alcanzar grandes logros y desarrollar una exitosa carrera.
El cuento que inicia con la creación de Lucía en las amorosas manos de Alvaro, nos lleva, a través de grandes momentos del béisbol de grandes ligas, a iniciar una travesía aventurera, a emprender un viaje de ensoñación por un torrente de emociones, aspiraciones y vivencias que, aunque muy humanas, Mari se las ingenia fabulosamente para hacernos creer que una bola hecha a base del mejor cuero, del más robusto alcornoque y el más fino hilo encerado, pueda sentir.
La historia de Lucía nos invita a soñar y a perseguir los sueños, pero también nos enseña que, a veces, aunque la vida no nos conceda el favor de alcanzar lo soñado, podemos obtener triunfos que a simple vista pueden parecer muy insignificantes pero, a la larga, serán los que más satisfacciones nos den. Es como cuando dicen: «Si Dios no te concedió lo que pediste, es porque tiene mejores cosas reservadas para ti en la vida».
Lucía no alcanzó su sueño de llegar al Salón de la Fama, pero entendió que su destino era mucho más satisfactorio que reposar de por vida en una estantería de Cooperstown y se sintió plena y satisfecha.
Al terminar de leer el cuento, me quedó el buen sabor de haber recorrido unas excelentes líneas escritas para niños pero con un respeto y una calidad tal, que cualquier adulto lo encontrará fascinante y entretenido.
La decepción inicial se transformó en emoción y admiración. Entendí que esa economía en la edición la hará accesible a todos los bolsillos, ya que es una obra
Comprendí que la calidad del papel no es importante cuando lo que se lee está escrito desde el amor a los hijos y la pasión que inspira un deporte. Sin embargo, sé que el destino del cuento de Mari Montes está escrito, como lo está el de Lucía su pelota estrella y protagonista de la historia y, cualquier día, podré tener en mi mano una edición de lujo, con pasta dura y paginas satinadas como se merece una buena historia para niños como esta con tan maravillosas y divertidas ilustraciones.