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Por debajo de la mesa

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Sé que muchos me tildarán de impertinente. Sobre todo porque hoy es una fecha que muchos califican ya de histórica: la caminata de más de dos millones de personas que decidieron acompañar –pese al también impertinente clima caraqueño– a Henrique Capriles Radonski (HCR) para la inscripción de su candidatura en el CNE. Sí, pecaré por impertinente porque hoy muchos quieren destacar ese hito político y yo prefiero hablar de otra cosa: el ataque xenófobo que sufrió esta mañana Héctor (@zentraedi) por parte de un grupo de adeptos de HCR. Lo lamento: hay cosas que no podemos dejar pasar por debajo de la mesa (o la Mesa, como ustedes quieran). Menos aún cuando los protagonistas de esta pequeña historia se pretenden identificar con una fracción que asegura buscar un cambio en el país.

Para hacer el cuento corto: esta mañana Héctor –venezolano con visión widescreen, como él mismo se describe–  tomó el metro en la estación Chacaíto, luego de hacer el mercado dominguero. Se montó en un vagón que iba repleto de personas que se dirigían a la caminata en apoyo a HCR, con sus franelas, banderas, pitos y demás implementos de marcha. Al ver pasar a Héctor, empezaron a vociferar frases en contra de los chinos. Así, de forma arbitraria, absurda e inmerecida, como todo acto de discriminación. Las frases aludían a que los chinos «son los peores», o serán «los primeros que huyan cuando HCR gane»… barbaridades que solo repito para hacer notar la magnitud de la intolerancia.

De nada valió que Héctor les respondiera, en su defensa, que es venezolano. Fue vejado públicamente por parte de una treintena de individuos que, irónicamente, se dirigía a una marcha que simboliza el reclamo de una sociedad distinta. Relata Héctor: «No escucharon argumento y actuaron en cayapa 35 a 1». ¿No es eso lo que criticamos justamente al chavismo? ¿La persecución? ¿La lista de Tascón? ¿Los insultos presidenciales? ¿La exclusión por causa de la ideología? ¿La discriminación de todo tipo? ¿Pretendemos poner fin a una etapa instaurando las mismas prácticas?

Por supuesto que no podemos generalizar. Por supuesto que ese grupo de individuos es pequeñísimo comparado con las millones de personas que asistieron a la caminata. Por supuesto que no representan el sentir de todos los venezolanos. Pero insisto en que no podemos minimizar el problema hasta terminar ignorándolo. No es un ningún hecho aislado: el resentimiento es la ponzoña que nos está carcomiendo como sociedad. Lo peor es que estas acciones violentas, cuando mucho, ocupan las páginas de sucesos:  el asesinato a los transexuales en nuestro país es cada vez más frecuente, mientras continúa extendiéndose el término «crimen pasional» como eufemismo de asesinato por violencia de género. Y mientras nos horroriza lo que hace un neonazi o dos en los países europeos, aquí hemos tenido nada menos que treinta y pico de venezolanos haciendo gala de su xenofobia en un mismo vagón.

Estadísticas aparte, la clave está en rechazar categóricamente cualquier acto de discriminación, venga de donde venga, sea cual sea la causa.

Me gustaría votar por un candidato que me garantice que, una vez en el poder, no va a ceder a las presiones de quienes quieren desquitarse de los otros. Que no dé lugar a quienes pretenden pagar con el mismo odio que nos condujo adonde estamos hoy. Que no confunda justicia por venganza. Que solo sea intolerante con la intolerancia. Entretanto, y mientras espero una señal auténtica de cambio, seguiré con mis impertinencias.

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