Como he dicho varias veces, trabajo en una universidad del Estado.
No digo «soy profesor universitario» para no darme bombo y también para no dar una impresión errónea. Pero sí, ese es el asunto al cual me dedico.
Y digo para no dar la impresión errónea porque mucha gente piensa que la cosa es ir a dar una clase tomada de un libro que escribió otro fulano. No. En verdad hay mucho más que eso. Yo, por ejemplo, en el curso que estoy dando actualmente he tocado varios tópicos de investigación original, que nadie encontrará en ningún otro sitio que no sea en artículos u otros trabajos publicados por mí. O dentro de mi propia cabeza.
La gente piensa que es llegar, recopilar información de dos o tres fuentes y luego llegar a un pizarrón a escribir y a recitar lo recopilado. Pero la esencia de la Academia no es hacer eso. Eso lo puede hacer un mono entrenado. Dicen que en ciertas dizque universidades oficialistas ocurre. No me consta.
En realidad mi negocio es la creación y difusión del conocimiento.
Por desgracia es un rubro poco cotizado en la Venezuela actual. Todo el mundo quiere ir gratis a la universidad y salir con un título que le permitirá trabajar en PDVSA y forrarse en billete. Y al profesorsucho que enseñó a ese futuro empleado de PDVSA, que le den.
Antes pensaba, creía, que había de verdad un camino. No lo hay. Abrí los ojos. Capriles es otra mierda más. Pero el problema no es ese. El problema es que a Venezuela, como sociedad, las universidades no le interesan. No le interesa el conocimiento. Eso es una vaina para nerds, porque para hacer negocios (como me lo hizo saber un burro con «rial» hace años) solamente hace falta saber leer, escribir y sumar. Y tener contactos, añadiría yo. Y capital.
A muchos profesionales en ejercicio sólo les interesa la Universidad como mampara, para poner en el currículo «Profesor Universitario» aunque sólo pisen la universidad dos veces a la semana y así dar consultorías. Profesores a tiempo completo, investigadores, pensadores, hay pocos. Académicos hay pocos. Por eso la Universidad no tiene dolientes. No tiene voz. Incluso los politiqueros universitarios, esa gente que hoy en día se hacen llamar «autoridades» en la mayoría de las universidades autónomas, son de lo más impresentable entre la rosca universitaria. Auténticas vergüenzas. La rosca de FAPUV, la rosca de las Asociaciones de Profesores de la mayoría de las universidades: tres cuartos de lo mismo. Unos sinvergüenzas que lo único que saben hacer es enviar de vez en cuando comunicados irrelevantes. Una gente para la cual la Universidad es la vaca lechera de los profesores jubilados (un estamento impagable de la sociedad, además).
Entonces los pocos que quedábamos y queríamos hacer algo estamos condenados a la miseria y el hambre.
Y a nadie le importa.
El sueldo de un profesor agregado es 4600. Un alquiler en los suburbios de Caracas cuesta 6000. El comentarista chaveco que me encontré el otro día acá (y que me llamó mentiroso y hablador de paja) miente con descaro al decir que mi situación es anecdótica. Es una situación general. Si tú ganas de 5000 a 7000 bolívares al mes no puedes pagar un alquiler en 6000. Y eso como barato. Menos vas a poder ahorrar para reunir la inicial de una vivienda. Y si tienes carro, tendrás que morir con él (literalmente, porque a estas alturas no tienes para arreglarle el tren delantero, que se daña a cada rato por las condiciones en que esta maravilla de gobierno mantiene las vías) porque ni soñar en cambiarlo.
Como decía, Capriles no va a revertir esta situación. Esta situación no tiene remedio. Cada vez seremos más y más pobres, hasta que seamos unos indigentes como lo son hoy en día los maestros de primaria y los profesores de secundaria. Muchos perdieron su casa en los deslaves de 2010 y viven hoy en día en refugios. En esas manos está el futuro del país. No digo que sean malos o incapaces por vivir en refugios. Digo que viviendo en un refugio uno no puede hacer bien su trabajo. Menos aún trabajo intelectual.
By the way: ¿han visto la cuña esa donde sale un bolsa diciendo que Chávez sacó a su familia de abajo? Mierda, qué poco orgullo. Yo no podría decir que otro tipo sacó a mi familia de abajo sin sentir cómo mis bolas son separadas del resto de mi organismo. Dignidad, se llama. Poca gente lo sabe. Guarden el secreto.
En fin, que ando deprimido clínicamente. No creo que ir a un psiquiatra ayude. No ha ayudado antes. No creo en la medicación. Nada, a apechugar y tratar de sobrevivir sin descuidar lo importante. Pero no está fácil. Cuando la esperanza se va es muy jodido seguir. Y acá esperanza, lo que se dice esperanza, no hay.