panfletonegro

4 fantasías basadas en la tecnología

I

Soy una ferviente defensora de la descentralización. Me parece que mientras más pequeño sea un municipio, mucho mejor. Hay que rescatar la municipalidad, no como una pesadilla de junta de condominio, sino como la forma más eficiente de gestión política. Claro, yo vivo en un país que es todo lo contrario a esa visión, yo vivo en país que es, prácticamente, inauditable, y por eso que ésta es mi fantasía número uno: Que las cuentas sean digitalizadas, que, como desea mi querido amigo xluis, podamos ver en línea cómo se invierten nuestros impuestos. Que la tecnología nos permita la transparencia más diáfana.

Por supuesto, esto representa una amenaza insoportable para los políticos que buscan enriquecerse a costa del estado, o podríamos constatar el orden de prioridades de una gestión en especifico, y es por eso, precisamente, que esto sería una fantasía, pero no está de más exigirlo. Porque se puede, porque se debe, porque el sistema lo soporta y lo permite. No importa que sean pocos los ciudadanos que entren a revisar cómo van las finanzas del municipio, lo importante, lo verdaderamente innovador y progresista sería que tuviésemos acceso a las cuentas, que un ciudadano can bastante tiempo libre pueda entrar a la página y ver cómo se invierte el dinero, y evaluar cómo éste es utilizado para mejorar su condición de vida.

El gobierno en línea, completico. Sin trampas. Limpio y puro como el agua. Pornografía política.

II

Termino La Sociedad de la Ignorancia y otros ensayos (Infonomia, 2009) y me sorprendo con un amargo y expectante sabor en la boca. Ciertamente, la sociedad del conocimiento sigue siendo una utopía, a pesar de que contamos, como nunca antes, con posibilidades reales de instaurarla. El término, sociedad del conocimiento, fue acuñado en 1969 por Peter Drucker, quien por primera vez introdujo el conocimiento en la ecuación económica, estableció la relevancia del saber como factor económico de primer orden y “dejo claro, además, que lo relevante desde el punto de vista económico no era su cantidad o calidad sino su capacidad para generar riqueza, su productividad.”

El concepto trascendió el ámbito económico y se convirtió en lugar común, una especie de anhelo tácito de la sociedad que se pretende ser para lograr, no sólo nuestra supervivencia, también apoyados en el conocimiento, se busca, de alguna manera, reducir al mínimo las desigualdades de todo tipo. Las sociedades democráticas, en teoría, entienden la importancia de la democratización de la educación, pero fue la tecnología la que logró, en estas últimas décadas, darnos las herramientas más eficaces para difundir y consumir información y conocimientos.

Sin embargo, la revolución tecnológica nos presenta nuevas contradicciones y paradojas: Cognitivamente, no estamos en la capacidad de procesar toda la información a la que ahora tenemos acceso, y la cual estamos expuestos, gracias al internet. La velocidad del mundo hipercoenctado nos obliga a la obsolescencia en muchos campos que escapan de nuestro interés o nuestra capacidad. Como nunca antes, no estamos seguros de lo que no sabemos, enfrentándonos a más dudas que certezas.

Y esa percepción de si realmente estamos procesando y digiriendo el conocimiento disponible para tomar decisiones individuales y políticas que nos ayuden a mejorar nuestra calidad de vida y nuestro entorno. Cuánto de espejismos y de sombras hay en la sociedad de la información, en nuestra nueva realidad, en nuestras nuevas formas de consumir y acceder al conocimiento. Cuántas ilusiones se estrellan contra la realidad. ¿Realmente estamos aprovechando estas nuevas ventajas? ¿Son ventajas?

Sin duda, el bajo costo y la usabilidad de los nuevos artefactos pueden acelerar los procesos de obtención de conocimiento para disminuir el retraso y la disparidad que nos caracteriza. Pero el reto que se nos presenta es aún mayor: lidiar con el ruido, la evasión, la superficialidad. Se trataría de saber utilizar las herramientas y aprovecharlas para nuestra satisfacción espiritual y material. La utopía es la fantasía. Que de alguna manera, la tecnología, sirviendo de medio, nos ayude a lograr un mundo más equilibrado, esta vez sí. Ojalá.

III

Gracias a una red de tráfico de libros que monté con unos amigos, me llegó a las manos mi primer libro electrónico. Antes había leído sólo en formato PDF. Los ebooks son otra cosa totalmente distinta. Tomar notas, tocar una palabra y poder ver su significado, mandar fragmentos, guardarlos, en fin, una experiencia nueva de algo que hago desde la niñez: leer.

Nunca había podido terminar un libro en la computadora, pero desde que tengo una tableta, nunca había leído tanto. Podría dar varias razones de por qué ahora leo más, pero la voy a resumir en una sola: leer en estos dispositivos es mucho más cómodo. Y si algo es más cómodo es más probable que se haga.

Los libros electrónicos están en su primera fase, sus posibilidades son muchas, cómo afectará la literatura es una discusión fascinante. Pero creo que a partir de este momento se leerá más, o eso fantaseo. Porque será más cómodo, más barato, más fácil. Y eso es bueno porque no existe, todavía, mejor forma de adquirir conocimientos que leyendo. Y ni hablemos de cómo el placer se intensifica.

IV

Mis padres vinieron en diciembre a Caracas, y una mañana, cuando estaba yo dormida o en la calle, mi papá agarró la tableta, la empezó a jurungar y a familiarizarse con ella, primera vez que tenía una en las manos. Pasan los días, ellos se regresan a Puerto La Cruz, y por necesidad, entro al carrete y me consigo con estas 4 fotos.

Es una secuencia que si se planea no sale así de perfecta: en las primeras dos fotos sale mi papá aprendiendo a utilizar la cámara, en la tercera se logra tomar la foto que pretendía desde el comienzo, sacando la lengua, y la última es él riéndose de su gracia y cerrando la cámara. Claro, él no me dijo nada, la intención era que un día su gesto me agarrará por sorpresa.

Me tenían que ver la cara cuando vi las fotos, toda la ternura del mundo se apoderó de mí en ese momento. Lo quise más infinito de lo que normalmente lo quiero. Mi papá siempre ha tenido esos detalles conmigo, pero éste fue en el IPad y me ayuda a ilustrar mi cuarta y última fantasía: Que lo humano nunca se pierda en la tecnología.

Salir de la versión móvil