Sus tacones rojos agregan unos significativos centímetros a sus ya 1.83 metros de estatura, viste un top blanco y una falta larga negra y es que Roxiss, una transexual de “pongámosle 40” años de edad, revela a medias, definitivamente no pasa desapercibida.
Se graduó de enfermera pero actualmente trabaja como estilista en un salón de belleza, para ello realizó estudios en esta rama, “porque si me iba a dedicar a ello ¡lo iba a hacer bien!” expresa. En cuanto a su nombre real, ni lo menciona. No le gusta pronunciarlo en voz alta como si de Lord Voldermor (el innombrable de Harry Potter) se tratara, por lo que saca de su cartera una chequera para que pueda verlo: Onán Valdez. “Es horrible, a mi no me gusta para nada” confiesa.
Aunque trata de ocultar sus rasgos masculinos con polvo, lápiz labial, rubor, pestañas postizas y un gran despliegue de gestos femeninos, aún quedan vestigios de ese hombre confinado al olvido, porque como afirma Roxiss: “Soy muy mujer, mi interior es de mujer, la decoración de mi casa es muy femenina, como yo”, o como una vez le dijera un amigo: “Eres el gay más heterosexual que conozco” relata con su voz que intenta parecer menos grave.
El génesis
Roxiss comenta que cuando era niño no sintió ninguna atracción por su mismo sexo, pero fue en bachillerato, quizá a los 12 años cuando comenzó un gusto inexplicable por otros varones, situación que no comprendió.
A los 15 años deja su hogar para posteriormente comenzar su carrera en enfermería. “Me fui como hombre y regresé como mujer”, cuenta esta estilista, y la más sorprendida fue su madre, quien en un principio no estuvo muy de acuerdo, pero luego tanto ella como sus cuatro hermanos (dos hembras y dos varones) la apoyaron.
Cursó toda la carrera vestida como cualquier jovencita universitaria, sin el apoyo de «desclosetamiento» de Ricky Martin, sin alguna ley (así fuera en otro continente) a favor del matrimonio gay, sin el ningún movimiento en pro de los derechos de los homosexuales, en una época donde la intolerancia lo catalogaba de “maricón” o de “loca”. Pero sus tacones no la hacían tambalear al pasearse por los pasillos de la universidad para finalmente obtener el título de licenciado en enfermería.
Su deseo por independencia la llevó a otros rumbos lejos de su familia y aunque su madre ya consciente del mundo a cual se enfrentaba quiso retenerla para que “no le hicieran daño” ella replicó “es que yo quiero que me hagan daño, quiero saber quiénes son malos y los buenos para poder elegir”.
¿Reasignación de sexo?
Roxiss confiesa que le gustaría hacerse cambio de sexo, tener unas buenas “lolas” o más curvas, pero en su cabeza hace eco la idea de que le realicen una mala operación, que por ser hombre no se esmeren tanto en la estética como lo harían con una mujer. Sin embargo cuenta entre sus ventajas que produce más hormonas femeninas según un estudio endocrino que se hizo. Que es lampiña lo que hace de los vellos una preocupación menos para lograr su aspecto femenino.
Lo que sí le encantaría cambiar sin temor es su nombre, poder verlo plasmado en su cédula, llenar alguna planilla afincando bien la “R”, que cuando se presente como Roxiss pueda corregir a algún funcionario público diciéndole “es con dobles ‘S’ cariño”.
La entidad responsable para hacer este trámite es la Oficina de Registro Civil y entre los papeles que debe entregar para concretar el cambio es una carta explicando las razones por la cual se solicita la reasignación de nombre, papeleo que ya ha hecho Roxiss pero sin éxito. La explicación es que si llega a cometer algún hecho punible necesitarían acceder a su base de datos, pero ella a conocido amigos de otros países que han podido cumplir su anhelado sueño.
Por lo demás Roxiss no se amilana y ella misma se define como una persona exitosa que se ha ganado el respeto de los demás con una de las filosofías que heredó de su madre: “Cuando alguien me dice o hace algo creo que insulto más siendo educada que grosera”.
Cuenta que sus amigos heterosexuales la han catalogado de valiente, por abrirse paso taconeando en medio de una sociedad que aún no está cómoda con su manera de vivir, sin embargo ella no lo considera de esa forma porque al fin y al cabo eso de actuar como mujer no lo aprendió sino que “surgió natural”.
Muy buen artículo, sobre todo porque evita caer en los clichés de siempre y me parece que así llega mejor la información. De ser posible me gustaría que escribieras un poco más acerca del aspecto legal del cambio.
Si a mi tambien me encanto, por si acaso participa en el concurso, le puse mi estrellita para ayudarlo
Gracias, procuraré ampliar la información del cambio, a modo general es casi imposible, actualmente en Venezuela, que los transexuales hagan cambio de nombre y papeleo legal por paradigmas y por falta de voluntad de las autoridades.
Correcto, hasta donde tengo entendido no es posible legalmente. Eso lo leí en su momento con el caso de la abogada Tamara Adrián (Tomás Adrián), en el que el profesor nos explicó que su cédula seguía siendo la de Tomás Adrián.