panfletonegro

“TROPICOLLAGE” – Crónicas de Cuba VII

/home/depr002/panfletonegro.com/v/wp-content/themes/panfleto2019/images/random/depr_17.jpg

Lo primero que hice al llegar al hotel, después del recorrido por La Habana Vieja, fue entrar a la tienda de Intur a comprar los cassettes para los muchachos y el pote de mantequilla de maní más grande que encontré, pues uno de ellos me había dicho que siempre la había querido probar y me pareció una buena idea que la compartiéramos después de cenar.

 Eugenio me buscó en el hotel y llegamos a casa de Fidel como a las 8 y media de la noche. Allí estaban ya Verónica, Julio y el anfitrión.

La casa era de los años 50, deteriorada por falta de mantenimiento, humilde pero limpia. Tenía unos muebles viejos con tapicería descolorida y un equipo de sonido portátil en la sala que le permitía a Fidel satisfacer su pasión por la música.

Después del paseo por La Habana Vieja, fui a casa de Fidel

Minutos después de llegar,  los muchachos pusieron un cassette con música de Carlos Varela, explicándome que era un cantautor de la nueva trova que se estaba atreviendo a hacer música de protesta, con una profunda crítica al sistema cubano.

-¿Te acuerdas del «tropicollage» que te hablamos en el Mella?, me preguntó Fidel, y se dispuso a poner una canción con este título en la que se cuenta la historia de un turista que llega a La Habana, va a Varadero, al Tropicana, se hospeda en el Habana Libre y  se marcha de Cuba, creyendo que con ese recorrido ya conoció el país.

Se fue en Habana autos,/ rumbo hasta Varadero/ apanado en arena./
Fumándose un habano,/ se tiró algunas fotos/ recostado a una palma./
Volvió al Habana Libre/ alquiló un tourist taxi/ para ir al Tropicana/
Después al aeropuerto/ y así se fue creyendo/ que conoció La Habana./
Ese tipo pagó la cuenta/que le estaban sacando./ Pero en la polaroid de su cabeza lleva/
Tropicollage, collage collage, tropicollage…

Varela había comenzado a componer en 1978 y grabó su primer álbum «Jalisco Park», en 1989. Sólo dos años antes de mi viaje a Cuba y, justamente, en el 90 el año en que visité la isla, se realizó la grabación de Carlos Varela en Vivo. Es ese el disco que me mostraron en casa de Fidel y que ya se estaba convirtiendo en objeto de culto para los cubanos que tenían serias diferencias con el régimen político de la Isla.

Escuchamos toda la grabación mientras ellos me explicaban como, por ejemplo, Guillermo Tell es una canción en la que se critica, con metáforas, la larga permanencia de una persona en el poder, haciendo alusión directa a Fidel.

En este tema, el hijo de Guillermo Tell ya ha crecido y  le dice a su padre que ya está cansado de ponerse la manzana en la cabeza para que demuestre su puntería.
Ya llegó la hora de que el padre le ceda la ballesta a su descendiente y que le permita probar su valor apuntando a la manzana que su progenitor deberá sostener en la cabeza.
Esa canción es un grito lanzado al gobierno para que dé paso a nuevas generaciones, y les permita tomar las riendas de la vida del país.

MEMORIAS

Carlos Varela, Cantautor de la Nueva Trova

Este es el título de una de las canciones del disco de Varela en la que un hombre rememora su vida en el régimen cubano, comparando como creció con Elpidio Valdez en lugar de superman y con un televisor ruso. Así dice:

 «No tengo mucho más de lo que puedo hacer y a pesar de todo lucho. No tuve Santi Claus ni árbol de navidad, pero nada me hizo extraño. Y así pude vivir, teniendo que inventar los juguetes una vez al año».
Cuando escuché esta canción me percaté que era diciembre y por ningún lado de La Habana había algo que le recordara a uno que era época de navidad. Lo más aproximado a un adorno navideño que vi, fue un florerito de vidrio en el centro de una mesa en el restaurante del hotel con una flor plástica y un pequeño lazo hecho con cintas rojas y verdes y atado con un cascabel dorado.
La velada en casa de Fidel fue muy tranquila y agradable. Comimos una ensalada de lechugas y huevos rellenos que era, sin duda, lo mejor que nos podía ofrecer el anfitrión, haciendo un hueco en su libreta de racionamiento.
Después de tantos días comiendo la misma comida en el hotel, de verdad que la cena en casa de Fidel me supo a gloria. Tal vez no fue la comida en sí, sino la compañía y la alegría que me producía estar con esta gente sencilla que estaba buscando cómo superar todos los obstáculos que la vida les presentaba.
Les robé un cassette de los que les llevaba de regalo y le pedí a Fidel que me grabara el disco de Carlos Varela. Esas canciones junto con el film El Fanguito, me permitían predecir que, mientras hubiera creadores que se atrevieran y gente como con la que compartía esa noche, no todo estaba perdido para los cubanos y que algún día su pesadilla terminaría.
Nos despedimos como a las 3 y media de la madrugada. Yo debía descansar un rato pues ya estaban corriendo mis últimas horas en Cuba y al día siguiente iba para Varadero en la mañana temprano, en la tarde pasaría por la casa de Hemingway que la habían convertido en museo y permanecía exactamente igual a como estaba al momento de morir el escritor y, en la noche, al Tropicana. O sea que mi último  día en la Isla prometía ser movido y emocionante.
Nota: al picar en las fotos se podrán ver videos de Carlos Varela

Continuará…

Memorias de un viaje a la isla – Crónicas de Cuba (I)  http://li.co.ve/hxp

Cuando la realidad te golpea en la cara – Crónicas de Cuba (II) http://li.co.ve/hvg

Mi encuentro con la ley – Crónicas de Cuba (III)  http://li.co.ve/hvZ

“En Cuba tenemos que hacer cola hasta para hacer el amor” – Crónicas de Cuba IV  http://li.co.ve/hyL

¡Por fin! CUBA, MAS ALLA DE TRAFICANTES Y JINETERAS – Crónicas de Cuba V http://li.co.ve/hzx

 LA HERMOSA HABANA VIEJA – Crónicas de Cuba VI http://li.co.ve/h0g
Salir de la versión móvil