Y es que al ver la inmensa maquinaria publicitaria, uno no tiene más remedio que apretar los dientes y tratar de mirar a otro lado. Muy bien, pero así miremos hacia ese otro lado, nos toparemos con algún afiche del candidato-comandante-presidente que, con varios kilos menos y unos dientes recién blanqueados (photoshop gratia) nos sonrie desde cualquier poste o semáforo. Pero, observen también como han invadido la red y los canales por suscripción.
Es evidente que la propaganda de Chávez es fea, pero efectiva. Analicemos más detenidamente estos dos puntos.
Es fea porque atenta de manera descarada y grosera contra varios artículos de la constitución, leyes electorales y demás reglamentos que tratan de arbitrar este maremagnum con ribetes circenses que se han convertido las campañas electorales desde hace 15 años.
Fea también por el uso indiscriminado de los colores primarios. Marea a simple vista la serpentina que se convierte luego en un «corazón venezolano», término por demás ambigüo, si tomamos en consideración la gran división en la que se encuentra nuestra sociedad.
Se nos ha dicho en una de las últimas cadenas, por cierto desde lo que era antiguamente el patio de honor de la Academia Militar: El que no es chavista no es venezolano. Pregunto ¿Puedo pasar por alguna embajada a ver si me reciben? ¿seré considerado extranjero aún habiendo nacido en La Maternidad Concepción Palacios?
Pero dejémonos de tantos devaneos filosóficos porque -y aquí entramos en el otro punto a analizar-, los habitantes de las barriadas populares y tantos pueblos perdidos en las inmensidades del interior lo tienen muy claro: Lo que diga el Bolívar este, es palabra santa y punto. ¡Ay de aquel que diga lo contrario! más le vale no haber nacido, como dijo Cristo [sic].
Es efectiva, así nos duela admitirlo, porque genera verdadero miedo en la oposición. «Volvió» justo al cumplir un año de haber declarado que tenía cáncer, después de haber tenido una ¿recidiva?
La verdad es que Chávez resucitó, no al día siguiente de la pascua judía, pero sí en la fecha exacta del inicio de campaña: ¿casualidad? tal vez, pero yo no estaría tan seguro.
Lo cierto es que todavía falta camino por recorrer, pero en el punto donde estamos hoy, el panorama no se ve tan alentador. Yo que ustedes no dejaría de votar y de tratar de convencer a tantos comodones que creen que el bronceado del lunes siguiente a las elecciones es más importante que vivir mejor los próximos seis años.