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La luz de esta hora afila los bordes de las cosas
Las ramas del chaguaramo desvisten la voluntad del aire
Son la cuatro del día, es el momento de escuchar
La insurgencia del silencio, y acatar su dictamen, así
Ejerzo la visión sin maridaje y expongo los límites carnales
A la aventura indivisa del poder inmediato.
Recusar la sequía de mi entendimiento
es, a fe mía, lo único indicado,
de otro modo me quedaría sin todo
y el bagaje inútil me evaluaría de nuevo
vendría por mí lo que debo,
me apuntarían las cifras decimales,
los olvidados genitivos,
las normas procesales que tanto desprecié,
los delitos sintácticos me apretarían la cara contra la almohada,
entonces tendría un sueño penitente,
volvería a pensar hacia occidente,
a recordar, a tratar, a presenciar la manida profecía de la tardanza.
Me defenderé al decir que estuve allí,
agradecido del silencio gris,
mientras regresaba la oportunidad del tiempo.

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