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La Fabrica del perro sordo

LA FABRICA

Una mañana sin sol sin luna sin nada, un amanecer como tantos otros, todas las mañanas del mundo, me dije en silencio, aquella pelicula francesa de Corneau. Algo tenia esa mañana que inspiraba respeto, que hacia que desandara mis pasos. Desde muy pequeño se veia en mi la diferencia, yo era el primero de mi clase, el mas inquieto, el mas guapo, el que sabia divertirse asi estuviese solo.
Fui parte de una familia disfuncional tipica, nada extremo, padres inconscientes, clase media que sentian que pagando buen colegio habian tocado el cielo de la « buena educacion », al mejor estilo de Almodovar senti que mi vida era de pelicula, asi fue, que no me preocupe por dar mucha insistencia a una sola cosa, concentrarme en una carrera universitaria u oficio alguno, era obvio el éxito para mi, era un aventurero, y asi tomé la desicion de recorrer el sur, me fui de mochilero a la Patagonia, en un momento precoz de relevacion sartreana, dejé la casa y emprendi el viaje de Ulises.

Una mierda. Por supuesto. Me desperté un dia, como todas esas mañanas, como si la mitad de mi vida hubiese sido secuestrada por un duende de la fortuna, de la mala fortuna. Hacia rato que mo usaba espejos, nunca los necesite, me veia reflejado en la necesidad de los otros de mi, era obvio que yo era especial, pero un dia, maldito dia, me regalaron una camara, al comienzo, el juego, si estaba contento, clic ! Me tomaba una foto y me veia, luego se volvio una enfermedad, si algo me molestaba Clic ! Otra foto, y a ver que habia detras del clic, un idiota, viejo y solitario.
Cuando pensé que todo habia terminado me contrataron en una fabrica, era un edificio cuadrado, gigante, un gran monstruo de cemento lleno de historias ensambladas, todas encajaban como un gran lego, menos yo, claro, yo los retrataba, mi trabajo era « fotografo de fabrica »

Pasé mucho tiempo riéndome de mi mismo, primero unos meses que se convirtieron en años, y me volvi un obsecado de los pequeños cambios de esos « seres », obreros presos de su pobre destino. Todos, dia tras otro, marcaban tarjeta para hacer los mismo, una fabrica de desilusion, una fabrica de gente perdida en su propia miseria.
Creo que ahi comenzo todo. Aunque para mi, todo comenzaba en la claridad de la mañana, cuando mis sueños me despertaban con una ansiedad particular. No era miedo, no era eso que llaman a pertenecer, yo nunca quise pertenecer ni siquiera a un amor, eso, queridos, se los dejo a los poetas.
Pero cada mañana tomaba fotos de la chica que se comia las uñas todo el dia después de pintarselas con sumo cuidado, una dedicacion que parecia que cada piencelada a una de las 9 uñas (pués, tuvo a bien faltarle un dedo para hacerlo interesante) procedia como postre, después del mediodia a comerse una a una, yo pensé que era la manera mas discreta de un suicidio. Digo yo que el esmalte tiene que ser toxico a la larga.
Habia un tipo que me enloquecia de forma peculiar. Se decia llamar Yair, en su ciudad natal era Jairo, pero aqui, como todo extranjero quiso parecerse a los autoctonos, y penso, ahora soy Yair, el mismo pendejo, sin casa ni lugar en el mundo. El tipo era generoso, amable, muy pequeño de talla, pero se agigantaba en gestos, invitaba a todos un dia el almuerzo, yo lo veia, de cerca, con mi zoom de la camara, que para mi ya era bastante cerca. Me atrapo un dia de esos que a uno se le queda el impermeable de la amistad, y yo de bestia, le acepte al almuerzo. Que quiebre. El tipo solo podia comer con cubiertos de plastico, el metal lo saboreaba como aquel cuchillo que le pusieron en la boca durante horas, en un secuestro a los 13 años. Un horror saber de su vida. Pero me fragilizo, de ahi en adelante me interesé por otros… y otros.
Mis fotos cambiaron. Me dolia cada clic, segui fotografiandome, no por hacerme autoretratos, era un sortilegio de vida, de respeto al otro. Y aparecio ese perro, uno gordo, viejo, mestizo, con canas, el muy entretenido la tomo conmigo, todas las mañanas me ladraba, no era de los que no muerden, éste seguro que si. Me miraba, se concentraba el muy cabron… que esperaba por Dios, yo aceleraba el paso y le miraba poco, pero me exigia, me presionaba a diario… y yo no le hacia el clic.
Estaba lo que denominan « guachiman » del ingles, (no tiene porque ser obvio) « watchmen » creo que es hombre que vigila, igual tampoco sea esto la traduccion, a estas alturas de mis pasos importa poco mis equivocos. El tipo era flaco, alto, mas bien encorbado, estaba todo el tiempo de malas, le daba comida al perro que llamaba « Sordo » dificil créer que era por afecto. El muy hijo de su madre tenia al animal maltratado, y el perro de mierda no me queria ni ver, y yo que no sé porque insana razon queria ayudar. Perro de mierda, me tuvo 7 años recagado a la entrada y a la salida.
No intenté hacer amistad, mis años de una vida robada por el duende de los recuerdos me hacia ser un desterrado de la memoria, pero igual un sobreviviente de esta fabrica de zombis.
Habia llegado el dia, ese, que nadie espera, que solo los interesados querian tener noticias. El mundo estaba en crisis, CRISIS ? Tenia que venir el fin de mundo, por Dios, cual Dios, no importaba, tanto dinero en las manos de los tipos de la fabrica y ese lote de humanos temblorosos porque habia que mudar el edificio.
Cosas del medio ambiente, cual medio ambiente ? Y que pasa con estos seres que creen que su fabrica es su destino ? Iban a demoleer la fabrica.
Todos en panico. Una fabrica de mas de 50 años, un bloque construido como si fuese una maravilla Maya en la mitad de una ciudad « civilizada » tenia que ser demolida, para dar paso al… progreso ?
Nadie pensaba en esas historias, en los amores de fabrica, en los temores de fabrica, en el cotidiano de fabrica… Yo que no lloraba desde los 13 años, tampoco lloraba ahora. Pero sentia un sabor a azufre en mi saliva. Pensé en levantarme y como un verdadero lider asumir el control del desajuste social de la puta fabrica. Pero en mis sueños de todas esas mañanas nadie me escuchaba, volvi al clic formal, repeti verme en fotos, cada vez era mas borroso, yo, en mi autenticidad de hombre libre, yo, que nunca permiti que el dolor me tocara.
Todos tenian calendarios. Unos digitales, pero a todos nos igualo el calendario impreso, pegado detras del computador, se marcaban los dias, normalmente con tinta roja o negra… muy pocos en azul. Para mi era indistinto, toda mi vida supe la hora y el dia en el cuerpo, cuando quise saber de mi, hice clic y no me gusto. Deje de hacerlo, jamas volvi a reconocerme.
Pero ese dia, el dia que iban a demoler la fabrica, yo, callado, tranquilo, sin apuros, hice lo de siempre, fui puesto por puesto, clic a las sillas vacias, clic al tiempo detenido, clic a la sombra de la humanidad, ya el tiempo se habia detenido antes del clic de mi camara.
No lo niego. Me perturbo. No entendi nada. Segui como quien trabaja « todas las mañanas del mundo », pensé que estaba contratado para un film francés, de esos que el tiempo real te come a punta de dialogos, pero solo habia silencio. La verdad era una paz de los ausentes. Habia terminado aque purgatorio de vidas. Sabia que tenia que dejar de retratar el mausoleo de lo que fue. Pero senti por una sola y unica vez el compromiso. Con aquellos que habia fotografiado, entre en una angustia absurda : Quedara alguien en el baño de abajo ? Sera que el estupido « guachiman » esta retrasado en la salida ? La chica de los 9 dedos busca su estuche de esmalte para drogarse ? Donde queda atrapado el sentido del tiempo de estos seres ? Ahi fué. Joder ! Como un loco tomaba fotos y buscaba las victimas para salvarlas, de pronto, en un baño siempre espantoso me tropezé con un espejo, estaba solo, era un loco en medio del silencio de una fabrica que iba a ser demolida en minutos. Entendi. Hay que correr y salir ya ! Lo hice. Las santamarias o rejas automaticas iban cayendo, yo segui tomando fotos, era mi hogar carajo que se me iba y yo sin saber si existia un después, corri como un animal preso de angustia y justo en ese momento donde solo se escuchaba un heicoptero contado los minutos para hacer explotar la fabrica… el perro. El pendejo y gordo perro negro, viejo y perdido, abandonado a su suerte, volteaba a un lado y al otro, con sus cuatro patas en tension, con la mandibula abierta como quien quiere decir algo importante, sin grito, ni aullido, aterrado en la mitad de la fabrica me jodio la ida.
Corri y lo abracé, ni él ni yo pensamos en la mordida tantas veces prometida, lo abracé y lo llevé conmigo… bajo la ultima « santamaria », lo abracé mas fuerte, creo que él a mi y escuché muy dentro un « pof » ; quedamos él y yo abrazados en el impecable piso vuelto escombros de losque fuese nuestra hogar.
Era obvio que mi vida iba a ser un éxito. Solo que un perro llamado « Sordo » fue quien lo escucho.

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