La exposición de “Tutankamón” en el museo de Bellas Artes, califica como golpe de estado a la cultura. El último eslabón de una cadena de desatinos políticos y estéticos en el sector, iniciados con el despido masivo de los empleados e investigadores de base. Después vino el desastre de las Megaexposiciones de Farruco. Luego el abandono sistemático de los espacios hasta límites insospechados.
Posteriormente, los recuperarían con las llamadas curadurías prefabricadas, implementadas como una extensión de la política exterior del gobierno.
Así las salas se prestaron para albergar muestras importadas a la manera de franquicias itinerantes. Pequeños circos y ferias rodantes, de país en país, auspiciadas y subvencionadas por el dinero del estado bajo el apoyo de las embajadas aliadas.
Tradición heredada de los lazos con Cuba y La ex Unión Soviética. Se trataba de un lenguaje adaptado del patrón de la guerra fría cultural.
El siguiente paso fue convertir a las salas en albergues y hospicios de víctimas de las catástrofes naturales del Niño y demás fenómenos ecológicos.
Mientras tanto, las identidades y funciones de las viejas instituciones, eran transmutadas y pervertidas con oscuros fines proselitistas y negacionistas, de desconocimiento de la fructífera y exitosa gestión precedente. Ejemplo para el continente. Nada hacía prever la orientación de la próxima movida.
Grosso modo, la Alcaldía Libertador pagaría por el montaje de la exposición wikipedia de “Tutankamón” en Bellas Artes, desplegada con antelación a lo largo y ancho del centro de convenciones del «Sambil Mall». Espectáculo organizado y pagado por la compañía “Evenpro”, de triste recuerdo en la ciudad por la cantidad de daños y perjuicios sufridos por sus clientes.
En consecuencia, la revolución pondría una vez más sus intereses demagógicos y populistas de campaña permanente, por encima de la defensa del legado y del patrimonio vernáculo. Irónicamente, la guardia pretoriana del Alcalde vigila el desenvolvimiento de la actividad, con sus uniformes de reservistas y cadetes en formación. Otra falta de respeto ante las narices del medio, donde lo militar y lo policial asumen funciones adjudicadas a la fundación nacional de museos. Por ello, la intervención constituye una asonada militar escandalosa y así debe conocerse en el mundo.
También es paradójico el contenido del recorrido. Nos prepara para la inevitable muerte del líder único y justifica la construcción de su tumba monumental. Parece un guiño a la teoría del fallecimiento de Chávez y la intención de velar sus restos en la extensión faraónica del Panteón, erigida por los socios del arquitecto Francisco Sesto.
Un video mal hecho y peor producido nos explica los avatares del Rey al calor de las intrigas palaciegas y las luchas de poder de su imperio en ruinas. Se nos habla de la necesidad de contar con un sucesor en la cadena de mando. Afirmación de reaccionarios principios monárquicos en la tradición infantil, maniquea y efectista de un parque temático de Disney.
Me evoca la atracción de “La Momia” de Universal Studios aunque con menos presupuesto y definición técnica.
Las impresiones de la pared lucen desgastadas, roídas y exhiben leyendas sobrecargadas de texto redundante, básico, discutible.
El exceso de información genera en el espectador una sensación de ruido, hacinamiento y amontonamiento. La colección de replicas baratas rebasa las dimensiones del aposento. El resultado es de una promiscuidad semiótica alarmante, cuya principal víctima es el espectador. Igualmente, sufre el patrimonio acumulado por el museo de Bellas Artes.
De hecho, la colección de arte egipcio permanece cerrada, para no robarle protagonismo al bodrio iconográfico de Evenpro, plagado de torpes y pueriles versiones de piezas originales. Por ejemplo, el busto de la Nefertiti descansa como un tesoro en la isla de los Museos de Berlín. Accedes a ella en unas condiciones de iluminación y relieve, similares a las de la Mona Lisa en el Louvre.
Aquí ella se pierde en el laberinto y se la traga el abismo del revoltijo, de la ensalada, de la impostura, del vacío, del grado cero, del no lugar, del trámite, del compromiso.
La idea es aprovechar el show y la farsa para sumar votos a favor del comandante, de cara al siete de octubre.
Por lo demás, la imagen de la reina se consume como un cromo desdibujado, chato y tosco. Con el original estuve media hora contemplando sus matices, gradaciones, texturas y detalles. Su belleza mística abrumaba y arrancaba lágrimas.
Acá le toman fotos con el celular y los flashes de la banalidad le roban su escasa aura de fotocopia degradada. La nausea me invade de lleno y la depresión nubla mi entendimiento.
En Bellas Artes, donde Tutantakamón secuestra y expropia el sueño de sus fundadores, aprendí y conocí a los maestros de la disciplina. Para mi fue un placer ayudar a publicitarlos y promocionarlos a través de mis humildes empeños con la cámara y el género documental.
Me cansé de grabar colectivas e individuales fascinantes, a veces modestas, pero nunca complacientes. Nan González me dio una lección de sabiduría por los pasillos de Bellas Artes.
Mi primera entrevista a Javier León se la hice allí. Luis Ángel Duque siempre me tendió una mano. Luego María Elena Ramos aceptaría colaborar con nosotros para ofrecer su testimonio, tras 12 años al frente de Bellas Artes.
De ahí mi decepción, nostalgia y profunda indignación por la invasión oportunista del museo a manos de los comisarios y veladores del féretro del Tutankamón del PSUV.
La guinda de la trayectoria la encarna la sección de las plantas de arriba, la desconexión de los ascensores, el cierre de rampas con torniquetes y el emplazamiento del dispositivo de las momias, pésimamente alumbrado.
La gente entra y sale extraviada, confundida, embaucada, engañada.
Los llevan y los arrean por la fuerza de la inercia hacia un matadero cultural, un simulacro ausente de poesía, de magia, de creatividad. Incluso, con valores opuestos a los del socialismo bolivariano.
No en balde, “Tutankamón” elogia las nociones preescolares de un capitalismo salvaje, funerario, clónico, mercadotécnico, de ciencia ficción, imperialista y voraz.
Alimenta el concepto etnocéntrico y colonialista de arrase, conquista y saqueo del patrimonio ajeno, en aras de consolidar una burda transacción financiera. La del dueño del negocio con sus potenciales clientes del globo, a costa de una mentira, de una falsificación de la historia y la realidad.
Inmensa doble moral de un estado en proceso de reclamar una piedra “Kueka” al extranjero.
Por si no lo saben, Egipto reclama su Nefertiti al gobierno de Alemania. Nosotros gozamos al emplear su imitación como carnada de una audiencia incapacitada de entender la magnitud del problema.
Todo queda fuera de contexto y en familia, cual crimen perfecto.
Es una vulgar distorsión.
Un complot como diría Baudrillard.
El desenlace infeliz de una crónica lapidaria.
Paz a los restos del museo de Bellas Artes.
PD: el mismo gobierno cerró en el Sambil la exposición de los cadáveres embalsamados. «Bodies Revealed» supuso un fiasco para Evenpro. En el 2012 , el panorama es distinto.
Saquen ustedes sus propias conclusiones.