Texto leído en el aniversario número 13 de panfletonegro
Todos tenemos lecturas que nos marcan. En el 2007, por azar, como siempre sucede en estos casos, me llegó un artículo del escritor colombiano, Efraim Medina Reyes, llamado Animales mitológicos. En él, Medina Reyes, hacía una crítica a las vacas sagradas de su país, se deslastraba del nobel de García Márquez, señalaba las incongruencias de Botero y Juan Pablo Montoya.
Yo leí eso y se produjo un corto circuito. Porque yo crecí en Venezuela, un país que tiene graves problemas para enfrentar la crítica, esto lo hemos comprobado innumerables veces en panfletonegro. Aquí no es un oficio respetado, la crítica ha sido estigmatizada. Si te atreves a criticar algo venezolano eres acusado de no querer al país. Te piden solidaridades automáticas y celebraciones irreflexivas porque algo es “venezolano”.
No hablo de la crítica como un insulto gratuito. La crítica, las opiniones argumentadas son ejercicios intelectuales necesarios para que la sociedad se revise y mejore, haga las cosas diferente, salga de su zona de confort, se avispe y se ponga en los palitos.
Es bueno recordar que en el mundo, el poder está en manos de muy pocos, y que nosotros, el resto, la mayoría, los que somos gobernados por esos pocos, tenemos los beneficios que nos pueda dar una democracia muchas veces débil, precaria, revertida, y aparte de eso, sólo nos queda decir nuestras opiniones en voz alta, ejercer nuestra libertad de expresarnos, a ver si así, dejamos de ser un voto o un número, y nos convertimos en individuos, demostrar que tenemos criterio propio y que no somos mochos.
La mejor crítica es la que señala incongruencias y falsedades.
Cuando llegué a Panfletonegro en 2009 me encontré con ese sitio, muchas personas ahí estaban haciendo lo que hacía el escritor colombiano por su lado, revisándose, mirándose en el espejo, deconstruyendo a un país que siempre se las ha arreglado para terminar siendo un desastre.
No era el típico lamento suicida ¡nunca vamos a cambiar! ¡Por qué nací aquí! O ¡Por lo menos tenemos las mujeres más bellas del mundo y la gran sabana! No, yo estaba harta de esa simpleza. También algunos se sentaban y se preguntaban por qué estamos así, cómo llegamos hasta aquí. Y decidí unirme a esa línea y aguantar el chaparrón.
Dado que muchos venezolanos confunden la crítica con el odio, cuando reclamas un mal servicio te miran como un bicho raro, te atreves a hacer un comentario sobre Dudamel que no involucre la palabra “genio” y eres crucificado, los medios de comunicación mantienen a la rosca dulce dando vueltas y cierran más puertas de las que abren, era natural que panfletonegro, una página web sin editor ni censura, se convirtiera en un lugar para la crítica.
Por supuesto, lo obvio, cine, música, literatura. Pero también se ha señalado y revisado eventos como la semana de la nueva narrativa urbana, por el medio de la calle y el festival nuevas bandas. Algunos intocables han sido bajados de su pedestal por aquellos predios. Acaloradas discusiones sobre Caracas, ciudad de despedidas, el triunfo de Maldonado o cualquier tema polémico que se presente. Somos cronistas de la historia reciente, a panfletoengro también lo consumió la polarización política.
Panfletonegro es también un espacio para que los ateos y la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero se expresen, en una sociedad todavía muy conservadora. Físicos y sicólogos publican sus artículos, en un país donde escasean las publicaciones especializadas . Aspirantes a escritores, opinologos, troles, haters, jodedores profesionales, poetas, todos, eventualmente han terminado en Panfletonegro, y está bien, de eso se trata.
Quienes piensan que la página es una porquería y quienes escriben ella unos infames, tienen su espacio, ellos publican sus opiniones y ahí están, forman también parte de la historia del monstruo digital.
Suspiramos pensando que, no importa lo que pase, Panfletonegro siempre será un lugar para hacer oposición, para denunciar y hacer que el poder se incomode, no baje la guardia y cumpla.
Por supuesto, no podemos olvidar a los autores habituales de la página. Panfletonegro ha tenido la suerte o el infortunio, de convocar a un grupo de idealistas amargados, quienes han estado con la página en las buenas y en las malas, quitando las telarañas y publicando posts años tras años.
Siempre he pensado que una fortaleza de panfletoengro es que siempre ha tenido su objetivo claro y que la idea que sostiene a la página surgió en el momento justo en que la tecnología y las redes sociales están cambiando la ecuación del poder.
Pido prestadas, para terminar, las palabras de Daniel Pratt, ex editor y padre de la criatura: “creo que sitios como panfletonegro, o mejores que panfletonegro, deben existir. Porque los espacios como este son necesarios. Vigilar concienzudamente y criticar a los poderes es necesario. Esto no es nada nuevo.”
No, no es nada nuevo, pero ahora es más fácil, ¿Por qué no aprovechar los espacios?
Están todos invitados.
Gracias
muy bueno… como todo lo que publicas…
saludos
Muchas gracias, Ernest, un abrazo. Nos vemos por el face :)
A mí me late que en el futuro, la sociedad caraqueña de finales del siglo XX, principios del XXI, se asemejará a la Viena de finales del XIX.
Me explico: esa sociedad, extremadamente ombliguista, pomposa, kitsch y pesetera, estaba ahogada en un ombliguismo imposible y en una estética vacua, todo forma, nada fondo.
No es por nada que, creyendo que tenían «el ejército más poderoso del mundo», se metieron en la Primera Guerra mundial y fueron derrotados estrepitósamente desde el primer día (y hasta allí el Imperio Austro-húngaro).
Esa sociedad fue la cuna de los críticos más coñoemadres, incisivos y ácidos de la Europa de la época: Adolf Loos, con su funcionalismo («me quitan esa mariquera de candelabro dorado asqueroso, no joda»), Karl Kraus cayéndole a piedras a todo actor mediocre de teatro, Schönberg inventando la dodecafonía; luego el gran ultra-crítico, Thomas Bernhard, Wittgenstein en la filosofía…
¿Quién recuerda el nombre del poeta de la rosca dulce vienesa de moda?
NADIE.
Pero no conozco arquitecto que no admire a Loos; escritor de opinión que no lea a Kraus y a Bernhard o filósofo que no le agrade el «la filosofía es una mierda, me voy a ser jardinero» de Wittgenstein.
Todo esto para subrayar la importancia de la crítica que destacas.
Salú
Hay algo que quería incluir en este texto pero se me iba a convertir en testamento. ¿Tú conoces es rareza de «independencia intelectual»? Algunos dicen que existe ;) Lamentablemente, ése es un bien escaso, no sólo en Venezuela, y es fundamental para propiciar ese acuerdo de ok, pongamos los puntos sobre las ies, yo te quiero pero deberías tapar el hueco porque acabo de el tren delantero en él, etc.
Excelente comentario, como siempre, Vinz
¨No hablo de la crítica como un insulto gratuito. La crítica, las opiniones argumentadas son ejercicios intelectuales necesarios para que la sociedad se revise y mejore, haga las cosas diferente, salga de su zona de confort, se avispe y se ponga en los palitos.¨
Agree.
Adriana pero es que te leo y te leo y me da la impresión de que nunca has ido ni a una reunión de condominio… es tan ingenuo tu abordaje sobre la crítica, que me parece que en tu vida no has organizado ni un amigo secreto… Y por otra parte, tú misma te has mostrado bastante intolerante a las críticas que han hecho de tus otros artículos, al colmo de llegar al lugar común de invocar a la «libertad de expresión»
¡Oh Libertad de Expresión, cuántos crímenes se han escrito en tu nombre!
Y no se trata de lo que cualquiera pueda decir de tus publicaciones en internet, cuando veas a un palurdo criticar tu esfuerzo y dedicación en X iniciativa, quiero ver si lo defenderás y le agradecerás con la misma vehemencia.
Espero entonces que con mis críticas «te revises y mejores, hagas las cosas diferente, salgas de tu zona de confort, te avispes y te pongas en los palitos» Sinceramente, Elio.
Entiendo lo desmoralizante que puede ser la crítica. Después de echarle un camión de bo… a tu vaina llega un tipo que se cree la malandra Elizabeth y te lanza el clásico «por tu show, tarifa mínima». Molesta en especial cuando se trata de gente que no tiene ni puta idea del esfuerzo que implica hacer cualquier vaina en Venezuela, muchas veces trabajando con las uñas. Porque lo cierto es que en Venezuela eso de la crítica constructiva parece que no existe.
Mientras que en la crítica común que se practica en nuestro país siempre esta implícito el «yo puedo hacer esa vaina mil veces mejor que tú», la crítica constructiva lleva un mensaje completamente distinto: tú puedes hacerlo mejor.
Y es que así como falta disposición para recibir la crítica, también falta modestia y sentido común para hacer crítica constructiva, ambas cosas que brillan por su ausencia en Venezuela.
Y eso es parte de lo que me gusta de este artículo, el mensaje implícito de que podemos ser mejores…
tenia la intencion de criticar pero Elio se adelantó, asi que no digo nada y dejo fluir todas las corrientes doxaticas en una comunion perfecta entre la imagen de gente rascada y sensibilidad sensibilera…
Por encima de las críticas negativas, me gusta mucho este artículo. Pienso que quizás de eso se trata también: de querer desmontarlo. Yo por mi lado me hago eco de muchos aspectos. «Si te atreves a criticar algo venezolano eres acusado de no querer al país. Te piden solidaridades automáticas y celebraciones irreflexivas porque algo es ‘venezolano’ «. Es, a mi parecer, el peor de los males de la movida cultural venezolana.
Muchos saludos, Adriana.
La solidaridad automática es una tara que retrasa todas nuestras manifestaciones. Muchas gracias por leer y comentar, remachaen. Muchos saludos :)