*Texto Leído en la fiesta del 13 aniversario de Panfletonegro en Discovery Bar.
Creo que una noche así hay que terminarla de manera apropiada, con un funeral.
Hay que comenzar diciendo que el destino de todas las cosas y de todas las personas es la muerte. Panfleto Negro no es la excepción. Esta página sufrirá dos muertes, la conceptual y la física. La conceptual siempre es una muerte que antecede a la física. En la vida las cosas primero pierden su alma y luego pierden el cuerpo. En la cultura el alma se pierde en el momento en que los artistas olvidan el hambre, la rabia que en algún momento los motivó y los impulsó. Ese momento en que las personas empiezan a sentirse cómodas con las cosas es lo que llaman “madurez”.
Afortunadamente Panfleto Negro está cumpliendo trece años, edad en la que la inmadurez es el valor más apreciado. Así que creo (o espero) que la muerte de Panfleto Negro es algo lejano, ojalá muy lejano.
En Venezuela pasa algo curioso, Gustavo Cisneros y Hugo Chávez son los dos venezolanos que más se enriquecen con la marginalidad mental de nosotros. El problema es que la cultura en Venezuela depende mucho, demasiado de ambos personajes. La cultura pública y la cultura privada. Pero muy especialmente la cultura que presume de ser vanguardista.
La cosa es así, por lo general conoces a alguien —no importa la edad que tenga, suele ser alguien con la estructura emocional de un chamo de trece años— que te habla de lo arrecho que está, de la molestia que le causa el establishment y la cultura dominante. Te asegura que quiere cambiar las cosas, que desea hacer algo único y diferente. “No marico, el cine venezolano siempre es la misma mierda, siempre los mismos dinosaurios filmando las mismas historias, el CNAC, La Villa del Cine. Qué cagada won”, te dicen. Y luego, años después, cuando te toca asistir al estreno de su primer corto o su primera película, aquella cagada es peor que una jornada de repetición de Sábado Sensacional, con Chino y Nacho y Servando y Florentino como invitados especiales. Es ahí cuando ese niño ha alcanzado la madurez, el largo brazo Cisneros-Chávez invadiéndolo todo con su mediocridad.
Lo peor es cuando le preguntas al pana qué está haciendo. Suele responderte: “Coño, estoy feliz porque me acaban de aprobar un proyecto en la Villa del Cine, una película histórica, seguro la estrenamos en Tves el día de la independencia. Y bueno, también seré recogecables en la próxima película de Román Chalbaud, también producida por la Villa”.
Y en las Letras es igual, todo es una rosca, todo es un “qué ladilla con la gente de Relectura, qué ladilla con el estado y el Perro y la Rana, qué ladilla con las ferias del libro que no tienen novedades, que siempre tienen a los mismos invitados, que fastidio que en Venezuela nadie se atreva con la literatura de género”. Te reivindican apasionadamente a los géneros menores, te juran que nunca escribirán novelitas históricas o imitaciones malas de Bolaño. Eso es cuando tienen trece años, cuando son inmaduros. Luego, cuando ya no son adolescentes, entonces los ves y les preguntas qué están haciendo. “Bueno pana, El Perro y la Rana me acaba de publicar una novela costumbrista. Ah, y toma la invitación, la bautizamos en la próxima Feria del Libro”. Suele ser así.
¿Quieren un ejemplo aquí, en vivo? Yo me la pasaba despotricando de las letras, hasta que me invitaron a participar. Leí en la Semana de la Nueva Narrativa Urbana, participé en los concursos literarios convocados en el país. Y no sólo participé, sino que gané. Dos veces. Sip. Tal vez ese sea el preludio de mi muerte conceptual.
Este réquiem no es un réquiem porque esta página no ha muerto, pero sí es una predicción, la de la muerte de este proyecto en el que llevo escribiendo buena parte de mi vida adulta. Todas las vanguardias están destinadas a la muerte. Recuerden: primero la conceptual y luego la física.
Mientras tanto, mientras llega la parca, sigamos apostando por la vida de esta página. Luchemos contra el endoñamiento y la autoindulgencia. Luchemos contra la decadencia. Es decir, sigamos luchando contra la muerte. Dejo este micrófono abierto para quienes quieran acompañarnos en nuestra lucha. Gracias por venir esta noche y por su atención. Nos seguimos leyendo.