Caracas, Venezuela (Panfleto Negro). Con mucha sorpresa recibió la redacción de Panfleto Negro la llamada del Panteón Nacional solicitando una entrevista. Más aún cuando pidiese a este servidor ser el corresponsal para sus declaraciones.
Su insistencia denotaba que sus razones tendría para el requerimiento. Así que motivados por esa curiosidad por saber que nos guía en este sitio web, me dirigí a la parroquia Altagracia para conocer qué quería decirnos “el más elevado altar de la Patria”.
– Uy, creo que tenemos un problema. Fue lo primero que me salió cuando ya tenía todo listo para empezar la entrevista.
– ¿Qué pasó? ¿Hay choros a la vista?, preguntó inquieto el insigne edificio.
– No, es que Panfleto Negro y Panteón Nacional tienen las mismas iniciales y va a ser difícil que la gente siga el hilo de la conversación.
– No te preocupes, tontito (sic). Por lo pronto usa las siglas NV para mí. ¡Y no preguntes que de eso trata lo que te voy a decir!
Un silencio incómodo siguió a este comentario que me hacía intuir hacia dónde se dirigía la entrevista.
PN. Muy bien, estimado Panteón, el espacio de Panfleto Negro es todo suyo para dar a conocer su mensaje.
NV. ¡Ay gracias! La verdad es que pensando con quién me gustaría dialogar llegué a la conclusión que Chamán Urbano sería la persona más adecuada.
PN. ¿Y eso por qué?
NV. ¿No es obvio? ¿O acaso no notaste que hace años pasé del blanco al rosa?
PN. Creo entender pero, la verdad, no me gusta asumir cosas. ¿A qué se refiere?
NV. ¿Viste? Ya otro hubiese lanzado el ¡Ah! ¡Entonces eres maricón! Y me hubiese encasillado de una en el estereotipo de la loca. Tú en cambio – sabía que pasarías la prueba – podrás entender lo que quiero decir.
PN. A ver…
NV. Bueno, en realidad ha sido difícil incluso para mí. Esto de contener al padre de la Patria en una cultura tan machista es demasiada presión para mí. ¡Y la verdad es que los venezolanos no ayudan! ¡Ahora que mi remodelación me lleva en otra dirección, vienen a decir que afeo la ciudad!
¡Quién los entiende! Yo se que soy feo. Siempre he sido feo por culpa de ese machismo. Sólo mírame; puras líneas rectas. ¡Soy como una iglesia seca!
PN. Sí, es sabido que la arquitectura refleja la ideología del momento.
NV. ¡Sabía que me entenderías! El hecho de que sea un edificio importante no significa que debo ser macho. De hecho por eso cambié de color. Quiero mostrarle al mundo que acá uno sí se puede expresar.
Porque yo te digo una cosa, ha sido este gobierno el que me ha dado la atención y los cariños que merezco.
PN. ¿Se considera chavista?
NV. ¡Siempre con mi comandante! Ese señor me ha dado un trato de lujo. Por eso también quería que vinieras, porque se que eres muy crítico de los sexodiversos revolucionarios.
PN. Sólo para aclarar ¿Cómo definiría su identidad sexual?
NV. Pues ese ha sido el gran rollo. Quizás tu puedas ayudarme. Siguiendo tus categorías, no puedo decir que sea gay. De hecho no creo que me guste ningún tipo de edificio o estructura. Sólo se que molesta tener esta presencia tan rígida y que por eso me alegra la idea del mausoleo.
PN. ¿Podría explicarnos un poco más acerca de esto?
NV. ¡Claro! Ya sabes que los arquitectos son a los edificios como los diseñadores de modas al cuerpo femenino.
PN. Interesante metáfora.
NV. Sí, me ha servido para empezar a entender un par de cosas. La primera es que gracias Farruco Sesto, el arquitecto de la revolución, y a su escultor estrella, Doménico Silvestro, yo estoy encontrando mi verdadera identidad. Aunque no sepa cómo definirla.
Sólo fíjate en el mausoleo. ¡Añade vuelo a mi presencia! Además es excesivo y minimalistamente pomposo. ¡Ahora si me siento en la Venezuela del siglo XXI!
PN. ¿Y qué le agrada de todo eso? Para ser honesto, me parece que es como cuando se hace un anexo en una casa, sin tomar en cuenta a la estructura original. Es como una mansión siendo parásita de una casa. Además, pareciera que los arquitectos en Venezuela diseñan en el vacío, sin tomar en cuenta el contexto. Un reflejo de la falta de sentido comunitario, si me lo preguntan; que se joda el urbanismo. A mi entender es, sobretodo, ese nuevorriquismo que nos lleva por el sendero de la crisis y la falta de futuro.
NV. (Obviamente molesto) Yo creo que si miras bien notarás que es como la cola de un vestido de novia.
PN. …
NV. Sí, un vestido de novia. Estoy feliz con mi vestido de novia. Además he pensado que da sentido a esta sensación que me acompaña desde que trajeran los restos de Bolívar. Ese muerto está en mi vientre y por tanto, yo soy su madre. Además tengo vestido de novia, lo que quiere decir que soy virgen…
A medida que hablaba, el Panteón iba aumentando la voz y acelerando la velocidad del habla. Debo decir que la situación ya era completamente surreal. Tenía una atmósfera enrarecida que se rompió cuando noté que unos malandros enfilaban hacia mí.
Así que ahí dejé al Panteón Nacional hablando sólo de sus delirios. Ya me han robado muchas veces en Caracas, y no quería terminar muerto por culpa de un iPad y un iPhone.
– ¡Mira, pero dime que soy!, escuché que el Panteón gritaba a lo lejos. ¡Ahora quiero que me hagan un velo, o una corona como la de la virgen de Coromoto!
– Luego, luego continuamos, le grité mientras me montaba en el carro para salir a toda velocidad del sitio.
Cuando llegué a la redacción para montar la nota. Había un mensaje esperándome. Decía «NV: Novia de Venezuela».
¿Esquizofrenia, Demencia Senil o simple fetichismo travestista? Quizás en otra oportunidad continuemos esta entrevista para dar con la categoría correcta.