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Bolívar en 3D: El Chavismo como Efecto Especial


Me pregunto si era necesario gastarse una millonada en reconstruir el rostro de Bolívar con tecnología de punta, importada del extranjero. Ni siquiera el software es nuestro. En mi caso no tengo problema, pero puede sonar como un contrasentido si hablamos de modelar en 3D la imagen de la cara del padre de la patria.

Por supuesto, el resultado quiere exponerse como el fruto de un trabajo científico y riguroso, a consecuencia de la exhumación de la osamenta de Bolívar. Una cosa trajo a la otra dentro del relato de autoglorificación de los responsables del encargo. Ellos se echan flores y exhiben la reconstrucción facial como una conquista de su gestión cultural en el marco de la campaña del presidente. Así vuelven a utilizar los recursos del estado y de la historia nacional en su propio beneficio. Lástimosamente, la grosera manipulación cuenta con la venia de una audiencia fácil de engatusar por redes sociales. En Facebook se disponen a celebrarlo como la llegada del primer hombre de Venezuela a la Luna. Si acaso es una estampa hiperrealista de alta definición, a la manera de un efecto especial para un programa de National Geographic. Ni más ni menos. Perfecto para llenar una sección de la tumba de Tutankamón, emplazada en el Museo de Bellas de Artes. Umberto Eco y Jean Baudrillard se darían banquete, semiotizando el espejismo o la ilusión óptica del día.

Gubern la calificaría de fantasmagoría a paso de cangrejo. Publicidad roja rojita del bisonte a la era virtual. Un holograma cuyo esbozo de simulacro pretende convertirse en reencarnación fidedigna. Estrategia obscena de un arte al servicio del poder. Ícono de la línea editorial del Ministerio de la Cultura y la verdad. Esperpento orwelliano de nuestro control mediático y distópico. Por desgracia, el rey de abajo anda desnudo. Costó caro y luce como un muñeco de cera de «Aunque usted No Lo crea», donde se invoca la memoria con el fin de explotar el morbo a través de reproducciones barrocas. Toda una impostura. Vaya timo, como diría el profesor Mario Bunge. Me quedo con las pinturas clásicas del viejo Simón. Su nuevo look oficial es como de un Hombre del Cro-Magnon, súper metrosexual y disfrazado de extra o de protagonista de la próxima película de la Villa del Cine. Sería una buena fuente de humor involuntario en caso de salir barato. Es triste porque lo pagaron con nuestra plata. Igual la extensión del Panteón Nacional. Sigue el derroche por las elecciones.

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