Con el estreno de TDKR concluye la trilogía que reivindicó las adaptaciones de cómics en el cine, demostrando que un buen guión, una dosis de realidad y personajes bien construidos se puede trascender el género y llegar por igual a los fans, público general y críticos de cine. En Batman Begins sentó las bases que harían exitosa a la saga y con The Dark Knight las perfeccionó, la tarea con Rises no era nada sencilla: concluir satisfactoriamente la serie, tarea que logra con creces.
Sin embargo, la película no está exenta de fallos, después de un excelente inicio donde nos presentan al personaje de Bane en una escena de acción emocionante y a la par con la del camión que se voltea en The Dark Knight, nos enteramos que Bruce Wayne colgó su traje justo después de la muerte de Harvey Dent, encerrándose en su mansión por no poder superar la pérdida de Rachel Dawes, un comportamiento a mi parecer algo pusilánime para un tipo que escaló el Himalaya en búsqueda de conocimiento y habilidades para pelear contra el mal.
Cabe destacar que no hay crimen en Gotham gracias a una ley aprobada en honor a Harvey Dent, lo que justificaría que Batman no existiera mas no que Bruce se encerrara a llorar en su habitación, ajeno a otros asuntos importantes como el bienestar de su compañía. Para alguien que ha sabido meterse en la psique de un personaje tan complejo como Bruce Wayne, se siente como un error de novato.
Afortunadamente a emo-Bruce lo tenemos que aguantar poco tiempo pues una vez que toma la decisión de encarnar al Caballero Oscuro la película toma otro ritmo más interesante. Además los personajes secundarios son de gran ayuda para redondear la trama, especialmente al inicio cuando no tenemos a Batman. Tendría que sacar la cuenta, pero creo que de las tres películas ésta es en la que Christian Bale sale menos en pantalla.
Nolan ha logrado plasmar todas las facetas y etapas de la vida de Batman/Bruce Wayne; en Begins nos presentó al protagonista lleno de miedo e ira, emociones que termina por canalizar al transformarse en Batman; en TDK lo encontramos cómodo en su papel, alternando la vida del millonario con la del superhéroe enmascarado hasta que enfrenta a esa fuerza del caos encarnada por el Joker. En esta última entrega se enfrenta al dolor y a la pérdida, Bane lleva al extremo de la vulnerabilidad a Batman, dejándolo reducido a nada, y queda de Bruce recordar la lección de su padre acerca de caer para aplicarla ya no como un joven rabioso sino con la madurez de la experiencia.
Asimismo, Batman enfrenta a un Bane convertido en mesías de los indignados que promete esperanza a costa de mano dura y represión, una esperanza falsa en verdad pues su plan no incluye sino destrucción. En una metáfora poco sutil Bruce se ve en la necesidad de asumir las consecuencias de su confinamiento cuando
la ciudad Gotham que creía haber salvado se corrompía desde los cimientos.
Para equilibrar estas dos fuerzas Nolan se vale de Catwoman, interpretada hábilmente por Anne Hathaway, aunque en honor a la verdad me quedo con Michell Pfeiffer. Mención especial como siempre a Gary Oldman, Michael Caine y Morgan Freeman, los tres padres de Bruce, cada cual con su particular forma de ayudar a ver de otra forma el mundo de Batman. Para terminar con los personajes, el joven Blake nos muestra a un huérfano en otras condiciones distintas al privilegiado Bruce y como sus caminos convergen a pesar de tener visiones a veces encontradas acerca de la vida. Gordon-Levitt hace el papel a la perfección.
Superar The Dark Knight era una tarea titánica y probablemente imposible para Nolan, sin embargo el director y su equipo confeccionan un cierre casi perfecto a la trilogía, tres horas que no se sienten, conectadas con todo lo que vino antes y dejando el final lo suficientemente cerrado como para no caer en la tentación de una cuarta película hecha por Nolan & Co. pero abierto al estudio. Recomendada para cualquier aficionado al cine y los cómics.