Hugo es Bane. Sufre una extraña enfermedad, se inyecta esteroides para sobrevivir y hace una revolución fallida con el apoyo de una fuerza armada paralela(La Piedrita y compañía).
Le gusta sostener arengas demagógicas y juicios políticos con fallos anticipados y manipulados a su gusto.
Tomó el control de la isla para vengarse de los ricos como Enrique, alias Bruce Wayne, quien se pone su traje de héroe y salvador de la patria, para enseñar el camino de salida.
Los dos se fajan a golpes bajos en la pantalla. El tirano amenaza con desatar el apocalipsis, si llegan a derrocarlo. La joven esperanza blanca promete redención para la ciudad gótica, después de sacar al villano de la ecuación y propinarle un nocaut técnico en las elecciones de octubre.
En el medio del conflicto bipolar, surgen secundarios extraños como Robin(Leopoldo), Gatubela(María Corina) y el espantapájaros(Jaua). Al Guasón(Arria) no lo llamaron porque es un cadáver político, tras las primarias.
Entre ellos se juegan el destino de la película del país en blanco y negro. A todas luces, la batalla luce predecible, cual remake o secuela, donde los efectos especiales se tragan al contenido.
Ojalá gane el menos peor de los dos.
Cualquier cosa es preferible a la continuidad del lado oscuro de la fuerza en el poder, por los siglos de los siglos.
Esta historia proseguirá…
Benditos ricos. Dios me los bendiga y me los favorezca y la Virgen me los ampare.
Fuera de paja, el batman 3 es un alegato ultraconservador.