Nunca es tarde: Crítica de The Dark Knight Rises

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ADVERTENCIA DE SPOILERS: Detalles cruciales de la trama tanto de The Dark Knight como de The Dark Knight Rises son revelados en el siguiente escrito, abstenerse de leerlo si no desean conocerlos.

Las películas que he visto del director Christopher Nolan siempre han posado un dilema ante mi. Aunque en cada ocasión salía convencido de haber visto una buena película, sentía que su narrativa carecía de un buen cierre, una conclusión de toda la puesta en escena previa –a excepción de Insomnia–. Y sepan que no me refiero a un final del tipo “vivieron felices para siempre”, con todo lo malo extinguido y todo lo bueno consolidado; The Godfather ciertamente no tuvo un final de esta naturaleza, pero es el final perfecto para tal obra. Por la razón anterior, empecé a ver las películas del director británico con expectativas o más bien exigencias previas que luego me di cuenta que me arruinaban la diversión. Por eso, hace un par de días cuando por fin me encomendé a ver la última entrega de la saga del Caballero Obscuro, The Dark Knight Rises (TDKR), lo hice con mente abierta, dispuesto a sentarme en mi butaca a contemplar el espectáculo que Nolan había preparado para todos… y vaya que preparo un gran espectáculo.

La película comienza un poco sosa, sin una dirección clara debido a que, como nota Roger Ebert crítico de The Chicago Sun Times, aparecen demasiados personajes nuevos y uno no está seguro de quién está haciendo qué[1]. Otro aspecto que me incomodó del primer acto es la cantidad de similitudes que pude encontrar con la entrega previa, The Dark Knight (TDK): lo primero que se nos presenta es al villano principal dando uno de sus golpes, parte del plan del villano es ser atrapado e incluso hay una escena donde uno de los malos le dice a dos rufianes que sólo hay lugar para un rufián, ya casi esperaba que les lanzaran un palo de billar partido a la mitad. Me empezaba a preocupar que Nolan se hubiese quedado sin ideas. Pero la película remonta para un espectacular desarrollo, climax y cierre, y tres horas pasaron sin yo darme cuenta.

Varios elementos de esta entrega agarraron por sorpresa a críticos y espectadores, prominentemnete el poco tiempo en escena que tiene Batman/Bruce Wayne –aunque este detalle no va en detrimento de la trama–. Para mi la sorpresa fue ver en esta película una fusión de Batman Begins con The Dark Knight, con la mitología de la primera y los conflictos y tono sobrio de la segunda. Hubiese asegurado que TDK marcaba un cambio de dirección definitivo en el universo Nolan, y al ver renacer la historia de Ra’s Al Ghul me sentí apenado con mi adorada novia que me acompañó en la función, a la que le había asegurado que no posaba mayor desventaja que no hubiese visto Begins. Pero el hecho es que The Dark Knight Rises retoma y pone un fin a la historia de La Liga de Las Sombras que inició en la primera entrega y estuvo en hiato en la segunda, y le rinde un homenaje a la iconografía de los comics mucho mayor que lo que hubiera anticipado. Las referencias son varias y contundentes: la escena donde el villano Bane rompe al murciélago es indudablemente tomada de la saga Knightfall (por cierto uno de los eventos más resaltantes de la historia virtual del personaje de DC Comics), la secuencia de un Bruce Wayne retirado hasta un evento de cualidades cataclísmicas que conduce a la redención del Caballero Oscuro asemeja la trama de la admirada obra de Frank Miller The Dark Knight Returns, y así también el detalle del final donde jovenes huérfanos encuentran hogar en la mansión Wayne; aparte, me pareció que la visita enmascarada que le paga Bruce al comisionado Gordon en el hospital reflejaba la que aquel le hizo al guasón en la también elogiada The Killing Joke de Alan Moore, aunque quizás sólo estoy especulando. Otras referencias de seguro escapan de mi corto conocimiento del universo DC, aunque me atrevo a asegurar que esta es una película a la que le sacarán mayor provecho los fanáticos de los comics.

Volviendo a la trama, lo que sí resulta obvio que los guionistas no escatimaron en la magnitud del conflicto, y a lo largo de la película la tensión crece y crece en tal forma que uno no puede estar seguro de hasta dónde va a escalar la situación. Los cimientos de Ciudad Gótica son trastocados, Bane destrona al Caballero Obscuro y se erige el regente de la ciudad (en una de las secuencias más simbólicas de la película, Bane destruye el campo de un estadio de fútbol americano luego de la recitación del himno de Estados Unidos y demuestra su poderío, su determinación y la magnitud de su empresa con Ciudad Gótica como espectador), un plan mucho más elaborado que lo que el propio Batman es capaz de deducir está en marcha para cumplir los objetivos idealistas de La Liga de Las Sombras. Muchas lecturas políticas podrán sacarse de la «revolución» de Bane, aunque no me dedicaré a eso en esta crítica. Lo que sí diré es que me llamó poderosamente la atención la actitud tan dócil y desamparada de los civiles de la ciudad al quedar fuera de juego los policías: no pareció haber ninguna resistencia ni intento de rebelión contra el yugo de Bane. Uno pensaría que luego de las sacudidas propinadas por La Liga de las Sombras en Batman Begins, y especialmente luego de los juegos macabros de El Guasón en TDK, los habitantes de Ciudad Gótica hubiesen perdido el miedo y hubiese habido algún intento de subyugar a Bane y sus secuaces, que por demás nunca se mostraban demasiado preocupados por su seguridad. Pero la ciudad quedó indefensa y no hubo esperanza hasta que los policías volvieron al ruedo. Mi problema con este aspecto del film es que uno de los grandes aciertos de sus antecesores fue desdibujar la línea entre «bueno» y «malo», desprenderse del vicio predilecto de Hollywood de ver todo en blanco y negro, y esta presentación idealizada de los oficiales la fuerza policial como los salvadores –¡únicos salvadores!– desinteresados de la ciudad va en detrimento de esta virtud de la saga.

A pesar de los detalles que pudieran reprochársele a la cinta, Nolan ideó y logró un final épico para su trilogía, con una historia intrincada y el logro técnico al que nos tiene acostumbrados. Algo más grande que The Dark Knight. Y no había otra forma de hacerlo… aunque luego de la función, la cuestión que me seguía rondando es si era necesario hacerlo. Luego de ver TDK varias veces, del desenlace de todos los eventos de esa película y la escena culminante con Batman escapando como el héroe dudoso y desdibujado junto a la frase sentenciadora “a Dark Knight”, a pesar de mis inconformidades con Nolan, me llevaron a la conclusión de que no podía haber ya mejor punto final a la historia. Nolan siempre se ha mostrado reacio a hacer secuelas[2], y creo que esta existe más que todo gracias a la presión del estudio, cuyos ejecutivos de seguro vieron dolaritos dibujados en sus ojos luego que TDK se convirtiera en una de las películas más taquilleras de la historia. Sin embargo, Nolan no desaprovechó la oportunidad de volver para brindarnos un cierre maestro que redondea todo el conflicto previo, ata los cabos sueltos, y que personalmente sacia mi ansia de concreción que tanto había echado de menos en otros largometrajes de Nolan, y que de seguro que dejará a fans, críticos y espectadores más que satisfechos. El cierre es justo así no sea necesario.

[1] “The Dark Knight Rises”, crítica de Rogert Ebert http://rogerebert.suntimes.com/apps/pbcs.dll/article?AID=/20120717/REVIEWS/120719981

[2] “Bat Trick”, Preguntas y respuestas con Chirstopher Nolan http://www.thedailybeast.com/newsweek/2008/07/11/bat-trick.html

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