De regreso de la primera función para la prensa de «Tiempos de Dictadura». Sin duda, es el mejor documental no sólo del 2012 sino de la carrera de su autor, Carlos Oteyza, desde «Mayami Nuestro». La acertada comparación la hizo Claudia por el increíble sentido del humor negro de la película, cuya facultad irónica se pierde de vista, a propósito de la relación entre pasado y presente. Es narrado por protagonistas de la época, a favor y en contra del tirano. Por supuesto, la balanza se inclina y decanta por la crítica cerrada. Los colaboracionistas son condenados y cuestionados por las víctimas de la tortura, como en «The Sorrow and the Pity».
El autor comparte el compromiso de Lanzmann en «Shoah» y de Rithy Panh en «La Máquina de la Muerte». Las imágenes de archivo desnudan la corrupción de la tiranía amparada por la construcción y la renta petrolera, mientras el pueblo resulta neutralizado a través de una dieta de pan y circo. Espejo de los desfiles y carnavales nacionalistas de por ahora. A veces luce como un noticiero de la quinta república. Es lo más tragicómico.
La fotografía corre por cuenta de la mano segura de Branimir Caleta, quien vuelve a lucirse detrás de cámara.
Álvaro Cordero destaca en la composición de la música. Es uno de los méritos de la banda sonora, pues acompaña e ilustra con sutileza los diversos pasajes de la obra.
Solo discutiría la locución en off de Laureano Márquez.
En cualquier caso, un trabajo audiovisual indispensable, complejo y necesario para sembrar el debate político en la actualidad, donde el militarismo y la democracia constituyen el principal dilema de cara a la próxima elección del 7 de octubre.
Al respecto, llegará a las salas un mes antes. Toda una declaración de principios.
Último dato. Me recordó la profundidad de Manuel de Pedro en «Juan Vicente Gómez y su Época».
Fijo en la lista de los grandes títulos de no ficción de la historia del país.
Obra maestra para su realizador.
Contraste absoluto con el cine autocensurado y escapista a distribuirse dentro de poco en la cartelera criolla.
Lo opuesto a «Er Conde Bond», «La Pura Mentira» y compañía.
Reinvidicación de la memoria silenciada y olvidada.
Deconstrucción del fascismo ordinario, de la intolerancia, de los campos de concentración, del abuso de poder, del miedo, del ataque a libertad de expresión.
Una pieza de nuestro tiempo, cercana a la tendencia Argentina nacida a raíz de la caída de los gorilas del Cono Sur.
Prometo su reseña y análisis para la fecha de su lanzamiento.
Sintomática metáfora sobre el origen del 23 de enero.
Prevenidos. Levantará su roncha. Los dinosaurios se sentirán aludidos.
Mi pronóstico: un éxito garantizado en su género.
Clásico automático.