Cambios Positivos en Por el Medio de la Calle

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De regreso de la nueva edición de «Por el Medio de la Calle». En la foto, los morochos Terife viendo el toque de Fibonacci. En general, fue una jornada bien singular y curiosa. No hubo aglomeraciones, pugilatos, empujones y faltas de respeto al patrimonio.
Los organizadores acusaron recibo de las críticas de los vecinos y ciudadanos. Por tanto, prohibieron el consumo de alcohol y sustancias ilícitas. Los policías decomisaban bolsas y latas de cerveza. Ello desalentó a muchos de los asiduos a la cita, quienes solo hacen acto de presencia para compartir una botella sin prestarle atención a las propuestas. Me parece una decisión adecuada de la curaduría.
Las personas eran obligadas a concentrarse en la esencia del programa cultural, antes de ser invitadas a evadirse y enajenarse a punta de cebada.
El resultado se palpaba en el ambiente. Las familias transitaban sin problema y los niños también se sentían parte del sistema. El estimado Mirco Ferri asistió con su esposa y una de sus hijas. Yo andaba con mis sobrinos. Nadie nos intimidaba. Mi papá escuchaba a los grupos en la comodidad de la Plaza la Castellana. Hasta un señor en silla de ruedas disfrutaba del show.
Es lo opuesto a lo sufrido por nosotros ayer en la ruta nocturna de los museos. Sienta un precedente positivo en la iniciativa orquestada por Platanoverde. Desde aquí se lo reconozco a Héctor Barboza. Nos cansamos de criticarlo en el pasado. Hoy coincidimos felizmente en varios puntos. De la actividad, quiero destacar el sonido de «El Pez», una formación desconocida para mi. Los panas tienen un aire progresivo de interés y evocan a un Pink Floyd en proceso de gestación. De mantenerse, llegarán lejos.
La nota divertida es su vocalista. Un chamo con la capacidad discursiva de Capriles. Cuando habló, metió la pata al quedarse en blanco. Mirco dijo: solo le faltó decir «Hay un camino». De cualquier modo, ejecuta su trabajo con pasión y dignidad. La guitarra lo redime. Sobre mis hermanos de Fibonacci, poco por agregar. Siguen creciendo como quinteto en virtud de su esfuerzo. A Baldo se le nota con mayor madurez en tarima. El ejercicio semanal de Discovery Bar le sienta bien. Sergio Barreto nos deleitó con una composición poética. Harry se largó un solo de precisión. Era muy irónico volver a acompañarlos en el mismo lugar donde se enfrentaron a la FNB. Lucía como una forma de revancha histórica, de ajuste de cuentas, de reivindicación. El tiempo les acabó por dar la razón. Para concluir, presenciamos un milagro de la danza contemporánea. Un bailarín de hip hop y break nos hechizó y cautivó por cinco minutos. Soy amante de la especialidad y quedé estupefacto, con la boca abierta, con ganas de más. Lástima por lo corto. Las mejores cosas de la vida duran un instante. Difícil es olvidarlas. Mis respetos a los promotores del encuentro.
Le apostaron a la humanización de su repertorio.

1 Comentario

  1. Entiendo lo del alcohol y respaldo la idea si «humanizó» el evento.
    Pero siempre me ha decepcionado la actitud venezolana de «All or nothing»: o se bebe y hay borrachos, peleas y desastres, o se prohíbe el consumo de lo que sea y entonces la gente «se porta bien».
    Es triste. En el futuro, me imagino al público consumiendo responsablemente sus cervecitas (una o dos, no veintitrés) y paseando normalmente, como se hace en cualquier país desarrollado.
    Lamentablemente, seguimos con el único modelo que funciona: un vigilar y castigar donde el ciudadano no llega a eso, y es un salvaje que tiene que ser arreado por el sistema.
    Buen par de críticas, gente…

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