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Por el medio de la calle 2012, hasta el momento.

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Sábado 28 de julio: el hombre levitante.

En una Plaza Bolívar de Chacao rebosante de gente, vimos la primera convocatoria del nuevo formato. Esparcidos por la plaza, algunos elementos que parecían dar pistas sobre lo que ocurriría allí: varias tarimas pequeñas, unipersonales casi, en donde se supone se acomodarían los músicos, y en dos o tres lugares un mobiliario tipo sala de apartamento (sofás, puffs cuadrados). Una estatua humana representando un campesino fue el sujeto de centenares de objetivos fotográficos; hasta ese momento era la única atracción evidente. De manera repentina comenzó un barullo,  la gente se fue aglomerando hacia el lado sur de la plaza, y allí observamos la ceremonia de vestidura de un caballero en el aire: como por arte de magia, le estaban colocando prendas de vestir a un señor que aparentemente estaba levitando. Concluído el trámite, el señor estaba flotando, apoyado con una mano (parte del truco, no era su mano en realidad sino una estructura atornillada de la pared) de un edificio. La ilusión era perfecta… pero como espectáculo, a los 5 minutos perdió la gracia, con sacar las fotos de rigor nos dimos por satisfechos y nos dispusimos a aguardar la  atracción siguiente. Sin embargo no llegamos a ver más nada: pasó tanto tiempo sin ningún anuncio, que decidimos levar anclas y regresarnos.

Sábado 11 de agosto: multimedia.

Esta vez la convocatoria tuvo lugar en ese grato lugar de encuentro ciudadano que constituye la plaza Los Palos Grandes. El menú del día fue una jornada de canje de libros, y un espectáculo a tres bandas: una poeta leyendo algunos textos, acompañada por unas fotográfa que iba pasando en una pantalla algunas de sus tomas y por un guitarrista que improvisaba riffs. La idea interesante, la ejecución algo menos. A manera personal, no sentí empatía con la propuesta, lo mismo le sucedió a mis acompañantes y nos fuimos antes de que concluyera.

Sábado 18 de agosto: rock en la Isabel la católica.

Muy poca gente, espantada tal vez por la lluvia. La convocatoria era a las 4:00; llegamos a las 5:00 y estaban crudos, probando sonido todavía. Como a un cuarto para las seis se montó la primera banda, los Stereo Jam, para mi gusto unos muchachos en busca de su identidad, por ahora una suerte de «wannabe» Amigos Invisibles, con mucha energía pero sin muchas ideas que celebrar. Buenos ejecutantes de sus instrumentos, pero musicalmente incipientes. A continuación se montó Del Pez, una banda familiar (entre sus integrantes, tocan padre e hijo). Un rock bastante sólido, con reminiscencias pinkfloydianas; un vocalista/guitarrista, con guiños a Gilmour a ratos,  demasiado hiperkinético para mi gusto: era tal la vehemencia que le ponía a su ejecución que cuando le tocó hablar lucía fatigado de manera notoria. A la banda se le nota cierta falta de experiencia, pues tienen menos de un año de formados. Sin embargo son músicos muy solventes (no por nada tienen el sello Friedman) y si siguen por ese camino, puliendo algunos detalles, tienen potencial para llegar lejos. Por último, Fibonacci, sin duda lo más descollante de la noche. El mejor elogio que se les puede hacer es que no se parecen a nadie. Es una banda con una gran personalidad, y su frontman, Baldomero Verdú, es un ser que derrocha buena vibra y humildad bien entendida. Hasta el momento, esta jornada fue lo mejor del nuevo formato de PELMDLC.

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