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¿Que no se meta la política en la tragedia de Amuay?

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Lo siento mucho pero, por la política y la politiquería de este régimen es que se produce la tragedia.

O es que ¿acaso no es política la arbitraria decisión de botar de la industria a quienes por competencia y méritos desarrollaban una excelente carrera? ¿O no ha sido política de decisión de meter a trabajar en la industria un montón de gente sin importar su preparación, siempre y cuando fueran fieles a una tendencia política y a una ideología?

¿No tiene que ver con política el hecho de que una persona no pueda pisar las instalaciones petroleras por el simple “delito” de haber firmado y aparecer en la llamada lista Tascón? Mucho menos podría trabajar en la industria petrolera venezolana esa persona porque ha pasado a formar parte de los «sospechosos» de la oposición.

¿Tendrá que ver con política, o no, el hecho de que no se hayan efectuado las labores de mantenimiento de las industria y respetado los protocolos de seguridad porque quienes allí trabajan tienen que dedicarse a vender pollos y a hacer campaña electoral y a vestirse de rojo para hacer «labor social» en lugar de estarse formando para mejorar y cuidar la industria?

El germen de la tragedia es político y esos fallecidos y heridos deberían tener la satisfacción de que el suceso no quede impune y que se identifiquen a los responsables y paguen por sus delitos.

Lo de Amuay no fue un accidente. Un accidente es que uno se caiga subiendo las escaleras, que se tropiece montando bicicleta y se fracture un brazo, que una mujer meta el tacón en la rejilla de una alcantarilla y pele el patero y se escoñete la nariz. Esos son ejemplos de accidentes.

Cuando hablamos de que se producen cerca de 40 muertos -o más, según algunas informaciones-  por la falta de inversión en el mantenimiento y seguridad de una refinería, cuando esas muertes se suceden porque un gobierno no hace caso de las advertencias que durante meses han venido haciendo expertos tanto trabajadores activos como ex trabajadores de la industria en las que predecían que se podría desatar semejante catástrofe, en este caso solo se puede hablar de homicidio.

Cuando un conductor «accidentalmente» atropella y mata a un peatón, se le imputa homicidio culposo y debe ir a juicio y pagar por su crimen. Lo mismo debería suceder con la tragedia de Amuay, deben haber imputados, si no por homicidio intencional por negligencia, tomando en cuenta las múltiples advertencias que predecían la tragedia, por lo menos, por homicidio culposo. Debe haber responsables y deben pagar sus faltas.

Como deberían pagar los responsables de que en las cárceles se desarrollen masacres como la sucedida en Yare I.

Es inconcebible que un país en tan pocos días cuente más de 100 muertos al sumar las dos tragedias y sin sumar los fallecidos de manera violenta en un fin de semana, sin que existan responsables que reciban su castigo.

Claro, en un país serio, esa sería la vía, un juicio justo a los responsables, en una república bananera como la nuestra, la impunidad reinará, los responsables serán hasta galardonados en cadena nacional por su heroica actuación ante la tragedia y los culpables no recibirán ni siquiera una sanción administrativa o una solicitud de renuncia, mucho menos una condena penal por homicidio.

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