Venezuela, entre Munchausen y Estocolmo

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El régimen le ha venido progresivamente inoculando al país el virus letal de un socialismo trasnochado, que ellos llaman del Siglo XXI, hasta producirle la grave patología que presenta en la actualidad. (Ilustración tomada de Twitter Venezuela)

Hace algunos años, me comentaba una amiga que una mujer cercana a alias “Esteban”, le había dicho que el hombre, cuando aún le quedaba un ápice de conciencia y cordura, sufría muchísimo por lo que consideraba era como una maldición que lo perseguía. Decía esta mujer que llegaba hasta a llorar al preguntarse por qué siempre le hacía daño a quienes tenía cerca, por qué hacía sufrir y dañaba a quienes quería y lo querían.

Esta confesión, sea cierta o falsa, nunca la he olvidado y al ver la situación a la que ha llevado alias “Esteban» al país en la actualidad y a riesgo de parecer simplista y que este escrito está basado en un manual de sicología en 25 mil palabras -como esos que aparentemente se han  “medio leído” las eminencias del régimen sobre el socialismo y el marxismo-, me voy a permitir hacer una extrapolación hacia la situación de Venezuela, del trastorno psicológico que sufren algunas madres denominado «síndrome de Munchausen” y que consiste en que las madres perturbadas mentalmente inducen en sus hijos síntomas de enfermedades que pueden ser reales o aparentes.

Es decir, la mamá –perturbada- enferma o hace que su hijo se enferme o parezca enfermo. “La madre puede simular síntomas de enfermedad en su hijo añadiendo sangre a su orina o heces, dejando de alimentarlo, falsificando fiebres, administrándole secretamente fármacos que le produzcan vómito o diarrea o empleando otros trucos como infectar las vías intravenosas (a través de una vena) para que el niño aparente o en realidad resulte enfermo”.

Así, indudablemente, ha venido actuando el régimen venezolano desde desde que se instauró. Ha sido más de una década en la que el chavismo se ha empeñado en enfermar al país hasta llevarlo al borde del colapso en que nos encontramos. El régimen le ha venido progresivamente inoculando al país el virus letal de un socialismo trasnochado, que ellos llaman del Siglo XXI, hasta producirle la grave patología que presenta en la actualidad, ha procedido de la misma manera como lo hace la desequilibrada madre víctima del síndrome de Munchausen que le inyecta fármacos al niño para que se le manifiesten los síntomas de la enfermedad.

Como la madre perturbada, el gobierno dice que sus acciones están hechas desde el amor y buscando el bienestar del “pueblo” –generalmente, Chávez, al pronunciar la palabra “pueblo”, como cuando dice “Estado”, se golpea el pecho con la palma de la mano en un gesto que evidentemente deja entrever que él es el “pueblo” y él es el “Estado”-.

Con las excusas del amor, la soberanía y la independencia el régimen ha llevado el país al colapso, como la madre mentalmente enferma y víctima del Munchausen, ha enfermado a Venezuela política, económica, social, ética y moralmente. No voy a enumerar todos los graves problemas que padecemos los venezolanos porque creo que son ampliamente conocidos y sufridos por todos, pero es evidente que el causante “amoroso”, el culpable “libertario” no es otro más que el gobierno.

Es así como, ha llevado Pdvsa a un estado de abandono tal, por ejemplo, que sucede una tragedia como la de Amuay, donde muere un gentío, con saldo además de irreversibles consecuencias en el ambiente y cuantiosas pérdidas económicas y, al final, quiere aparecer como el héroe de la película porque logran controlar el incendio.

El  régimen nos ha ido cerrando todas las puertas y bloqueando las salidas. Como en el cuento de los cerdos salvajes, nos ha ido poniendo cercas y secuestrándonos, ha enfermado de manera deliberada al país sin encontrar una cura para esta grave enfermedad que sufrimos y que pareciera estar llegando a su estadio terminal.

SINDROME DE ESTOCOLMO

Pero Venezuela no sufre en la actualidad solamente del síndrome de Munchausen, de otra parte están quienes parecieran a su vez padecer de otro síndrome: el de Estocolmo.

“Los delincuentes se presentan como benefactores ante los rehenes para evitar una escalada de los hechos. De aquí puede nacer una relación emocional de las víctimas por agradecimiento con los autores del delito”. (Foto tomada de la web)

Es impresionante ver cómo muchos venezolanos están conscientes de los problemas que enfrenta el país en seguridad, escasez de alimentos, corrupción, desempleo, pérdida vertiginosa de la calidad de vida, violencia, etc. Y, como los secuestrados que padecen del síndrome de Estocolmo, justifican a sus captores, los entienden, y aceptan resignados los maltratos que les propinan sus secuestradores.

Si uno se acerca a Twitter, por ejemplo, y revisa las peticiones que le hacen a @Chavezcandanga -la cuenta que hace unos meses abriera el presidente para tener un contacto más “directo” con los ciudadanos y que días más tarde terminara siendo atendida por una guerrilla de 200 personas contratadas para tal fin-, se encontrará con que la gran mayoría de los mensajes que recibe la cuenta son solicitudes de personas que tienen problemas de vivienda, de empleo, de seguridad, que presentan denuncias de corrupción o atropellos y abusios de poder, pero todos comienzan agradeciendo al comandante por su gobierno, por su “patria socialismo o muerte”. Saben que sus carencias no han sido satisfechas en estos 12 años, pero siguen seducidos por Chávez, como «la víctima de un secuestro, o persona retenida contra su propia voluntad, (que) desarrolla una relación de complicidad con quien la ha secuestrado. En ocasiones, dichas personas secuestradas pueden acabar ayudando a sus captores a alcanzar sus fines…”.

Una muestra de estas manifestaciones de la gente se puede apreciar al leer algunos de los comentarios hechos en el artículo «Chavezcandanga, Esteban llegó a twitter» publicado tanto en este blog como en la agencia de noticias Infociudadano

Dice Wikipedia que “Los delincuentes se presentan como benefactores ante los rehenes para evitar una escalada de los hechos. De aquí puede nacer una relación emocional de las víctimas por agradecimiento con los autores del delito”. Creo que esto explica perfectamente a lo que me refiero cuando sostengo que quienes aún continúan creyendo y esperanzados en el  gobierno les proporcionará la satisfacción de sus necesidades y les mejorará la calidad de vida, parecieran estar absolutamente afectados por el síndrome de Estocolmo. Son estos quienes comienzan su rosario de quejas y solicitudes manifestando su profundo amor y admiración hacia el comandante y su revolución.

Pero, lamentablemente, en Venezuela, junto con los dos síndromes anteriores, convive un problema que puede ser aún más grave de solucionar, y aquí vuelvo a hacer otra extrapolación: un elevado número de venezolanos pareciera sufrir de “trastorno o desorden de deficiencia de atención”. Estos son los que ven la situación que atraviesa el país con total apatía, indiferencia y desinterés. A estos no les importa que se vaya la luz, que cierren emisoras de radio y TV, que haya escasez de alimentos, que no se pueda tener acceso a los dólares, que hayan intervenido y cerrado bancos y que el resto del sistema bancario se encuentre bajo permanente amenaza, que se pudran toneladas de alimentos en contenedores, que se consigan medicamentos e insumos médicos vencidos almacenados en depósitos del gobierno, que sus vecinos hayan sido robados o asesinados, que sus primos estén desempleados, que sus mejores amigos se hayan visto obligados a emigrar para buscar una oportunidad laboral que le fue vetada en el país por haber trabajado en la antigua Pdvsa o, simplemente, para obtener  mejor calidad de vida para ellos y sus hijos, que haya habido muertos por la explosión de la refinería de Amuay. El trastorno de déficit de atención sólo les permite estar pendientes del fin de semana, de la playa y el cine, del álbum de Panini, del juego de su equipo deportivo favorito y si, por casualidad, se les toca el tema de la situación de crisis del país, sencillamente voltean a mirar la luna o zanjan el tema con un “qué fastidio a mí la política no me interesa”.

NOTA: Si alguien conoce un tratamiento o una terapia que puedan ser efectivos para enfrentar estos trastornos que presenta Venezuela en la actualidad, por favor deje su receta en un comentario al terminar de leer el texto.

12 Comentarios

  1. Faltaría otras dos patologías, que no sabría sus nombres técnicos, como «la culpa es del otro», es decir, el problema de la escases es de los empresarios que «esconden» la mercancía, o el control cambiario es porque «otros» se enriquecen con la fuga de dólares. La tragedia de Amuay es otro ejemplo, apenas los cuerpos estaban tibios cuando ya anunciaban que «otros» habían hecho sabotaje.

    La otra patología es «en la 4ta fue peor», si se habla de la inflación, «en la cuarta fue peor, llegó a más de 100%», si uno habla del pésimo estado de las carreteras, «en la cuarta fue peor»…

    Faltaría saber cuáles serían los tratamientos a semejantes patologías.

  2. Así es Renji. Justamente sobre eso de «echar la culpa a otros» escribí hace tiempo, en octubre de 2009, cuando iniciaba mi blog, relatando una anécdota en la fila del banco: http://golcar.wordpress.com/2009/10/07/voltea-y-echale-la-culpa-a-alguien/ Como es un tema recurrrente en mi mente, en estos momentos estoy escribiendo algo que tiene que ver con el tema y con la capacidad que tenemos para buscar justificar nuestras malas acciones y hacer ver que no es porque seamos así, sino que las circunstancias o «los otros» nos impulsan a actuar de manera errada. Ya publicaré en PN ese texto cuando esté listo.

  3. @Golcar: para ser exactos, tú hablas del síndrome de Munchausen «por poderes», no del síndrome de Munchausen «ordinario», donde una persona se auto-enferma para atraer la atención. La pregunta sería: ¿cuál es la atención que quiere el comediante en jefe?

    @Renji: creo que en realidad las dos patologías que señalas son una sola: siempre es culpa de los «otros». Ya sean personas muertas (como gran parte del antiguo liderazgo de la «cuarta»), o personas vivitas y coleando (como los empresarios, la oposición, la Iglesia, etcétera). Se podría decir que es un intento desesperado de evadir la culpa propia que sigue aninando en el subconsciente.

  4. «La pregunta sería: ¿cuál es la atención que quiere el comediante en jefe?»

    Creo que él necesita saberse necesitado, ser un mesías, cosa que ya algunas personas lo han dicho de él.

    «creo que en realidad las dos patologías que señalas son una sola: siempre es culpa de los “otros”.

    No necesariamente, porque es cierto que existe el discurso que lo malo que existe ahora es «herencia» de la 4ta, pero lo que quise decir es la tendencia de «escurrir el bulto» al afirmar que si ahora es malo, antes era peor.

  5. @Renji: es que esa no es la pregunta. O debe ser que la formulé mal, también es posible. Para decirlo exactamente: ¿cómo carajo espera Chávez llamar la atención y que la gente lo quiera como a un Mesías escoñetando un país?

    A menos claro, que la filosofía de Chávez sea: «Mejor que hablen mal de uno a que no digan nada». De hecho, es muy probable que piense así. Por algo es que se pone más gritón y llorón en esta campaña mientras Capriles lo sigue ignorando (al punto que prácticamente patalea por algo de atención).

    Chávez desea que la gente esté loca con él, a fin de cuentas, por algo salió esa canción en tiempos del revocatorio de «Chávez los tiene locos». Una anécdota curiosa que podría servir de ejemplo es mencionada por Mirtha Rivero en La Rebelión de los Naufrágos: Carlos Andrés Pérez no veía a «Ese hombre si camina» como un mero eslogan, si no como un símbolo de sí mismo, una representación de su forma enérgica de ser.

    No necesariamente, porque es cierto que existe el discurso que lo malo que existe ahora es “herencia” de la 4ta, pero lo que quise decir es la tendencia de “escurrir el bulto” al afirmar que si ahora es malo, antes era peor.

    No veo la diferencia. Igualmente «escurre el bulto» echándole la culpa, ya al pasado, ya al enemigo malvado de turno (la oposición, los empresarios, el «Imperio»). Igualmente se niega a aceptar su responsabilidad, y le echa la culpa a otros.

  6. Esa es la idea. Enferma al país, lo lleva al borde la ruina, los desbarata y luego aparece con aspirinas y paños calientes, con pretensiones de super héroe a hacer creer que curará el cáncer producido con panaceas.

  7. @Renji: debe ser que mi propio complejo mesiánico es muy distinto al de Chávez y muchos otros (sí, sufro del complejo de Mesías), aunque ahí dejo la tesis también que Chávez sencilla y llanamente es un sádico, y disfruta jodiéndole la vida a la gente y sentir que tiene el poder para «salvar» a la gente si él así lo quiere. ¿No se acuerdan del jalabolas de «primero Dios, luego mi comediante»?

    Gracias por el post, de todas maneras. De todas formas, no hay que irnos a Asia Central para poner ejemplos de la megalomanía universal. Recuerdo que acá gobernó un barbudo que se creía el hijo perdido de Bolívar, el que salvó a Venezuela de la barbarie, y no sé que pendejadas más.

    A veces desearía entender el por qué de la obsesión de la gente con los tipos de uniforme (y la formación de síndromes como el de Estocolmo)… sobre las mujeres podría tal vez entenderse (después de ver como Justin Bieber es un sex idol, no me sorprende que ni Freud lograra develar qué quieren las mujeres), pero sobre los hombres, no se explica en lo más mínimo (pues no existe la atracción sexual del «coño arrecho» con el cual la gente representa erróneamente a los militares).

    Aunque bueno, como si la Humanidad fuera comprensible…

  8. «…dejo la tesis también que Chávez sencilla y llanamente es un sádico…»

    Basta saber si alguno de los síntomas de la megalomanía es el sadismo, es muy probable que sí.

    «A veces desearía entender el por qué de la obsesión de la gente con los tipos de uniforme», «pero sobre los hombres, no se explica en lo más mínimo»

    Buena pregunta, ¿te suena la frase «así, así, así es que se gobierna»? Como que hay un deseo atávico de «la mano dura», del «plan de machete», de ahí cierta nostalgia del gobierno de Pérez Jiménez.

  9. @Renji: es algo más profundo. Supongo que sabes que en España se habla del «franquismo sociológico». Bueno, aquí podemos hablar del «militarismo sociológico» o «militarismo psicológico».

    A fin de cuentas, espero que aquí nadie olvide que el golpe que llevó al poder a Pérez Jiménez (eso sí, en compañía de Chalbaud) prácticamente no tuvo que enfrentar ninguna resistencia.

  10. es una lastima que digan que venezuela estamos «mej0r»
    los robolucionarios estos. marginales y falasez.
    me gusto tu articulo es la pura verdad.

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