Ciudadana cero,
las teclas de tu pc se ajustan a tus dedos
yo, un salvaje que aun se esconde subido a los arboles
tu mas humana que nadie,
eres la filosofía y tu tono de voz es dulce.
Yo afilo un flecha y vigilo
la cueva de esa criatura nocturna toda la noche
y la cacería en los claros del bosque
me deja presas virtuales
en tu imagen, se ven tus labios, tu pelo
estas estoica pero casi me puedes hablar
yo aun escondo la cara porque me buscan.
Nada de esto es mi fin en si
soy solo un poeta, de los malos
de esos que cuando se bajan del metro se imaginan que te encuentro en la calle
y así, como si nada
nos bebemos un café muy negro
que deja marcas, y tenemos tabaco
nos contamos historias,
coincidimos,
te ríes,
y te ríes genial,
entonces me das permiso
y me doy cuenta que era otro sueño.
Y peor poesía.
Nunca quise ser un ciudadano
aun me llaman los bosques de mi campesinado
y los mares;
mares que me sacaron con las olas
por ser un pirata de culito caliente
y que le gusta que le abracen en cucharita.
Dejé un barco pirata y me bajé en costas del Caribe
para ser un cero también
el mar virtual aun me desconsuela
pero si te leo la espuma es red
y los miles de hologramas de pequeños peces
aterrizan en tus comentarios.
Para coincidir de nuevo.
Y así te rías.
Divertidamente.
Como quiero creer que lo haces.