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El concepto del yo como obstáculo para la felicidad

Para el budismo, los conceptos de “yo” y “mi” son las grandes trabas para la felicidad duradera, que se alcanza cuando se logra el Anatta, o no-yo. Tanto en sánscrito como en pali existe la palabra no-yo, traducida por an-atman o an-atta respectivamente.

El “yo” y el “mi”, palabras que representan personalidad o posesión respectivamente. El “yo” no sólo nos separa de lo “exterior”, el yo del no-yo, como un muro, sino que también divide de lo “mío” con lo de “otro”. El yo separado de todo lo que es no-yo es el sostén de la dualidad, es decir de los opuestos, origen de los conflictos.

El budismo trata de combatir, mediante su doctrina y sus ejercicios, eliminar el concepto de “yo”, o lo que es muy parecido, el ego. El “yo” no existe, somos parte de un todo y no separados de lo “externo”, lo “interno” y lo “externo” es uno solo.

El concepto de “yo” y “mi” genera sufrimiento, deseos insatisfechos, maldad, dolor; el buscar la felicidad en los objetos, en la comodidad, será siempre vacío, nunca serán satisfechos, nunca darán la felicidad total, permanente, imperecedera.

Los conceptos de “éxito social” como un modelo a seguir, que sólo genera felicidad efímera, mundana, están basados en el concepto del “yo” y “mi”. También genera la llamada “angustia básica u original”, fenómeno presente no sólo en la doctrina budista sino también en numerosos filósofos occidentales; en otras palabras, aquella angustia original, el pavor a sentirse solo, que todos tratan de evitar por múltiples vías, y que es la búsqueda de un sostén que no sea ese “centro vacío de nuestro ser”. El budismo afirma que ninguna felicidad es íntegra si no se supera esa angustia fundamental, si se alcanza el Anatta.

Ver El concepto del yo como obstáculo para la felicidad (II)

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