Popularmente se le conoce como el método del «goteo», de infausto recuerdo para la historia de las fuerzas armadas. Se utilizó con los militares de la Plaza Altamira, cuando cierta oposición soñaba todavía con una solución de facto al gusto de los cuarteles.
Se iba a cambiar un problema por otro. Pero después se maduro, a punta de golpes, y la alternativa democrática tomó un camino diferente, apegado al derecho y la ley. Ahora el gobierno, en vista de su ataque de pánico, juega a la misma fórmula superada y efectista, propia del lenguaje epidérmico de la propaganda, sin ninguna dimensión. Sacan barajitas repetidas y a las someten al escarnio público de retractarse en vivo y directo, como si hubiesen sido vilmente chantajeadas a cambio de unas cuentas monedas. Son los Judas del calvario del Presidente saliente. Le queda poco y apela a una vieja técnica empleada con los intelectuales disidentes de Cuba y La Unión Soviética. Presentarlos como conversos arrepentidos de militar en el partido contrario. Por fortuna, la estrategia carece de futuro. Nadie cree en tránsfugas de último minuto. Menos si viene acompañados por el apellido Escarrá.
Hasta luego, Hermánn. Gózalo mientras dure. Aprovecha para hacer tu agosto y diciembre entre septiembre y octubre. Después, vendrá el hambre pareja, hermano. Aunque tampoco te sientas mal. Te hace falta la dieta. Es por tu salud.
Los rojos siempre pagaron por tu conciencia.
Regreso indecoroso a las filas del chavismo.