Escribo esto casi sin ganas, pero con el impulso que me da la necesidad de criticarte, Venezuela.
Ya son catorce años de este peo, mi pana. Catorce años. Se lee 14, 1 – 4, uno – cuatro. Mi molestia no es un rollo ideológico. No es una crítica de modelo socio-económico. Te confieso, de hecho, Venezuela, que a mí el socialismo me encanta. Me parece fascinante como teoría y posible práctica en un país que esté listo para tal cosa.
Sin embargo, Venezuela, tú no estás lista para algo así. Tu inconsciente colectivo es el de un niño de 13 años que descubre la porno por internet y el onanismo a la vez. Es el de un niño descontrolado que no puede parar de masturbarse, sólo porque sí.
Luego de 14 años, Venezuela, te pregunto: ¿Qué es el Socialismo del siglo XXI? ¿Qué es el Chavismo? ¿Cuál es la ideología que te guía y que, tan alegremente, te lleva hacia tu propia destrucción?
¿Es que acaso no te diste cuenta del engaño?
Te confieso, Venezuela, que mi peo con todo este resultado, es que considero fundamental la alternabilidad como parte indispensable del juego político. Que si siempre es el mismo el que lleva el control, hasta un torneo de Mortal Kombat se vuelve una ladilla; un ejercicio tedioso de repetición. Fútil, como el ir y venir del mar con sus olas sobre la costa y la infinita arena.
¿Es que acaso no aprendiste nada de las películas de Batman? «Either die a hero, or live long enough to see yourself become the villain.» («O mueres siendo un héroe, o vives lo suficiente para verte convertido en el villano»). Creo que 14 años ininterrumpidos son más que suficiente para convertirse en un villano, y de los de peor calaña.
Yo nunca quise vivir en un país que tuviera un gobierno que es motivo de burla en otros lugares.
Yo nunca quise vivir en un país donde tu cabeza estallada sobre el asfalto vale menos que el celular que te iban a quitar.
Yo nunca quise vivir en un país donde independizarse y ser un adulto autosuficiente es una utopía inalcanzable si no te entregas a los colores del proceso.
Y sin embargo, Venezuela, eso fue lo que nos tocó.
Yo quiero que estés clara, Venezuela, de que Chávez pudiera haber sido el hombre del siglo XXI, y su ideología el factor que cambiara las reglas del juego. Un apoyo popular sin precedentes, un precio del petróleo injustamente favorable, y una sociedad lo suficientemente maleable como para convertirla en la punta de lanza de un progreso económico y social a nivel continental.
Sin embargo, Venezuela, y esto quiero que lo entiendas bien, Chávez y su ideología de mentira sólo nos han traído ignorancia, desidia y mediocridad. Convirtieron a esta república bananera en un despojo de sociedad, condenada inevitablemente a consumirse a sí misma, en el acto más aborrecible de canibalismo social que se haya visto en este milenio.
Quiero que entiendas, (¡Coño!) Venezuela, que lo que te viene es mambo. Que de aquí en adelante el valor de tu vida, de tu individualidad, de tus aspiraciones, de tus deseos más personales, es cero. Que nada de lo que jamás quisiste va a suceder, por estarle cumpliendo el sueño a un macaco con demasiadas ansias de poder.
Por complacer a un megalómano enfermo y perverso, al entregarle las llaves de tu propia destrucción.
Siempre tuve la fantasía de quedarme hasta el final. De estar en el alfa y el omega de este proceso destructivo y degenerativo. Sin embargo, Venezuela, no me dejas más camino que abandonarte, como han hecho muchos otros, y guardarte en mi recuerdo, junto a todas esas otras cosas que jamás podré hacer, porque sencillamente a la vida NO le da la gana.
Que el último apague la luz, y que Cthulhu guarde en su cofre el alma de este país descarriado y perdido.