Los vaqueros en su galope dejaban tras de si polvo lunar. Era la fiebre del agua y cualquiera podía morir por unas gotas del preciado líquido. La vida en la Luna era difícil y riesgosa.
El único satélite se asomaba seco y ocre, nada que ver con lo que fue en una época; un hermoso planeta azul y lleno de vida. En su vagar, el líder de los vaqueros divisó una bandera cuyo diseño no pudo reconocer. Se aproximaron para ver si con la cercanía reconocían el diseño. Extrañados ante ese descubrimiento solo encontraron unas huellas incólumes alrededor de la bandera. Decidieron desenterrar el asta para llevarse el extraño trofeo y en el agujero encontraron un líquido amarillento como si fuera oro liquido.
En ningún libro de historia quedo registrada la cósmica deposición que dispuso un antiguo visitante en el agujero donde se clavaría la extraña bandera. Brindaron con el líquido crapuloso y uno de los vaqueros creyó embriagarse.
