Simón Rodríguez*
“Veinte años no es nada”, reza el tango, pero para una ciudad y un estado en manos de gobiernos encabezados por adecos, copeyanos y chavistas, ha resultado ser un lapso de tiempo suficiente para que el nivel de vida de la población se haya deteriorado en una escala alarmante. Estas autoridades, en alianza con grandes empresarios, han dejado a Mérida convertida en algo muy distinto a la ciudad que pudo llegar a ser, una urbe estudiantil, centro de la investigación científica y la cultura, modelo de un manejo racional de los desechos sólidos y del desarrollo de actividades turísticas cónsonas con la conservación del ambiente. Cerros de basura cubren la ciudad, cortesía de un alcalde copeyano y autoridades regionales y nacionales “rojas-rojitas”, cuyos intereses sectarios y negocios particulares se han colocado por encima del derecho de la gente a la salud y a un ambiente limpio. Es una “ciudad de los caballeros”, pero únicamente por el estilo medieval de sus calles cubiertas de basura y la consecuente proliferación de enfermedades respiratorias y gastrointestinales.
La ausencia de una planificación del desarrollo urbano, la edificación de decenas de centros comerciales y conjuntos residenciales en flagrante violación de las leyes existentes, como en los recordados casos del Centro Comercial Yuan Lin o el Conjunto Residencial El Rodeo, han sido la nota predominante en los últimos diez años. Para desprestigio del socialismo, han sido los falsos revolucionarios del Psuv los responsables de la mayor parte de estos desmanes urbanísticos. “Así es que se gobierna”, al servicio de los capitalistas locales y las transnacionales.
El Parque Albarregas es hoy apenas un lejano recuerdo para las personas con más de treinta años de edad. Las nieves perpetuas de la Sierra Nevada expiran, mientras que el gobierno cometió el crimen de dinamitar el Teleférico de Mérida para construir uno nuevo, con el único propósito de inflar los montos de los contratos y las comisiones. Centenares de árboles talados para construir un inoperante Trolebús nunca fueron replantados, aunque los dueños de viveros fantasma cobraron por plantar miles de árboles imaginarios. Las calles y avenidas se vuelven intransitables por el denso tráfico automotor. Las zonas populares padecen el agravamiento de la exclusión social y económica, y se generan las condiciones para el crecimiento de la delincuencia.
¿Era inevitable este destino para nuestra ciudad? No, y aún podemos luchar por revertirlo. Podemos rebelarnos contra los políticos y empresarios ladrones que, con tal de exprimir unos cuantos billetes a cualquier negocio, han atentado contra toda racionalidad urbanística y contra toda norma ambiental. Podemos dar la pelea por democratizar y transformar la institución universitaria, para tener una casa de estudios comprometida con aportar a la solución de los problemas más urgentes de la población. Pero no basta con echar a los políticos del Psuv y de la MUD que han destruido a Mérida, hay que construir nuevas instituciones de gobierno, realmente democráticas, que sean la expresión de la articulación de las organizaciones populares y obreras, que ejecuten gestiones al servicio de mejorar la calidad de vida de las grandes mayorías y liquidar toda forma de explotación e injusticia social.
Es posible elaborar una política integral de manejo de los desechos sólidos, que reduzca las emisiones y promueva la clasificación y el reciclaje de los residuos. Es posible convertir las principales avenidas del centro de la ciudad de Mérida en boulevares peatonales que hagan de esta zona un espacio más humano, se puede mejorar el transporte público, e implementar medidas para controlar los niveles de contaminación sonora de la ciudad. Se puede reubicar a la población que vive en zonas de alto riesgo. La Plaza de Toros podría convertirse en una Plaza Cultural que albergara espectáculos musicales, de teatro, y de otras expresiones artísticas, en vez del triste remanente del circo romano que hoy representa. Se podría elaborar en conjunto con las organizaciones ambientales, planes para el desarrollo de un modelo ecoturístico que permita educar a la población para la preservación del rico patrimonio natural de la sierra andina. Puede realizarse un plan de desarrollo urbano coherente y al servicio de las necesidades de la población, no de los capitalistas y los burócratas de turno.
El chavismo y la derecha opositora nos quieren convencer de que ellos representan lo factible, lo realizable, lo realista, que por lo tanto la gente sensata debe votar por ellos y olvidarse de la posibilidad de cambiar. Pero basta observar hasta dónde nos ha traído su supuesto realismo, para comprender hacia dónde nos dirigirán si continúan en el poder. Con el Ché, preferimos decir: “seamos realistas, soñemos lo imposible”. Nuestro proyecto está hecho con el material de lo justo y lo necesario, el material con el que se construyen las verdaderas revoluciones.
* Candidato a la gobernación del estado Mérida por el Partido Socialismo y Libertad (PSL).