Hatillarte 2012: La peor edición hasta la fecha

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Por lo general, las iniciativas culturales de calle van de menos a más.
Al contrario, Hatillarte pisa su fondo en la edición del 2012, por diferentes razones y motivos.
De plano, falló la convocatoria, la participación de la gente y de ciertos espacios. De hecho, el circuito se redujo a la mitad.
Si no es por el esfuerzo de ciertos veteranos y de las generaciones de relevo, la entrega del año hubiese pasado sin pena ni gloria.
Nos encontramos a un colega del medio y nos dijo: «aquí no hay ni pies ni cabeza. Es un disparate. Afortunadamente, un puñado de consagrados todavía le apuestan al asunto. Por ejemplo, Gaudí Esté y Oswaldo Vigas».
Aunado a ellos, sobresale el trabajo de Onofre Frías y las pinturas del restaurante Bananas.
De resto, el panorama fue bien desolador, al decantarse por el kistch, la improvisación, la falta de profundidad, la burda copia y la ingenuidad conceptual de una muestra inofensiva, donde la corrección política domina la oferta y la demanda. Grupos de actores y bailarines advenedizos recorrían el casco histórico. Sus propuestas se agotaban desde el enunciado. Al final, reinaba un extraño ambiente de control y desazón. La censura del mercado y de las instituciones imponían su norma de etiqueta, sacando de contexto a la mayoría de las obras.
La realidad circundante brillaba por su ausencia en un entorno de evasión y escape, tal como una burbuja, fabricada para levantar el comercio del deprimido sector.
Ojalá cambie para el 2013.
Así carece de futuro.
Necesita de una mejor organización y orientación.
Parece un bazar de navidad.

2 Comentarios

  1. «Parece un bazar de navidad». En efecto tenía mucho de eso, vi diseminados por las calles varios ventorrillos de adornos navideños, artesanía y licores caseros. Es un cruel reflejo de la recesión que se está viviendo, y de los expedientes que se inventa la gente para medio mantenerse a flote.

  2. Creo que lo que ocurrió, entre muchas otras cosas, fue que no se trabajó en equipo como los dos primeros años que fueron los mejores, especialmente 2010. Luego ocurrió que se le hizo tanta o más publicidad a los restaurantes, logrando que superaran el número de galerías participantes, convirtiendo «una noche de galerías», en una noche gourmet . Por último, la poca calidad, variedad y vistosidad de las obras expuestas en los espacios abiertos, con muy pocas excepciones.

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