Hoy vi la última entrega de 007; muy buena, le puse 8/10 en IMDB. El video del intro musical, poco después del comienzo, me pareció espectacular, y también la fotografía en general. Pero lo que más me impactó no fue eso, ni la acción, ni las actuaciones, ni la trama, ni la bella actriz, sino una escena muy lugar común en toda la historia del cine: ese momento en las películas cuando alguien muere. Otro personaje, quizá un familiar o un amigo querido, sostiene a un moribundo en sus propias manos, y ve como sus ojos quedan de pronto abiertos y cesa su respiración, y por un momento ese otro personaje no entiende lo que pasa, o no quiere creerlo, no lo acepta, se resiste, y después se resigna y llora. Qué escena tan trillada, ¿cierto? Y sin embargo, una escena como esa hoy en Skyfall me golpeó, quizá porque la viví hace ya unos pocos años en carne propia y por primera vez. Hay cosas en la vida para las cuales es imposible prepararse. Literalmente cientos, quizá miles de escenas como esa había visto yo antes de. Y ahora que lo pienso, ésta en Skyfall es una de las primeras que veo (o que asocio a) después de. Pero esa “práctica” anterior es ridícula y absolutamente inútil. No importa qué tanto uno lo haya visto antes en el cine o en la tele; por mucho que sea lugar común, nada lo prepara a uno para ese momento.