El fantasma de la muerte recorre el Festival de Cine Español. En No Habrá Paz Para los Malvados le define la agenda al sombrío personaje interpretado por el magnífico José Coronado, cuya imagen lo aproxima a la figura arquetípica de un mal teniente de Abel Ferrara. Es un policía corrupto en busca de redención.
Deambula como zombie por una escenografía urbana de marcadas resonancias genéricas y políticas. Su fuente de inspiración es el cine negro de la crisis y la pesadilla terrorista de los atentados del 11-M.
La película consigue la brújula narrativa en el tono seco de la dirección, al descender por el infierno de la droga y el alcohol. Solo falla la visión estereotipada de la cultura islámica. El film alienta el miedo a los extranjeros.
El desenlace equilibra las cargas y reparte las culpas del problema de fondo. El protagonista perece al finalizar su misión suicida, delante de un paraje abstracto, lírico y crepuscular.
El mismo espíritu poético, expresionista y naturalista lo encontramos en El Artista y La Modelo, sentida descripción del ocaso y el renacimiento de un escultor, después de cincelar su obra maestra, gracias a la transfusión de sangre fresca de una hermosa joven del campo. Ambos entablan una relación paternal, estética y erótica con el notable influjo de las musas de Renoir, Erice y Bresson.
La pieza destaca por el ascetismo, el impresionismo y el minimalismo de su puesta en escena. Subyuga y a la vez golpea la conclusión melancólica y existencialista de Fernando Trueba en la defensa de la decisión última de su ídolo trágico.
Para el autor, la creación es sinónimo de experimentalismo, independencia y madurez, para combatir el inexorable paso del tiempo. Son valores implícitos en la también hermosa apología de la tercera edad bajo el título de Arrugas, soberbia reivindicación de la alteridad a través de la técnica de la animación. Desde los trazos hasta el subtexto, el largometraje ofrece una aleccionadora respuesta al canon establecido por Hollywood.
El trabajo sustituye a la fauna animal de la Disney, por una galería de seres entrañables al borde del retiro y la extinción. Justa dedicatoria a los ancianos marginados de la actualidad y el futuro. Por ratos adquiere tintes de pintura picaresca y esperpéntica de Goya. Cuestiona la falta de memoria del espectador. Lo invita a reflexionar en torno a su decadencia, pero mágicamente le devuelve las ganas de vivir.
Descubrimos moralejas parecidas en Amador y El Club de los Suicidas, a pesar de sus irregularidades. Constituyen los eslabones débiles de la cadena. La primera naufraga por el guión y la manera de acercarse al drama de la inmigración.
La segunda fracasa por su resolución de comedia televisiva. Al menos las dos saben traducir el aire depresivo de su época. No es el caso de la peor selección del ciclo, 3 Metros sobre el Cielo, un comercial para tapar, con refresco y conflictos de secuela de Twilight, las incertidumbres de la generación indignada.
Por fortuna, es la única mancha discutible de la curaduría. No en balde, Elefante Blanco, Seis Puntos sobre Emma, Flamenco-Flamenco y Año de Gracia sacan la cara por los temas y las formas de interés. En resumen, la madre patria hace catarsis con el espectro audiovisual, a la espera de resucitar a su industria.
*Publicado originalmente en «La Ventana Indiscreta» de «El Nacional».
de todo lo que has dicho, con lo que más estoy de acuerdo es con lo de imagen estereotipada de la cultura islamica….