¿Qué hacer con la violencia?

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Quizá desde que la humanidad ha sido humanidad ésta ha sido violenta. Aunque hay quienes dicen que en la antigüedad han habido civilizaciones o comunidades no-violentas, al parecer las que han sido de carácter matriarcal, aunque francamente lo dudo bastante.

Si la violencia ha estado presente desde los inicios de la humanidad hasta el día de hoy, se podría decir entonces que ésta se ha manifestado en cualquiera de las condiciones sociales que han existido a lo largo de toda la historia humana. Entonces el origen de la violencia no sería desde lo social, o desde lo político o desde lo religioso, sino que se originaría desde el mismo ser humano, independientemente de las condiciones que existan en su entorno.

El Buda lo explicó de una manera simple y directa: el origen de todo lo que produce aflicción es la avaricia, el odio y la ignorancia (entendiéndose no como desconocimiento sino como ignorancia espiritual o de la esencia de las cosas), estos tres factores son conocidos como las «tres raíces del mal», o «los tres venenos».


El budismo tibetano lo ejemplifica en una representación gráfica del Samsara (la rueda interminable de la vida, el sufrimiento y la muerte). Dentro de un círculo, en el centro de la rueda del Samsara, se pueden ver a un gallo que muerde la cola de una serpiente, la serpiente muerde la cola de un cerdo y el cerdo muerde la cola del gallo. Son la avaricia, el odio y la ignorancia, respectivamente. Cada uno existe a consecuencia de la existencia de otro. La avaricia se genera por la ignorancia, el odio se genera por la avaricia y la ignorancia se origina por el odio. Es una cadena sin fin. La cadena que origina, como se ha dicho más arriba, el sufrimiento y por ende el Samsara.

La violencia se genera, desde el punto de vista budista, por estos tres «venenos» mencionados más arriba: la avaricia, el odio y la ignorancia. Todo lo que sea generado por estos tres factores produce sufrimiento, por tanto la violencia, a cualquier grado, produce sufrimiento.

En algún post anterior dije que trataba de practicar la Ahimsa, no-violencia, y que haría uso de la violencia sólo en casos extremos. Debo corregirme, ahora digo que no haría uso de la violencia bajo ningún aspecto. Preferiría morir antes de usar la violencia.

Estoy convencido que si se quiere eliminar algo que produce aflicción es necesario erradicar sus causas de raíz. Es como si se tratara de un apendicitis, si no se extrae el apéndice de inmediato, el dolor y el malestar continuarán, por muchos analgésicos que se tomen.

Pienso que a la violencia no se le debe dar ni un ápice de concesión, en lo absoluto, sería como conceder una fisura en el muro de una represa, ésta más temprano que tarde estallará y el agua de la represa se desbordará y tendrá consecuencias impredecibles.

Por tanto, para que se detenga la violencia hay que detenerla en seco, sin darle, bajo ningún aspecto, ninguna justificación. La violencia no genera otra cosa que más violencia, y la violencia genera sufrimiento, jamás la violencia libera del sufrimiento. No existe, a mi modo de ver, otra alternativa que erradicar, de modo absoluto, todo aquello que genere violencia. Y esa erradicación surge, en principio, desde nosotros mismos, sería absurdo e inútil pretender que otros dejen de ser violentos si nosotros mismos no dejamos de ser violentos. Como dicen los chinos, antes de ir a cambiar el mundo date tres vueltas por tu casa. Y en este caso nuestra casa es lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos.

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Mido un metro setenta y cinco. Tengo una docena de libros. En mi cuarto hay un altarcito con un Buda. Me gusta el color azul. A veces me despierto alunado. Prefiero los gatos a los perros, porque no existen gatos policías. Soy de acuario, pelo negro. No colecciono nada, guardo la ropa ordenada. Me aburro en las fiestas y soy de pocos amigos. Tengo los ojos color café tostao. Dicen que soy bueno, aunque no sea bautizado, y aún no me llevan las brujas. Nací a las siete y media de la mañana. No creo en ovnis ni en zombies (pero de que vuelan, vuelan). Uso prendas talla "m". Prefiero quedarme en silencio. Duermo del lado derecho y con franela si hace frío. De la vida yo me río, porque no saldré vivo de ella. No uso saco ni corbata, ni me gusta el protocolo. Estoy en buena compañía, pero sé cuidarme solo. No me complico mucho, no me estanco, el que quiera celeste, que mezcle azul y blanco. No tengo adicciones, mas que de leer y estar solo. Antes creía que no tenía miedos, hasta que vi la muerte a milímetros. No me creo ningún macho y soy abstemio, aunque si hay una buena compañía y un vinito se me olvida esto último. Prefiero más a los animales que a la gente. No tengo abolengo y dudo mucho que tendré herencia. Tengo una rodilla que a veces me fastidia. Tengo cosquillas, no las diré hasta que las descubras. No traiciono a mis principios, que son cinco. Me gusta ser muy sincero, por eso no hablo mucho. (Inspirado en una canción del Cuarteto de Nos)

2 Comentarios

  1. Hay gatos guardianes en Tailandia, no permiten que ninguno de los visitantes al Templo del Buddha se apropie de ninguna joya, moneda o donativo de los fieles… me parece que sí son gatos policías… vigilantes… disuaden con sus garras y sus maullidos y el impresionante número de ellos que recorren y supervisan todo lo que ocurre en el templo…

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