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¿Qué hacer con la violencia? (II)

Viene de ¿Qué hacer con la violencia?

La no-violencia desde el punto de vista cristiano

Muchas veces se ha intentado descartar las enseñanzas de Jesús sobre la no violencia como idealismo poco práctico, y de mostrar una imagen de Jesús más o menos violento, con la idea de contrarrestar la imagen de un Jesús débil y afeminado, manso, pasivo y azucarado, pero esa imagen no ha sido convincente.

Bien se sabe que Jesús murió voluntariamente en la Cruz, nunca mostró sentimientos de venganza, de rencor o de violencia.

Es sabido que estuvo en contra de la Ley del Talión, la cual era una antigua legislación de los pueblos de medio oriente, y que Israel había asumido como propia. Dicha ley pretendía evitar la venganza desproporcionada, de modo que proponía un tipo de justicia: cobrar exactamente según el daño cometido, ni más, ni menos. Sin embargo Jesús pide a sus discípulos dar un paso más: invita a no ceder ante la venganza, aunque sea proporcionada, menos al odio. Pero no en el sentido de la resignación, ni de dejarse pisotear, sino que en una verdadera “no-violencia activa”. No resistir al malvado, aceptando su humillación pacientemente, significar resistir a la maldad, valientemente.

En Mateo 5,38-44 dice específicamente: «Oyeron que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente”. “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.”

En Lucas 6,27: “Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan. Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra. (…) Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.”

Una interpretación apropiada de la enseñanza de Jesús sería: «No respondas a la violencia con violencia». Lo que Jesús propone no es ninguna de las odiosas alternativas de fuga o lucha. Jesús aborrece tanto la pasividad y la violencia. La suya es una tercera alternativa que ni siquiera es tocada por esas opciones: la no violencia militante.

Desde el punto de vista cristiano, la lucha de Jesús era contra la malignidad (Satán), y el arma era la luz. Según este punto de vista la meta cristiana es vencer la maldad de la gente por medio de la conversión. Matar a un enemigo es eliminar toda posibilidad de arrepentimiento y de conversión. El amor cristiano se manifiesta en tratar al agresor como a un ser humano, cuyo corazón puede ser transformado moral y espiritualmente, introducir un rayo de luz en su conciencia oscurecida.

Al desaprobar la violencia, Jesús penetra tranquilo en la hostilidad de Jerusalén con las manos abiertas, oponiendo la simple verdad a la fuerza. Las autoridades intentan disuadirlo con la muerte, descubriéndose impotentes y desenmascarados. El movimiento que lideraba Jesús debía haber muerto para convertirse en una religión mundial.

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