Escrito por: Simón Rodríguez (Candidato por el PSL a la gobernación del Estado Mérida)
»Un grupo de jóvenes y estudiantes, vinculados a la organización del Festival Internacional de Cine y Audiovisual Infantil y Juvenil, se dieron a la tarea de convocar a los candidatos a la gobernación del estado Mérida a un debate público. Según los organizadores del evento, la intención era promover un foro de discusión política, de tal manera que la campaña electoral trascendiera “los medios y el rumor” y efectivamente permitiera al público contrastar las propuestas programáticas de los candidatos.
Apenas fuimos contactados por los organizadores del debate, aceptamos participar. Sin embargo, conociendo a nuestros adversarios, sabíamos que no era probable que asistieran a un debate, en el que tendrían que valerse únicamente de sus argumentos y propuestas para convencer al público y en el que poco o nada valdrían los aparatos publicitarios y las maquinarias electorales aceitadas con bolívares fuertes provenientes del Estado o de los grandes empresarios. Aun así, al acercarse el día del debate, los organizadores nos informaban que la mayoría de los candidatos había accedido a debatir.
Faltando menos de 24 horas para el debate, en el comando de campaña de Alexis Ramírez se discutía qué hacer ante el hecho de que había sido asignada una de las salas del Centro Tulio Febres Cordero (CCTFC) para la realización del evento. Los operadores del Psuv consideraban un problema el que un espacio controlado por la gobernación del estado Mérida sirviera de tribuna para un debate político al que Ramírez no asistiría. Y por esa razón tomaron la decisión de boicotear el debate, no sólo negándose a asistir, sino además revocando el permiso para la utilización de la sala Spinetti Dini.
Irónicamente, el mismo día en que el Psuv ordenó negar la utilización de los espacios del CCTFC para la realización del debate, ese mismo partido lanzaba con bombos y platillos un “Proceso Constituyente para la Elaboración del Segundo Plan Socialista de Desarrollo de la Nación”, en el que se convoca a la población a debatir. La diferencia es que en ese “debate” las preguntas las formula el Psuv, el Psuv sistematiza las respuestas, y el Psuv publica las resultas del proceso. La participación puede ser amplia, pero sólo logra pasar lo que el embudo de la burocracia roja disponga. Así conciben la democracia los falsos socialistas del siglo XXI.
El debate de los candidatos terminó realizándose en uno de los auditorios de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la ULA. El único candidato que asistió fue quien estas líneas escribe, como abanderado del Partido Socialismo y Libertad (PSL). Los demás candidatos prefirieron no asistir, y únicamente Florencio Porras (ex gobernador y candidato del PCV), designó a un representante, quien pasó por grandes dificultades para defender el nefasto legado del ex militar a la cabeza de la gobernación de Mérida.
Cada candidato tiene sus particulares razones para no someter sus propuestas programáticas al escrutinio del debate. En el caso de Léster Rodríguez, candidato de la MUD, está claro que ni siquiera tiene un programa de gobierno. Gran parte de su publicidad se basa en la imagen de Capriles, el ex candidato presidencial de la MUD. Su fracaso como rector de la ULA y a la cabeza de la alcaldía de Libertador es un voluminoso rabo de paja que le impide “acercarse a la candela”. Prefiere no hablar mucho y dejar que el voto castigo contra el chavismo lo lleve a la gobernación. Alexis Ramírez, apadrinado por Diosdado Cabello y el ala derecha del Psuv, fue en su época de dirigente estudiantil un buen polemista, pero también ha preferido apoyarse únicamente en el poderoso aparato económico y burocrático del gobierno y sus aliados empresariales para hacer campaña. La danza infernal de millones de bolívares fuertes que recorre las calles, en miles de afiches, pendondes, vallas y avisos publicitarios, demuestra que la candidatura de Ramírez está hipotecada a poderosos intereses capitalistas, y de ninguna manera puede representar una opción para los socialistas y los revolucionarios.
No es sorprendente que ninguno de los candidatos del sistema acceda a debatir. Un debate es, en la actual campaña signada por grotescas desigualdades en el acceso a los medios, la única ocasión en la que todos los candidatos cuentan con igualdad de condiciones: igual cantidad de tiempo para responder igual cantidad de preguntas, un mismo escenario y moderadores imparciales. Por esta misma razón, los debates públicos deberían ser rutinarios, parte de la dinámica normal de las campañas electorales en nuestro país. También debería haber financiamiento público y cuotas iguales de cobertura en los medios para todos los candidatos. El actual carnaval electoral, ostentoso en publicidad cargada de eslóganes vacíos, pero muy pobre en ideas, es el terreno predilecto de aquellos que no quieren debatir. Evidentemente subestiman a la población, y consideran que con la publicidad y repartiendo artefactos de uso doméstico al estilo adeco, basta y sobra.
Por nuestra parte, continuaremos difundiendo nuestras propuestas a través de una campaña modesta, financiada por medio de la solidaridad militante. En nuestro programa, y mediante artículos y declaraciones, vamos delineando las acciones que consideramos deben tomarse para enrumbarnos como sociedad hacia un futuro sin explotadores ni explotados, en el que la persona humana se reconcilie consigo misma y con el medio ambiente, en definitiva, hacia el verdadero socialismo.
Y continuaremos retando a los candidatos del sistema a debatir públicamente.»