¿Qué fue lo que me arrechó tanto que me puso a enajenar hostilmente a cualquier potencial lector? Fue tan violenta la cosa que, hoy día, se me ignora y se me pone 1 estrella, ya sea por dejarme claro que soy un patán o por sincero desagrado a mis artículos (si este es el caso, el malquiste sin duda ha aportado a que no me den ni el «benefit of the doubt»).
La respuesta está en esta serie de videos (en inglés… si no lo hablas, modernízate coño). El primer video es una introducción lacaniana, velo solo si eres uno de esos masoquistas lacanianos.
Dos burgueses uber-intelectuales discutiendo las correlaciones entre el comunismo y la filosofía es el perfecto ejemplo del problema intelectual que presenta el sistema hegemónico de capitalismo estatal, y que está muy presente en panfletonegro: las discusiones verdaderamente arrechas son privilegio de quienes han adquirido el estatus necesario (demás está decir que para adquirir estatus hay que seguir las reglas del sistema).
Una condición necesaria de la servitud es que el siervo acceda no solo a servir, sino a ser siervo. Esta elección solo puede ser subconsciente, el siervo debe programarse para navegar los abismos secretos de su ser como le convenga más al maestro. Cuando pobres panfleteros don nadies como nosotros hablamos, si queremos los beneficios que puede ofrecer este sistema, tenemos que permitirle a nuestro subconsciente que nos limite, que nos diga «si va,» «ni de vaina,» y «¡peligro!» dependiendo de lo que le convenga a la institución abstracta del maestro capitalista.
Con lo cual lo que se ve son análisis pre-ensamblados de películas opio-del-pueblo, literatura inconsecuente y eventos «políticos.» De vez en cuando se ve varianza, y aunque aparecen unas vainas muy buenas, hasta excelentes (viéndolos a ustedes, emo de mierda troll doppelganger, Edgar B), tienden a ser más pre-empaquetaciones, solo que de corrientes no-dominantes (vénganse Chorizo, Vientoqueacariciaelprado).
Lo que nunca se ve es una discusión de alto grado, vanguardista, desmedida y desmiedada… Nunca nos verás en un nivel prohibido, que les toca solo a grandes como Badiou y Zizek.
¿Por qué no?
Por eso quemé mi podio, y sin podio alguno me retiro.