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NUESTRO TRAJE TÍPICO 2012: VELO Y PROHIBICIÓN

El traje de Miss Venezuela para el Miss Universo es digno de un análisis del discurso; es tan evidente en los temas que transmite que casi nos pide a gritos que abramos esa caja de significados que el vestido representa. Así pues, sigamos el llamado. ¿Qué dice ese vestido del nosotros, los venezolanos?

1. La nostalgia de lo que fuimos o de lo que pudimos ser (o el encubrimiento ideológico de nuestra dependencia económica)

Comencemos por la referencia más obvia: la del cacao. Venezuela, de acuerdo al mito, produce uno de los mejores cacaos del mundo. Ahora bien, ¿qué sonido hace un árbol cuando cae si no hay nadie que lo escuche? Con esto me refiero al hecho obvio ¿De qué sirve tener el mejor cacao del mundo si este no se produce, mucho menos se procesa? Venezuela dista de ser un productor importante de cacao. Los ocho mayores países productores del mundo son (en orden descendente) Costa de Marfil (38%), Ghana (19%), Indonesia (13%), Nigeria (5%), Brasil (5%), Camerún (5%), Ecuador (4%) y Malasia (1%). Estos países representan el 90% de la producción mundial.

La fantasía del mejor cacao del mundo se ancla en la semilla de Chuao, pueblo famoso por 400 años de sembradíos de cacao criollo (Theobroma cacao), que es la especie que produce la semilla de cacao de mas alta calidad la cual, por cierto, se encuentra en peligro de extinción. El asunto es que cuando miramos las estadísticas recientes, nuestras pretensiones de tener una cosa valiosa llamada cacao se desploman. Si bien es cierto que nuestros cultivos se ha vuelvo más eficientes con el tiempo, en términos de rendimiento, debe admitirse que este rendimiento ha venido aparejado con una reducción de la superficie cultivada. Si miran la gráfica de la que saco los datos notarán que desde los años 50 a la actualidad la superficie cosechada mantiene una tendencia decreciente (de 78.780 en el año 1950 a 53.813 en 2005). Además, cuando revisamos los datos relativos a la producción nacional, notamos que la producción de Aragua (lugar donde se encuentra nuestro paraíso cacaotero) representa menos del 1% (141.884 kilos de los 15.776.300 que se corresponden con la producción de todo el país). En resumen, producir el mejor cacao del mundo, en la actualidad, no pasa de ser una fantasía.

Hay otro nivel en este asunto del cacao y es el relativo a la producción del chocolate. El vestido, por los chocolates, el color rojo y la medalla de “Special Edition” hace referencia obvia a SAVOY y su inolvidable eslogan: «con sabor venezolano». Sin embargo, y aunque era un niño, aún tengo un claro recuerdo de este golpe al orgullo nacional: SAVOY fue vendida en la década de los 80 a Beatrice Foods, la cual fue adquirida por Nestlé en 1988. Por eso notarán que la mayoría del cacao producido en Venezuela (que hoy en día es un cacao como cualquier otro) se exporta a Alemania, donde la sede de la Nestlé se encuentra.

Con estos datos, el vestido resulta una oda al colonialismo y a la posición subordinada de los venezolanos quienes desconocen todas las relaciones de poder alrededor del cacao y la producción del chocolate. El vestido opaca la dependencia comercial de Venezuela y lo que está diciendo, en realidad, es precisamente lo contrario de lo que nuestro deseo nos hace ver: dependemos de una transnacional para consumir chocolates. Pueden leer más sobre este asunto descargando este artículo de VenEconomía: Chocolates en desventaja competitiva (2002).

Claro, un vestido que trascienda el velo ideológico que cubre a este que analizamos resultaría pornográfico; no creo que permitan a una miss salir cubierta solo por una gran mancha de petróleo.

2. La opresión de la mujer venezolana (mami que se respeta hace lo que su macho le ordene)

Este tema ha sido bien trabajado por las feministas. Así que me limitaré a listar los  rasgos que nos permiten leer esta opresión en el vestido en cuestión y la manera específica en la cual éste reedita el machismo venezolano. Primero que todo, este asunto de los concursos de belleza es, en sí mismo, un acto de subordinación de la mujer a la mirada masculina dominante. Desfilar en traje de noche y especialmente en traje de baño; demostrar la ignorancia o decir estupideces durante las entrevistas… todo apunta a la puesta en escena de una concepción bastante restringida y reaccionaria de lo que es ser mujer: la mami venezolana. El resultado es, a estas alturas, un problema cultural: las adolescentes venezolanas pidiendo implantes como regalos de 15 años, la combinación de dietas-cirugías-ejercicios a la que se someten las misses (y cualquier chama de clase media que se respete) para ajustarse a este patrón de lo que hemos caracterizado como el despliegue de una estética trans; todo forma parte de este combo discursivo que reduce a la mujer a un mero objeto para el disfrute visual.

La reducción de la mujer a objeto se hace por la vía de la constricción de movimientos. Es la misma historia desde que se inventara la tradición de los pies del loto dorado, versión ancestral del uso de tacones. En nuestro vestido en cuestión la constricción la vemos por el traje tipo corsé, los tacones punta de aguja, rematados con la caja gigante en la cabeza. Es, estoy seguro, un sufrimiento estar dentro de ese atuendo, el cual parece estar diseñado para causar inestabilidad en el paso; una inestabilidad que debe tomarse como un reto a superar ya que tiene que pasar desapercibida. «¡Sonríe miamor! ¡Recuerda siempre sonreír!» (aunque te apriete la cintura, te falte el aire y sientas que te vas a caer. Pregúntense ahora de dónde sale tanta inseguridad femenina).

Dentro de este contexto, lo específico de este vestido es que convierte a su portadora en un estante/exhibidor de chocolates. No hablamos acá de la mujer-florero, sino de la mujer-display, ¡con luces y todo!

3. La prohibición de salir del closet (nosotros también decimos «lo que tú digas papi»)

Quizás lo que más me llama la atención (lo que más opacado está como tema cuando tomamos el vestido como un texto que puede ser leído) es el tema de la homofobia internalizada y su lazo con la opresión femenina, ambas en relación subordinada con la dominación masculina de la que hablaba en el apartado anterior.

Hemos dicho que la puesta en escena es para la mirada masculina (heterosexual) pero ¿quién es «el zar de la belleza»? ¿quienes maquillan? ¿quienes asesoran a las misses? El Miss Venezuela es un refugio para que los gays puedan desarrollarse profesionalmente. Y como en todos los ámbitos en los que esta concentración ocurre (miren el Teatro Venezolano, y en general, el ámbito de la Cultura), se hace imperioso omitir que se está en un terreno dominado por homosexuales. Por eso el apuro a decir que no se aceptarían mujeres trans en el concurso; con unas declaraciones cuyo metamensaje es «este es un show para gente normal».

El Miss Venezuela resulta, entonces, algo así como un gran closet  de cristal, pues nadie fundamenta su trabajo a partir de su identidad sexual, lo cuál resulta clave para entender por qué todo allí es como es; ese es el gran secreto a voces; cada uno de nosotros lo sabe; pero como en el cuento de El traje nuevo de El Emperador, tenemos prohibido que lo obvio se ponga en palabras.

Y para gay venezolano que se respeta, el Miss Venezuela es EL evento del año; se reunen como los panas heterosexuales cuando llega el mundial de fútbol, y pueden recitar de memoria la lista de ganadoras, hacer apuestas, sufrir y llorar y emocionarse si gana su candidata. Y mientras un heterosexual mira las curvas y se imagina a la mami como el objeto de su goce sexual;  el gay también la (ad)mira pero la quiere como a un maniquí (y este es un chiste bien conocido dentro del mundo gay): «me gusta para… peinarla, vestirla, maquillarla…». Es acá donde nos damos cuenta cómo funciona la maquinaria opresiva. Una mujer ofrece su cuerpo y un gay lo prepara para la mirada del macho. Ambos, tanto la mujer como el gay tienen roles claramente delimitados; de allí que el Miss Venezuela sea siempre el retorno de lo mismo.

Y esto que quizás a algunos les parezca rebuscado ha estado siempre delante de nuestros ojos:

Bien lo dice Slavoj Zizek: la verdad está ahí afuera, y de eso ha tratado este post, de mostrar eso que se desliza en el vestido que llevará nuestra candidata al Miss Universo. Todo lo anterior lo estamos diciendo de manera inconsciente; es lo que decimos, sin palabras, porque a) debe ser dicho y b) no somos capaces de tolerar el mensaje si fuese articulado.

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