Estrenada en el marco del Festival de Cine Judío, “Footnote” se revela como una de las sorpresas de la temporada, al punto de figurar entre los 20 mejores títulos del 2012.
Obtuvo con justicia la presea de guión en Cannes y fue nominada al Óscar de la academia en la categoría de largometraje de habla no inglesa.
El film narra, con un sabio manejo de los recursos formales, la tensa relación edípica de un padre y un hijo, ambos hermanados por el mismo placer de estudiar el Talmud, el libro de las leyes hebreas sujetas a debate por los rabinos.
Paradójicamente, alrededor del contenido del argumento, tuve una sabrosa discusión con mi progenitor, alias Don Tulio, quien la considera una cinta estimable, pero empeñada en disimular situaciones y problemáticas geopolíticas mayores, como el conflicto actual con el estado Palestino. Puedo entender la raíz de la crítica, aunque soy de otra opinión.
A pesar de sus omisiones, rescato del trabajo su agudeza, inteligencia y sentido del humor para proponer una lectura irónica, sarcástica y hasta amarga de los choques generacionales en el seno de la academia, donde habitan especies jurásicas dignas de un museo de arqueología.
El autor retrata, con tintes de tragicomedia kafkiana, las intrigas y envidias de un burocrático comité evaluador presto a conceder el premio Israel a la investigación en cultura, tradición y humanismo.
Ello le permite al autor hacer un comentario deconstructivo sobre las ancestrales luchas de poder en su país y el mundo, a la hora de establecer jerarquías y ofrecer reconocimientos a figuras públicas por su legado.
A partir de entonces, queda sembrada la polémica y la rivalidad de los involucrados en la toma de la decisión.
Viendo la película, imaginaba el absurdo implícito detrás de los jurados de los certámenes competitivos y los concursos de oposición para optar por financiamiento de entes oficiales como el CNAC, cuyos argumentos falaces no escapan de la denuncia formulada por el libreto de “Footnote”.
Todo se reduce a un asunto subjetivo de egos, créditos, supuestos méritos y capacidades.
A veces, los auténticos talentos son sencillamente discriminados y condenados al ostracismo por cuestiones de índole personal o por no ajustarse a los patrones morales del susodicho consejo de sabios.
Allí radica el dilema central de la propuesta. Lo interesante es la manera de romper con el enfoque binario en blanco y negro, a objeto de profundizar en las aristas y matices de los dos protagonistas.
El personaje del veterano resulta reivindicado en su esfuerzo de hormiga por aferrarse a su norte de exploración. Al mismo tiempo, lo contemplamos con distancia y sorna por su condición de hombre soberbio y cerrado, negado a compartir espacio con su retoño.
Igual presentimos la esterilidad de sus hallazgos, encargados de alienarlo y sumirlo en una burbuja de cristal, apartada de la realidad.
Por último, parece un testigo silente de Elia Suleiman, dispuesto a juzgar con su implacable mirada el devenir militarista, cuartelario y superficial de su nación, limitada por puestos de control y celebraciones protocolares carentes de futuro.
Le colocan brazaletes en la muñeca y le impiden la entrada a un evento dedicado a un miembro de su familia.
La cámara incrementa el sentimiento de orfandad y melancolía a través de una estilizada mecánica de primeros planos y encuadres generales, elevando la incomodidad del habitual espectador de los tanques de la cartelera.
Para una audiencia entrenada para comer cotufas, “Footnote” será un hueso duro de roer. Si usted disfruta con los clásicos de ayer y hoy, gozará de lo lindo, como es mi caso.
Además me gustaron los efectos especiales funcionales al desarrollo de la historia, con recursos de animación y diseño gráfico. Se incorporan con normalidad al relato.
Mientras tanto, el hijo recibe un tratamiento similar. Lo apreciamos en su defensa ética del valor de su padre en contra de la necedad del jefe de la academia. Le cuestionamos su autoritarismo heredado, su complejo de superioridad y el significado mediático de sus dudosos aportes.
Al final, no hay un ganador invicto o irrefutable en el ring de boxeo planteado.
Con desazón y malestar, concluimos en el mismo sitio del inicio, ahora a la inversa.
Se palpa un aire de pérdida de la inocencia y de desilusión.
El pie de página se extiende como un círculo vicioso.
Brillante alegoría del presente.
Fija en mi lista del año.