Honestamente no quisiera que Chávez muriera, tengo fantasías casi eróticas con verlo caer por su propio peso, repudiado por sus seguidores, traicionados por sus tenientes y teniendo que responder por el desastre que ha propiciado en el país con los niveles de violencia y corrupción a los que hemos llegado. Quizá hasta llore como confesó Cabrujas que lloró cuando Betancourt murió, Chávez sin duda ha sido una presencia constante en mi vida adulta, de una u otra forma el tipo logra colarse y sentarse en mi mesa, no sé cómo se reacciona ante la desaparición de alguien a quién lo único que se le tiene es odio, es probable que mi parte más mezquina se sonría también al ver que no le alcanzó el tiempo, no lo sé.
En cualquier caso si algo entendí con las elecciones del 7O es que el daño ya está hecho, que los venezolanos pensamos todos como chavistas y nos comportamos como tales, que nos creemos merecedores de todo aunque no movamos un dedo por ello. Y son capaces ahora de ganar todas las gobernaciones y coronar a Maduro el año que viene al mejor estilo de la monarquía española.
Ya Chávez dictó las órdenes, dio su testamento, ya preparó el camino para cuando falte, el mensaje fue claro, no es lo mismo si se hubiese muerto sin decirle a nadie qué hacer en ese caso. Para el chavismo la procesión irá por dentro pero que «no se equivoque nadie» hacia afuera seguirán siendo un megabloque como hasta ahora. Y los chavistas que hoy lloran en la plaza, mañana seguirán al líder y a quién garantice la continuidad del proceso.
Mientras tanto en la oposición ni siquiera saben qué responder ante el anuncio, y seguro sí se matarán a cuchillo pensando que el mandado ya está hecho, mientras sus votantes están preocupados en sacar los dólares de viajero y quejándose del SITME o de la lotería de iphone 5 de Movistar.
Creo que lo mejor es no hacerse ilusiones, es pensar que todo sigue exactamente igual, recuerden que los 8,5MM de personas que votaron por Chávez salen a llorar a moco tendido a la calle por la salud del presidente pero les vale un huevo las víctimas de la inseguridad. Recordemos que este es el país de Rosita y de la jueza Afiuni, es un país de indolentes excepto con el que nos brinda la papa, llámese como se llame. Si existiera el hombre de la etiqueta ya le habría puesto una al país que dijera «Soy Irrecuperable»