Justo antes del 7-O publiqué Desmontando la Abstención. Allí doy razones concretas por las cuales la decisión individual de votar es una buena forma de participar, y abstenerse por ahora no lo es. En esta segunda parte propongo que votar no sólo tiene sentido, sino que bien utilizada es una herramienta estratégica de largo plazo para luchar contra los nuevos totalitarismos, que se basan en elecciones como fachada del monopolio del poder. Esto suena a paradoja para quienes consideran que votar en estas condiciones es un acto de colaboracionismo, pero si me siguen por algunas líneas verán que no necesariamente es así.
Hace algún tiempo leí un artículo: How to Gum any Institution. Aquí Gary North, un seguidor de Ron Paul, libertario, economista y…»contrarian», con quien tengo pocas ideas en común, explica citando varios casos reales cómo cualquier institución o sistema puede ser vencido masificando de forma organizada el uso, al pie de la letra, de la burocracia que el mismo sistema ha creado, por injusto que éste sea. Uno de los casos es el de Vladimir Bukovsky, que inundó con cartas el sistema de atención de quejas por escrito de los presos de los Gulags en la URSS, que era una de las perlas burocráticas con las que el gobierno tirano justificaba que «respetaba» a los presos. La estrategia básica es: encontrar un nicho burocrático que sea difícil eliminar para el sistema, dada su importancia e imagen, y que todo el mundo pueda usar e inundar de trámites ese nudo burocrático de modo que el sistema no pueda manejarlo, pero deba hacerlo para mantener su imagen. Usarlo mas allá de las expectativas del dueño hasta el punto de quiebre; hasta que sea insostenible.
En Venezuela casi cualquier institución es experta en hacerse la vista gorda de cualquier cosa y salirse con la suya, desde el TSJ y la Defensoría del Pueblo hasta la Contraloría. Organizar trámites burocráticos masivas en estas instancias no es para todo el mundo, así que utilizar alguna de estas instituciones para tener impacto en el sistema no es tan fácil. Aquí es donde entra el CNE. Las elecciones son el bastión de legitimación moral del Gobierno. Este cuenta con que habrá elecciones, aunque casi nadie vote, aunque ningún candidato se inscriba. El hecho de que existan es suficiente para decir que aquí hay democracia, tal como funciona en Cuba. Así que la institución a inundar con trámites es el CNE, y esos trámites son, en principio, participar en las elecciones y el voto masivo y unitario. Desde aquel error fatal de las elecciones a la AN, cuando hubo abstención y retiro total y se entregó la elección, ninguna otra se ha regalado, aunque se haya perdido, y esto ha incomodado y forzado al CNE a extremar los obscenos trucos, como el abuso casi increíble en el uso de recursos públicos y el fraude a la vista del tarjetón engañoso el 7 de Octubre, que incluso necesitaron para robarle el triunfo a Capriles en Miranda (si se suman esos votos nulos o transferidos a otros, Capriles éste ganó la elección en el Estado). Eso muestra que votar tiene efecto en su burocracia y en sus objetivos de que la gente cumpla solo parcialmente. Hace que se vea la costura y los incomoda.
Ganar o Perder en el Trámite
Las elecciones, utilizadas de esta forma, van mas allá de ganar o perder. El Gobierno todavía está interesado en que se hagan, y que al menos parezcan limpias, es algo en lo cual todos pueden participar, y además al gobierno le encanta tener elecciones todo el tiempo. Muchos dicen que no se pueden ganar porque el REP está inflado. Supongamos que es cierto, no importa. Inundemos de votos opositores cada elección, para que tengan que inflarlo cada vez mas, hasta 100 millones si lo necesitan. Si es cierto que hay fraudes por todas partes (no lo sé), más aún la estrategia de votar cada vez ayuda a que las costuras se vean también cada vez mas. Hay que reportar los fraudes y las irregularidades aunque nadie las investigue. Que cada vez tengan que hacer mas y peores fraudes y trucos. Que sepan que las pierden, y que sepan que para ganar tienen que robárselas siempre. En países como Cuba el gobierno no se roba las elecciones. El gobierno totalitario Cubano manda tranquilo, porque ya hace tiempo la oposición se rindió y entregó todas sus formas pacíficas de lucha. Venezuela todavía tiene ésta. Hasta el 7 de Octubre nadie había entregado nada. No hay razón para entregar nada ahora. Yo digo que cada vez votemos más. En cada elección, por poco importante que parezca. Si hay procesos revocatorios en medio, también. A firmar todos. Si hay procesos de apelación también hacerlos. Si hay trámites de denuncias de irregularidades, también. Que el CNE tenga que procesar todo para poder decir que es justo, aunque no lo sea. Pongamos la propia burocracia en su contra, hasta que sea insostenible.
La abstención como estrategia
Claro, si alguna persona todavía piensa que abstenerse es mejor, por favor que proponga una estrategia coherente mejor que sustituya a ésta. Pero propuesta concreta. Eso de no votar por histerismo, depresión, decepción, o creerse inteligentísimo, simplemente no contribuye a ninguna estrategia concreta para lograr nada. Dadas las leyes Venezolanas, abstenerse no logra nada, porque no importa que la abstención sea del 99%, el resultado será decretado válido. A mi me gustaría que no fuese así, pero así es. Algunos libertarios abstencionistas proponen soluciones de tipo autonomista basadas en leyes internacionales que el Gobierno de Venezuela simplemente ignora, y como la ONU, OEA y demás no existen en la práctica para defender a nadie, pues no son aplicables. Aquí es donde las estrategias estilo Vladimir Bukovsky, de usar las propias reglas y leyes del sistema volverlo contra sí mismo tienen cabida.